24 agosto 2025

Escribir mal

 


Los críticos incluyen casi a regañadientes entre las obras de Shakespeare obras como Troilo y Cresida o Cimbelino, con el resultado de que la siguiente generación de críticos declara que son las únicas obras de Shakespeare que verdaderamente valen la pena. Los viejos y cordiales admiradores de Dickens lamentaron que el hilarante Maestro de Festejos que había creado a Pickwick terminara por volverse tan triste, desfallecido e impotente como para rebajarse a escribir La pequeña Dorrit. Motivo por el cual el señor George Gissing, un hombre de auténtica inspiración literaria, casi llegó a decir que La pequeña Dorrit le parecía el mejor libro de Dickens. No es prudente desechar sin más las obras de los mejores escritores; pues, de hacerlo, nos encontraremos a los mejores críticos con la cabeza metida en el cubo de la basura. Sin embargo, podemos hablar sin miedo de la mala calidad de gran parte de sus obras, siempre que no propongamos llevarlo coercitivamente a la práctica. Shakespeare y Dickens se parecen a Dumas, no solo en el hecho de que sus pasajes malos son muy malos, sino en el hecho de que sus pasajes malos son muy largos. Cuando empezaban a decir sinsentidos se ponían a hacerlo con dedicación y sin dudarlo un instante. Creo que se podría recopilar el peor libro del mundo seleccionando únicamente pasajes de los mejores escritores del mundo.

G. K. Chesterton
‘Escribir mal’.
En Correr tras el propio sombrero (y otros ensayos)
Traducción de Miguel Temprano García.
Acantilado. Barcelona, 2005.