23 enero 2025

Julio Camba. Contando carneros

 


Desde que oí decir que lo mejor para combatir el insomnio era ponerse en la cama a contar carneros, yo he contado ya, uno por uno, todos los carneros de la Argentina y ahora estoy agotando los de Australia. Los carneros de Australia, como ya sabe, probablemente, el lector, descienden de aquellos magníficos carneros españoles que, durante varios siglos, nos dieron en todo el mundo el monopolio de la lana; pero, para los efectos de hacer dormir a las personas nerviosas, no valen más que los de cualquier otra parte. Ordinariamente, yo nunca logro conciliar el sueño antes de los trescientos carneros, es decir, antes de haber llegado a este número en mi contabilidad, y, cuando tengo alguna preocupación, necesito, por lo menos, de mil quinientos a dos mil. Por cierto que una noche, harto ya de contar carneros, y aprovechando la oportunidad de encontrarme situado imaginariamente en la Australia, me puse a contar canguros; pero estos animales, tan pintorescos, saltan demasiado y aumentan considerablemente nuestra nerviosidad. El carnero es más dulce, más apacible, más sumiso, más tierno, más gregario y, en consecuencia, mucho más soporífero. Por eso es por lo que los especialistas de enfermedades nerviosas nos recomiendan contar carneros, para combatir el insomnio, y no hay ninguno a quien se le ocurra hacernos contar, por ejemplo, toros de lidia.

Julio Camba.
Esto, lo otro y lo de más allá.
Edición de Mario Parajón.
Cátedra Letras Hispánicas. Madrid, 1995.