30 junio 2025

Poesía clandestina y de protesta política del Siglo de Oro

 


AL DUQUE DE LERMA
 [EL CACO DE LAS ESPAÑAS]

El Caco de las Españas,
Mercurio, dios de ladrones,
y don Julián de traiciones,
se retiró a las montañas,
y en sus secretas entrañas
esconde inmensos tesoros,
no ganados de los moros
como bueno peleando,
mas rey y reino robando
con su legión de cachorros. 

Vistiose de colorado,
color de sangrienta muerte,
fin que le dará su suerte 
que así está pronosticado.
¡Ojalá fuera llegado! 
¡Ah, traiciones nunca oídas!

Esos versos, de unas décimas del Conde de Villamediana contra el Duque de Lerma, forman parte de la estupenda antología reunida en el volumen Poesía clandestina y de protesta política del Siglo de Oro, que acaba de publicar Cátedra Letras Hispánicas con edición de Ignacio Arellano, que ha preparado una antología extensa de la poesía de protesta que circuló clandestinamente en el siglo XVII  y que incorpora por tanto poemas escritos en los reinados de Felipe III, Felipe IV y Carlos II.

Salvo los escritos por Villamediana o atribuidos a su pluma, los textos de esta antología son anónimos por un doble motivo: por su carácter satírico y abiertamente crítico y por su circulación manuscrita. Textos que difícilmente figurarían en una selección de la mejor poesía del XVII y que tienen que aparecer en selecciones temáticas específicas como esta de indiscutible valor histórico y sociológico y de muy discutible calidad poética. 

Pese a ese escaso valor literario, esta antología pretende “extender el conocimiento” de aquella poesía clandestina y de protesta política del Siglo de Oro, como explica destaca Ignacio Arellano en un estudio introductorio que aborda la dimensión pragmática de esta poesía satírica ligada a las situaciones políticas que la suscitaron, especialmente en épocas de crisis como la del reinado de los dos últimos Austrias, a los que Arellano vincula las dos etapas fundamentales de esta poesía clandestina.

Como decíamos más arriba, Villamediana, aún en el reinado del tercer Felipe y en su transición al de Felipe IV, es la única excepción al carácter anónimo de estas sátiras políticas, con textos conceptistas que dirigió al Duque de Lerma, a don Rodrigo Calderón, a Pedro Franqueza, protegido de Lerma, o a los que enumera en una letanía satírica contra los mayores ladrones del reino: entre ellos, además de Lerma, el duque de Osuna y el duque de Uceda. A Felipe IV le dirige un largo romance al que pertenecen estos versos:

Desterró a Villamediana 
vuestro padre por poeta; 
volvelde a vuestro servicio 
pues ha salido profeta.

El conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV, es el personaje al que se dirige la parte más abundante de estas sátiras e “igualmente abundante -escribe Ignacio Arellano- es la lista de acusaciones: tirano, asesino, hechicero, ladrón, nepotista, ambicioso, hipócrita, traidor, soberbio, sacrílego, hereje…”  A ese ciclo pertenece el largo Padrenuestro glosado sobre las calamidades de España, de dudosa atribución a Quevedo, que comienza así:

Felipe, que el mundo aclama 
rey del infiel tan temido, 
despierta, que, por dormido, 
nadie te teme ni te ama; 
despierta, rey, que la Fama 
en todo el orbe pregona 
que es de león tu corona 
y tu dormir de lirón; 
mira que la adulación 
te llama, con fin siniestro, 
padre nuestro.

El posterior y calamitoso reinado de Carlos II “multiplicará la poesía satírica, en una verdadera explosión de textos”, señala Arellano, que distingue varios ciclos satíricos en función de los sucesivos validos que ejercen el poder, como Fernando de Valenzuela o don Juan José de Austria, contra el que se dirigen en 1677 las Curiosidades modernas, que comienzan con estas estrofas: 

A redimir el mundo por enero 
don Juan vino, de manga y con calzones, 
con estruendo, con ruido y escuadrones 
y otras cosas que dejo en el tintero.

Entró rasgando mantas y garnachas, 
haciendo de un sombrero mil girones, 
escudriñó retiros y rincones, 
con que el mundo llenó de cucarachas.

Luego metió la lanza hasta las cachas 
en aquel moro muerto y su dinero 
y otras cosas que dejo en el tintero.

Tras su desprestigio y su muerte, le sucedieron primero el duque de Medinaceli y luego el conde de Oropesa. Ambos compartieron “el escándalo de la Cantina” (Nicole Quentin), una favorita francesa de la reina María Luisa de Orleans, que formó una influyente camarilla y provocó todo un ciclo satírico, el ciclo de la Cantina, al que pertenece esta décima:

Desnuda tu fiel montante 
contra la perra Cantina 
que podrá morder mohína 
nuestro león más constante; 
vive siempre vigilante 
como tan interesado 
a la mira desvelado, 
porque esta fiera lasciva 
aunque desterrada viva 
no ha de dar menos cuidado.

Son muestras, en palabras de Ignacio Arellano, de “una sátira aristocrática, impulsada por las élites cortesanas, pero que se proyecta sobre las masas para crear o manipular la opinión pública. La práctica no es nueva, pero en el marco del Siglo de Oro se agudiza de modo especial en la transición del reinado de Felipe III al de Felipe IV, relacionada con los enfrentamientos de facciones nobiliarias.”

Completan la edición, espléndidamente anotada, una amplia bibliografía, un anexo con las fuentes textuales de los manuscritos utilizados para la selección y un práctico índice de primeros versos.