25 junio 2025

Obras de D'Alembert




“La obra que hoy iniciamos tiene dos objetivos: como enciclopedia, debe exponer, en la medida de lo posible, el orden y el encadenamiento de los conocimientos humanos; como diccionario razonado de las ciencias, de las artes y de los oficios, debe contener sobre cada ciencia y cada arte, ya sea liberal, ya mecánica, los principios generales en que se fundamenta, y los detalles más esenciales, que constituyen su cuerpo y su sustancia. Estas dos perspectivas, de enciclopedia y de diccionario razonado, determinarán el plan y la división de nuestro Discurso preliminar”, escribía en junio de 1751 Jean Le Rond d'Alembert en el Discurso preliminar, “un manifiesto de la ilustración gala y europea a la vez que el momento culminante del pensamiento humanista de D'Alembert”, según explican Juan Manuel Ibeas-Altamira y Lydia Vázquez en la introducción a su edición de las Obras del enciclopedista francés en Cátedra Letras Universales.

Esa introducción hace un recorrido por la figura y la obra de D'Alembert antes de abordar la recepción en España y América Latina y ofrecer una edición anotada de algunos de los textos más representativos del editor de la Enciclopedia, junto con Diderot. Dos nombres que encarnan como pocos el espíritu abierto y plural del Siglo de las Luces.

D'Alembert fue un polímata brillante que coincidió en el tiempo con otros espíritus enciclopédicos igualmente admirables como el mismo Diderot, Montesquieu, Voltaire, Buffon o Condorcet y proyectó su inteligencia y su sabiduría sobre las matemáticas y la lengua, sobre las ciencias experimentales y la música, sobre la religión, la filosofía o la literatura 

Una buena muestra de esa sabiduría plural propia del polímata es el Discurso preliminar con el que presentaba la primera entrega de la Enciclopedia y en el que pasaba revista a todos los ámbitos del conocimiento, las ciencias y las artes.

Además de ese texto fundamental, que se reproduce íntegramente en esta edición, se recogen en este volumen algunas de las entradas que elaboró para la enciclopedia, por ejemplo la que dedicó a definir Diccionario de lengua. Comienza con estos dos párrafos:

Tal es el nombre que recibe un diccionario destinado a explicar las palabras más usuales y ordinarias de un idioma; se distingue del diccionario histórico en que excluye hechos, nombres propios de lugares, personas, etc., y se distingue del diccionario de ciencias en que excluye términos científicos demasiado poco conocidos y familiares solo para los eruditos.
Observaremos en primer lugar que un diccionario de lengua es, o bien de la lengua hablada en el país donde se hace el diccionario, por ejemplo, de la lengua francesa en París, o bien de una lengua extranjera viva, o bien de una lengua muerta.

Se incorporan además en este volumen varias cartas, entre ellas la que dirigió a Rousseau en mayo de 1759 en contestación a la que el filósofo ginebrino le había enviado en 1758 contra los espectáculos teatrales a raíz del artículo que D’Alembert había escrito para la Enciclopedia sobre Ginebra. En aquella famosa polémica, Rousseau había hecho un alegato moral contra el teatro ante el que D’Alembert reaccionó defendiendo no sólo el valor estético y educativo del teatro, sino la necesidad de extender la educación a las mujeres, porque “cuando la luz se difunda más libremente, más amplia y uniformemente, sentiremos entonces sus efectos benéficos; dejaremos de mantener a las mujeres bajo un yugo y en la ignorancia, y ellas dejarán de seducir, engañar y gobernar a sus amos.”