12 febrero 2025

Cuentos completos de Poe

 








Son algunas de las espléndidas ilustraciones de Arturo Garrido para la nueva edición comentada de los Cuentos completos de Poe que llega hoy a las librerías publicada por Páginas de Espuma, que para  celebrar el cuarto de siglo de su fundación y para conmemorar los 175 años de la muerte de Poe ha preparado una espléndida edición con una nueva traducción de Rafael Accorinti, que corrige algunas inexactitudes de la canónica traducción que hizo Cortázar hace casi setenta años.

Una edición de la que se han encargado Fernando Iwasaki y Jorge Volpi, que escriben en su pórtico, ‘Poe & Cía. 2.0’: “Cuando Borges tradujo «La verdad sobre el caso de M. Valdemar» para su célebre Antología de la literatura fantástica (1940), convirtió a Poe en personaje y narrador de su propio cuento, tal como él mismo se introdujo como personaje y narrador de «El Aleph» en 1945. Pues bien, en esta nueva y estupenda traducción de Rafael Accorinti, Edgar Allan Poe también es personaje, narrador y comentarista de cada uno de sus propios relatos, pues solo la lengua española podía devolverle a Edgar Allan Poe todo su prestigio de tarambana, calavera, desorejado y truchimán. Si a la crítica norteamericana le preocupa la mala reputación ciudadana de Poe, aquí estamos 69 escritores hispanohablantes acostumbrados a llevarla con donosura, como quien luce un clavel en el ojal.”

Porque a cada uno de los sesenta y siete cuentos de Poe lo precede el comentario de un narrador de lengua castellana. Juan Gabriel Vásquez, Santiago Roncagliolo, Ángel Olgoso, Eloy Tizón, Care Santos, Ignacio Padilla, Berta Marsé, Hipólito G. Navarro, Ricardo Menéndez Salmón, Eduardo Berti, Pablo Andrés Escapa o Andrés Neuman son algunos de los miembros de esa genealogía de sesenta y siete narradores-comentaristas nacidos después de 1960, representantes de la mejor narrativa breve actual en español.

Abren esta edición, que incorpora potentes ilustraciones de Arturo Garrido,  dos espléndidos prólogos de dos narradoras. En el primero -“El gran capitán”- Mariana Enriquez explica que “a pesar de que cuando Poe irrumpió puso patas para arriba toda la literatura, el terror es su gran medalla. Porque es en el terror donde desata una tempestad psíquica que, hasta hoy, cuando ya lo leímos y vimos todo, exuda demencia, atrevimiento, verdad.” Y concluye reivindicando a Poe “como el mejor capitán de la oscuridad. Él lo sabía, y lo sufría. Alguna vez dijo, y podría ser la voz de uno de sus personajes: «Muchas veces he pensado que podía oír perfectamente el sonido de las tinieblas, deslizándose por el horizonte».”

“Poe, o El lugar de las apariciones” es el título del prólogo de Patricia Esteban Erlés, que defiende que “no cabe la menor duda de que la literatura de Edgar Allan Poe ha ido convirtiéndose a lo largo de los dos últimos siglos en el lugar más propicio de las apariciones para quienes lo descubrimos siendo adolescentes, en uno de esos gozosos banquetes de lectura terrorífica que nos marcaron para siempre.” Cierra su texto con estas palabras: “Siempre nos quedará Poe, nuestro lugar predilecto de las apariciones. Y bendito sea, por enseñarnos a tantos el irresistible camino de la tiniebla. Maldito también, porque nos hizo desear seguirlo eternamente, a través de las sombras, por más que no lleguemos a alcanzarlo.”

Con muy buen criterio, se ha puesto al frente de la edición de los cuentos la Reseña que quizá el mismo Poe hizo de sus cuentos. Apareció en octubre de 1845 en la revista Aristidean, firmada con las iniciales de su editor, T.D.E. (Thomas Dunn English). Esa reseña se ha atribuido frecuentemente al propio Poe, porque contiene detalles que sólo podía conocer él. Hay dos posibilidades en este debate: que Poe se limitara a proporcionar al redactor esa información para la redacción del texto o que fuera el mismo Poe quien escribió el artículo hablando de sus cuentos en tercera persona, aunque no quiso firmar ese elogio de su propia obra. Finalmente, cabe una tercera posibilidad intermedia: la colaboración entre Poe y el reseñista. 

Lo importante es que esa magnífica reseña, atravesada de una ironía muy propia de Poe, incorpora un luminoso análisis de cuentos como El escarabajo de oro, (“Su propósito es seducir al lector con la noción de un mecanismo sobrenatural, y mantenerlo mistificado hasta la última línea”), Los crímenes de la rue Morgue, El misterio de Marie Rogêt o La carta robada, que “son cuentos de carácter inductivo y racional que todo lo analizan y lo indagan en profundidad.”  La cierra este párrafo, que resume la teoría de Poe sobre el cuento y el efecto único:

La mayoría de los escritores piensa en una historia que luego cuentan con su pluma. Lo que se propone el señor Poe es crear un impacto jamás visto en el lector y luego plantearse sobre qué fabular. En otras palabras, al proponer una sucesión de hechos insólitos, un modo diferente de contarlo todo, consigue el impacto deseado. Y, como es lógico, considera útil todo aquello que colabore para fomentar ese efecto en el cuento. Bajo estos principios ha conseguido trazar obras de tan alta estima y ha conseguido colocar el simple “cuento” en estas tierras por encima de la más extensa pieza literaria conocida, a grandes rasgos, como “novela”.

Poe escribió decisiva y memorablemente poesía y relatos. Y como crítico y ensayista elaboró una filosofía de la composición, una teoría del cuento y del efecto único en la poesía y el relato sobre la base de la intensidad y la brevedad. Abordó en sus textos temas científicos y horrores variados, el misterio policial y la aventura y en más de una ocasión practicó la parodia de los viejos modelos narrativos. Revitalizó la narración de terror en La caída de la casa Usher y la de aventuras en El escarabajo de oro, fundó el relato policiaco con La carta robada y Los asesinatos de la rue Morgue y fue el primero que hizo que el horror se independizara de la escenografía y que la sensación de terror surgiera en el interior del personaje y se transfiriera luego al lector.

Publicó cuentos alimenticios para salir del paso y obras maestras imprescindibles. Replanteó la creación literaria desde la premeditación y su capacidad para la creación de atmósferas y para bucear en los mecanismos mentales que generan el efecto del terror.

De él, que quiso ser el primer narrador profesional de Norteamérica, arranca una nueva manera de entender el cuento. Sus relatos, basados en tres principios -originalidad, variedad y unidad-, fundan las modalidades narrativas detectivescas, fantásticas, de ciencia ficción o de terror. Y como profeta del simbolismo renovó las formas de relación del narrador con el lector, de plantear el ambiente o el trazado psicológico del personaje.

Por eso explica Mariana Enriquez: “Ahora, mientras le pongo punto final a este prólogo, me doy cuenta de que la obsesión por la muerte, el cuerpo y la crueldad es todo Poe, somos sus hijos, los escritores de terror desde ya, pero también los de policiales, los cuentistas, los periodistas, los poetas.”

Y por eso también en “Descendientes”, el texto con que presenta su traducción, advierte Rafael Accorinti   “a quienes se asoman a los cuentos de esta antología -íntegra y comentada- que, si acaso comienzan a ruborizarse entonces, a palidecer después, a estallar en risa de pronto, como si acaso les hiciera gracia lo que acaban de leer, sepan que están siendo presas del embrujo, del embrujo de ser descendientes de Edgar Allan Poe.”

Pero Poe es, sobre todo, literatura en estado puro, una invitación al placer de la lectura. No hacen falta excusas para leerlo o releerlo, y menos aún si la invitación es tan irresistible como la de esta nueva edición de Páginas de Espuma, que se cierra con un Epílogo (“Noche de brujas en Baltimore”)  en el que Fernando Iwasaki escribe: 

“En la tumba de Poe hay flores muertas como murciélagos de colores, devotos que se amontonan para celebrar un aquelarre en el cementerio y turistas con los gatillos engrasados de sus cámaras. Cada noche de brujas los melancólicos y algunos curiosos recitan poemas, tocan jazz y derraman brandi sobre el sediento túmulo. Este año han representado El corazón delator El tonel de amontillado, y regado su lápida con una botella de Jack Daniel’s etiqueta negra. Nadie sabe cuándo comenzó el ritual y nadie desea ponerle punto final. […] 
Edgar Allan Poe sigue bebiendo a costa de todos.”