Samuel Johnson sobre Shakespeare

Que los elogios se reservan inexplicablemente para los muertos y que los honores que deberían corresponder a lo excelente se rinden a lo meramente antiguo son quejas que, por lo visto, estarán siempre en boca de quienes, incapaces de contribuir a la verdad, encomiendan su prestigio a las herejías de la paradoja, o bien, obligados por la decepción a apelar a recursos que los consuelen, quieren creer que la posteridad les depara lo que el presente les niega, y se regodean pensando en que aquello que la pura envidia les escatima se lo concederá, al cabo, el tiempo.

La antigüedad, como cualquier otra cualidad que atrae la atención de los hombres, posee sin duda devotos que la reverencian no a partir de la razón, sino del prejuicio: algunos parecen admirar indiscriminadamente cualquier cosa que se haya preservado durante largos años sin tener en cuenta que el tiempo, muchas veces, tiene por cómplice al azar. Pero quizá todo el mundo esté más dispuesto a honrar la excelencia pretérita que la actual y la mente solo pueda contemplar el genio tras el velo de las épocas, igual que el ojo ha de ver el sol a través de un vidrio ahumado. La crítica pone todo su empeño en descubrir los errores de los modernos y confirmar la excelencia de los antiguos. Mientras un autor está vivo se lo juzga por sus peores obras; cuando ha muerto, por las mejores.

Samuel Johnson.

Sobre Shakespeare.

Traducción de Juan Antonio Montiel.

Taurus Great Ideas. Barcelona, 2025.