22 agosto 2025

El verano de Cervantes




De nuevo es el verano de Cervantes, ese largo verano intemporal en el que suceden las aventuras de don Quijote y ese tiempo particular de verano como deshabitado o recogido que el libro exige para la plenitud de su lectura. Las fechas concretas son irrelevantes, pero no esa sensación de retiro, de holganza, de lejanía del tiempo de las obligaciones y la angustia. He empezado a leer al azar y he encontrado la única fecha que aparece en toda la Primera Parte: 22 de agosto. Es el día en que don Quijote le firma a Sancho la libranza de los pollinos que va a regalarle. Es también el día en que yo estoy leyendo. Es el verano en el que escribo ahora mismo y en el que me sumerjo en la lectura con una intensidad, y hasta diría una inocencia, que no parecen posibles en el resto del año; y es cualquiera de los otros veranos en los que he vuelto a la novela a lo largo de mi vida, y el primero de todos, tan lejano de pronto, cuando caigo en la cuenta de todo el tiempo que ha pasado, un verano irreal de hace más de medio siglo, del siglo pasado. Me acuerdo de él y es como si no perteneciera a esta época, sino a la de Cervantes, como si estuviera más cerca de su mundo que del mío, si puedo llamarlo así, el que yo vivo ahora.

Antonio Muñoz Molina.
El verano de Cervantes.
Seix Barral. Barcelona, 2025.