Y todo será mudo y amarillo, de María Sanz
ORFANDAD
La vida se detuvo aquel día de mayo,
mientras las jacarandas
eran gélida alfombra para tus pasos ciegos,
para tanta orfandad sobrevenida.
La vida se sostuvo en alas de la muerte
Entonces comprendiste que ella estaba alejándose,
que no regresaría sino a tu desventura,
paloma siempre frágil e inocente.
Quién pudiera mirarla con los ojos cerrados.
Hoy contemplas la vida fervorosa,
su retrato dormido, su sombra deshojada,
sintiendo la frescura del alba que se erige
a pesar de la muerte, a través de tu cielo.
De esa traumática experiencia de la muerte de la madre surgen los poemas de Y todo será mudo y amarillo, el libro de poemas con el que María Sanz ha obtenido recientemente el premio Artemisa de Poesía 2025.
Entre el bálsamo del verso y el consuelo de la lágrima, los textos de este libro estremecido trazan el perfil emocional de quien refleja en ellos las ausencias de la palabra y las presencias del silencio mientras todo enmudece, mientras se imponen las pérdidas y el vacío en la soledad oscura y en el recuerdo doloroso, mientras la nieve y la noche caen sobre las calles solitarias y las huellas se hunden en la ceniza:
Entonces, como ahora, vas buscando una huella
de aquel gozo gastado, de un eco vagabundo,
algo que reconcilie tus tardes y la suyas
al pisar las cenizas del tiempo consumido.
Porque estos poemas son una decantación del dolor, una delicada manera de encauzar la desolación y reordenar con palabras lo que ha descompuesto la muerte, una forma de aquietar la vorágine torrencial de sentimientos provocados por la muerte de la madre:
Pero no queda nada, ni el oasis
que veías al límite del mundo,
ni siquiera la humilde celosía
por donde tantas veces contemplabas.
Cruzar este desierto significa vivirse
con otra soledad que provoca a la muerte,
sin la luz de los ojos ajenos, hasta donde
se terminan las huellas, los últimos latidos.
Con la levedad transparente de sus endecasílabos y la solemnidad elegíaca de sus alejandrinos, los versos de María Sanz viven en los jardines de la memoria y en el desierto del presente, donde se cruzan dos muertes unidas en la misma nada: la evocada y la presagiada, la pasada y la próxima, fundidas en los interiores del tiempo de la memoria y del espacio íntimo y abolido de la casa, en la dolorosa ensoñación del texto que cierra el libro y le da título, en una evocación de las juanramonianas Arias tristes:
Y TODO SERÁ MUDO Y AMARILLO
J. R. Jiménez
Y llegarás a casa, y te estará esperando
sentada en el sillón, con su eterna sonrisa
y sus alas abiertas al más hondo vacío.
Pero nunca verás el fruto de esa espera.
Tu vida ya no tiene más misterio que el suyo,
entre la transparencia y la luz nacarada,
ternura aún radiante donde posas tus manos
como otro despertar inerte todavía.
Quién sabe si estos versos regresarán contigo
o los habrás dejado caer donde está ella,
rosal interminable como una sola herida.
Tu dolor ya no tiene más aliento que el suyo.
Llegarás a tu casa
y todo será mudo y amarillo.

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