28 septiembre 2024

Roma. El Imperio infinito

 


Lo que hoy llamamos Occidente es una construcción que se erige sobre los cimientos de la antigua Roma.
En todo Occidente, el lenguaje de la política y del poder es el mismo que se hablaba en Roma hace dos milenios. Emperador y pueblo son palabras latinas. Como dominio y libertad. Dictador y ciudadano. Ley y orden (aunque sea en una acepción diferente). Rey y justicia. Héroe y traidor. Cliente y patrón. Candidato y electo. Autoridad y dignidad. Patricios y plebeyos. Poderosos y proletarios. Pretor y príncipe. Ira y clemencia. Infamia y honor. Conjura y sedición.
Colonia es una palabra romana, como tratado, como sociedad, como sufragio, de la que tomaron su nombre las mujeres que lucharon por su derecho al voto, las sufragistas. Palacio procede del Palatino, la colina de Roma sobre la que se levantaba el palacio imperial. El fascismo toma su nombre y su símbolo de las fasces que portaban los lictores: palos atados a un hacha que simbolizaban el poder de la vida y de la muerte; sin embargo, también son un símbolo de la democracia americana. Socialismo y comunismo también descienden de palabras latinas: societas y communio. La propia palabra presidente procede del latín praesidere, ‘presidir’. Los gladiadores eran los voluntarios que en los planes de la CIA deberían haber resistido a la invasión soviética; hoy sobre los gladiadores, los de verdad, se siguen realizando grandes películas.
Y muchos líderes, para asegurarse el consensus, se hacen propaganda y siguen repartiendo panem et circenses, expresión acuñada por uno de los padres de la sátira, Juvenal.

Aldo Cazzullo.
Roma. El Imperio infinito.
Traducción de Xavier González Rovira.
Harper Collins. Madrid, 2024.