23 agosto 2025

José Antonio Ramírez Lozano. Los motivos del lobo

        



          NATURALEZA VIVA
 
          Sé que la ciencia llama
        las cosas por su nombre y se equivoca
        con cifrar en la arista su virtud.
 
           La palabra consiente,
        sin embargo, su esquirla, desbarata
        su trabazón, la estambre de sus sílabas
        para entregarse así a la lengua
        impura de los hombres.
 
          Porque es ella, la propia
        naturaleza quien lo busca.
        Ella que, desde siempre,
        ha fingido el deseo con la fruta,
        intentando soñarse en el lenguaje.
 
Con ese pórtico poético abre José Antonio Ramírez Lozano su último libro, Los motivos del lobo, Premio de poesía Tomás Morales 2024.

Un libro que organiza sus poemas breves en un zoológico de fondo humano y moral, como el de las fábulas, entre el amplio catálogo de Especies protegidas, de la ostra al ratón que quiso ser murciélago, y la media docena de Ejemplares únicos, como el tosítoro, que

Vuela sin alas y es
tan leve su graveza
que se tiene en el aire
impulsado tan solo
por su propio estornudo.
Vivir de resfriarse
e hibernar en estío.
Si ajena su virtud,
expuesto ya a la mano
terrible del furtivo.

Bajo ese esquema fabulístico, la capacidad imaginativa de Ramírez Lozano y su voz inconfundible hacen desfilar por este circo poético un carrusel zoológico sobre el que proyecta su ironía y su compasión, su reflexión ética y existencial sobre el hombre y su celebración del mundo: un calamar inmigrante que trabaja a tiempo parcial en una tintorería de Algeciras y un lirón envidioso, la gallina de los versos de oro y el búho arzobispal, la rana vieja de la pila del agua bendita y la serpiente monda de manzana, el escarabajo que sale del armario para ser una mariquita más (¡ay, las mariquitas poéticas y los poetas mariquitas  y prosaicos!) o esta última mosca suicida:

Esta última mosca
de la casa voló
del frutero al espejo del salón
y se estuvo mirando 
por no saberse sola.

Pero el azogue es turbio
como el tiempo que, ingrato,
impone su futuro
con los insecticidas.
 
No encontró cagaditas de otras moscas
ni en la vajilla ni el calendario.
Eso la desoló.
 
Así que se posó en la lámpara
y se anudó las alas,
y se arrojó a la sopa al medio día.

Clausura el libro y le otorga título la variación franciscana de Los motivos del lobo, una actualización del conocido tema rubeniano que se cierra con este instintivo aullido de protesta del lobo:

Y, cuando el santo alza
la cruz, desesperado, el lobo aúlla
palabras que aquí quedan:
 
 - Francisco, la bondad
ha perdido a los hombres que en su dulce
mansedumbre consienten
la gran debilidad que los corroe,
vendidos al consumo como están
de sus propios engaños,
de espaldas al instinto, convencidos
de esa absurda indulgencia 
con la horda invasora que algún día
acabará con ellos.
Déjame ser feroz, ángel horrendo
de los bosques, reclamo
preclaro del arrojo entre la flor
terrible de la pólvora.
Y tú vuelve a tu ermita,
renuncia de una vez a tu milagro.
Este no es ya tu tiempo, Poverello.