14 julio 2025

Nicolás Corraliza. El mar que nos salva




 Llega la luz y su columna
por el mar y por su esquina.
De pólvora fugaz, de círculos de color
galopando el maná de los deseos.
Sea un incendio la pena:
una lumbre mayor
en la llama de los días.

Ese poema, titulado ‘La noche en fuego’, abre la primera de las cinco partes en las que Nicolás Corraliza organiza El mar que nos salva, que publica El sastre de Apollinaire.

Desde Crece el verano en la luz hasta El cuerpo y el viaje, esas cinco partes son cinco estaciones de un itinerario poético jalonado de poemas breves en los que se celebra el presente desde la memoria, desde el cruce del ayer y el ahora en la llama de amor viva y en la esperanza, porque “esperar la claridad es nuestro oficio.”

Una poesía depurada y meditativa que reflexiona sobre el tiempo y la existencia desde el fuego de la palabra, entre el ruido y el silencio y en la plenitud amorosa de un mundo a solas. Un mundo solar de fuego y de cenizas, de afirmación de la hoguera del ahora desde el recuerdo del ayer:

Desechar los lugares prescindibles.
Vivir en el lenguaje y habitar en él.
Construir un cálido vientre, 
un hogar donde la palabra cobije y reconforte 
cuando el ruido nos alcance.
Existe un fuego acertado en el silencio.

Poesía que es Lírica y liturgia, como se titula la sección más extensa del libro, sostenida en la presencia sanadora de la palabra, en “la voz ingobernable del poema” y en un recorrido de búsqueda y afirmación de la claridad:

No enturbies el recuerdo.
Deja que fluyan las corrientes 
sin mezclarse, para que lo visible 
sea la piedra sumergida.
El pez entre las algas respirando.
El agua arriba, 
para que el cielo repose en el fondo 
y la claridad se haga visible.

Un recorrido hacia la unión amorosa que recuerda el itinerario de la poesía mística y culmina en la fusión y la llama de versos como estos, del final del libro:

Bajo la llama del sol, 
para no olvidar al frío de las cenizas.
La vida que fue ya nos pasó. 
Ahora la luz. Aquí contigo.