25 abril 2025

Antología de cuentos de José María Merino




Hay bajo el suelo que pisamos mundos esplendorosos, abiertos como este a un espacio infinito, y que para llegar a ellos solo es necesario encontrar la argolla de una oculta trampilla, y la idea de que sueño y vigilia son el haz y el envés de una misma realidad.

Con esa cita, que contiene algunas de las claves de la narrativa breve de José María Merino, abre Ángeles Encinar su iluminadora introducción a De mundos inciertos, la antología de cuentos de Merino que publica Cátedra Letras Hispánicas.

Esa búsqueda de la cara oculta y latente de la realidad recorre gran parte de los relatos de José María Merino a lo largo de las más de cuatro décadas de escritura que recoge esta espléndida selección, realizada a partir de los diez libros de cuentos que el autor publicó entre los Cuentos del reino secreto (1982) y Noticias del Antropoceno (2021).

En total, este De mundos inciertos contiene cuarenta narraciones (veintiséis cuentos y catorce minicuentos), organizadas en seis secciones temáticas: La otra orilla, Sin límites, El profesor Souto, Desde el futuro, Diálogo entre arte y ficción y Minicuentos.

En la introducción de esta antología, Ángeles Encinar contextualiza estos relatos en el conjunto de una dilatada trayectoria narrativa que ha convertido ya a José María Merino en un clásico del relato breve y en uno de los referentes imprescindibles del género en lengua española, como se confirma en el minucioso análisis de sus libros de cuentos que se acomete en el amplio estudio introductorio en que Ángeles Encinar define al autor como “maestro del cuento” y añade que “Críticos y lectores reconocen el magisterio de José María Merino en la narrativa breve.Está considerado uno de los mejores cuentistas españoles desde el último cuarto del siglo XX. Domina no solo la práctica sino también la teoría sobre el género y su evolución a lo largo de la historia literaria.”

Cuando reunió sus microficciones en La glorieta de los fugitivos (Páginas de Espuma, 2007), escribió Merino en uno de los textos reflexivos del libro: “La ficción fue la primera sabiduría de la humanidad, el jardín literario en donde está la verdadera historia de la humanidad.”

José María Merino viene reivindicando a través de toda su obra narrativa la tradición de la literatura fantástica, que tiene uno de sus referentes en Hoffmann y en sus narraciones inquietantes, pero que también entronca con una tradición española que está ya en Don Juan Manuel y en los libros de caballerías. Una tradición que fue arrasada por la labor inquisitorial de la iglesia tridentina y por una crítica posterior no menos inquisitorial, encabezada por Menéndez y Pelayo, con perniciosas y duraderas secuelas.

Con su narrativa corta, José María Merino se suma a esa tradición interrumpida del relato fantástico o del cuento raro en español y su intensa reivindicación de lo fantástico se conecta con otra larga tradición de relatos en la literatura hispanoamericana, de Borges a Cortázar, de Carpentier a García Márquez.

 En la nota inicial de sus Cuentos de los días raros Merino escribía en 2004 que “la literatura debe hacer la crónica de la extrañeza.” Y esa declaración de principios vale no sólo para aquella colección de relatos. Vale también para los anteriores Cuentos del reino secreto, El viajero perdido o Cuentos del Barrio del Refugio, y para los posteriores Cuentos del libro de la noche, Las puertas de lo posible o La trama oculta.

Cuentos nocturnos y visionarios en los que la fragilidad de límites entre el sueño y la vigilia, la metamorfosis y la identidad, lo fantástico y el misterio del tiempo, los espejos y las simetrías, la muerte o el terror apenas sugerido en el acecho invisible de lo cotidiano, que son algunos temas fundamentales de su universo narrativo, aquí se abordan con el rigor y la depuración que exige el género.

El fulgor breve pero intenso de estas narraciones, la elipsis de los datos o la inquietante e invisible fauna doméstica que las habita, producen en los lectores un vértigo pendular que les lleva de la ficción a la realidad, de la orilla de la vida a la de la muerte y de un tiempo a otro, con la conciencia de vivir un sueño o una pesadilla como parientes próximos de Kafka, uno de los padres del relato contemporáneo.

El excepcional contador de historias que es José María Merino se mueve en estos relatos en su territorio narrativo predilecto, allí donde se diluyen las fronteras entre la vigilia y el sueño y la fantasía invade con naturalidad los espacios cotidianos. Unos relatos en los que la realidad enseña sus abismos vertiginosos o sus iluminaciones.

Cuentos sobre la rareza a través de los sueños, los libros, los recuerdos o lo cotidiano. Relatos en los que se conjuran los rasgos, los temas y los registros más peculiares de su mundo narrativo y en especial la incursión de lo fantástico en lo cotidiano. Son, pues, una muestra espléndida de lo que el propio narrador ha definido como realismo quebradizo, una detección de las grietas por las que lo raro asalta la realidad.

Porque, como señala Ángeles Encinar, “junto a la realidad reconocida y visible, el escritor percibe otra realidad, a la que nos referíamos al comenzar esta introducción, y la concibe como «una especie de ciudad paralela que permanece junto a la visible y palpable». En todos sus libros de cuentos aparece la temática constante en su narrativa: la búsqueda de identidad, el doble, la metamorfosis y la metaficción; y desde cualquiera de estas esferas se insiste en la dificultad de encontrar delimitación de fronteras entre vigilia y sueño, realidad y ficción, vida y literatura, natural y sobrenatural.”

Y, como dice un personaje de uno de estos cuentos, “¿cómo no iba a ser verdad todo aquello, tan verosímil, tan bien contado?”