Civilización y cultura
Cabría pensar que la civilización es algo funcional, mientras que la cultura no. Pero esta antítesis es demasiado simple. La civilización contiene numerosos fenómenos que carecen de finalidad concreta, como Sarah Palin, criar whippets o producir treinta marcas diferentes de dentífricos. La cultura, por contra, puede desempeñar distintas funciones. En muchas sociedades premodernas cumple una variedad de objetivos prácticos. En su sentido moral y artístico, puede ayudarnos a llevar una vida más rica. No obstante, hay una diferencia entre las actividades que tienen un objetivo externo y aquellas cuyos fines son internos. La palabra «praxis», que algunos izquierdistas emplean equivocadamente como sinónimo de «práctica», es más apropiada para describir el segundo tipo de actividad. El arte, el deporte y las borracheras en el pub con los amigos tienen una finalidad, pero esta no es externa a la actividad en sí misma, como tejernos un pasamontañas para robar un banco. Esa clase de actividades no nos llevan a ningún sitio. No cuentan como logros. No hay muchas personas que, cuando se les pregunta por sus habilidades al solicitar un puesto de trabajo, respondan «emborracharme con mis amigos».
Terry Eagleton.
Cultura.
Traducción de Belén Urrutia.
Taurus. Barcelona, 2017
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