Retos literarios
Para lectores curiosos, intrépidos viajeros, astutos investigadores y periodistas desorientados.
Localizados ya el Jardín de Melibea en Salamanca y la casa de Celestina en Toledo, el retrato de Alonso Quijano en el exvoto de don Rodrigo de Pacheco en la Iglesia de San Juan Bautista de Argamasilla y la Cueva de Medrano donde se fraguó la historia, la venta de Puerto Lápice, donde se quiere reivindicar que fue armado caballero don Quijote por un ventero guasón y maleante,”andaluz de los de la playa de Sanlúcar”, y la de Juan Palomeque el Zurdo, la del manteamiento y luego la de los cueros de vino, o la casa de Aldonza Lorenzo en El Toboso y la del caballero del Verde Gabán en Villanueva de los Infantes, quedan todavía muchos retos literarios que esperan desde hace décadas y hasta siglos lectores curiosos, intrépidos viajeros, astutos investigadores y periodistas desorientados para su resolución:
La partida de bautismo de Lázaro de Tormes en Tejares o su acta matrimonial en la iglesia de San Salvador de Toledo; el manuscrito arábigo de Cide Hamete -el del Cuaderno de Abul Qasim ya lo encontré yo hace un cuarto de siglo, como dedujo un avispado presentador del libro-; el manuscrito que Poe encontró en una botella y el que Cela recogió a mediados de 1939 en una farmacia de Almendralejo con las memorias que Pascual Duarte había enviado desde la cárcel de Badajoz a don Joaquín Barrera López el 15 de febrero de 1937.
Y para terminar, un reto doble sobre una espléndida novela más reciente, Memoria estremecida, de Jesús Moncada: el manuscrito de Agustí Montolí, escribano del juzgado de Caspe, que utilizó el novelista cuando se lo hizo llegar su amigo Arnau después de más de un siglo oculto. Y las cartas que ese amigo (por eso es doble este último reto) le va enviando al autor desde marzo de 1995 hasta febrero de 1996.
Ahí quedó. A ver quién es el guapo.
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