08 mayo 2005

Retablo de pájaros literarios y morales

Jose María Gª Casillas. Retablo de pájaros literarios y morales. Editora regional de Extremadura. Colección ensayo. Mérida, 2004.


Escribo estas líneas como quien no está muy seguro de no haber despertado de un sueño agradable. Pocas veces como con este Retablo de pájaros literarios y morales se le regala al lector el pleno gozo de la literatura, la celebración de la inteligencia, la alta alegría del conocimiento. La seguridad, en definitiva, de salir de la lectura de un libro transformado en alguien a quien se le ha otorgado el privilegio de compartir, en complicidad con el autor, la plenitud profunda de una realidad más alta.
Este Retablo de pájaros literarios y morales es un libro extraño y asombroso por varias razones: porque su autor, José María Gª Casillas, era hasta ahora un desconocido en el mundo de las letras, y a la sorpresa de su alta calidad literaria se une lo inesperado de la autoría, el misterio que le rodea y que no se aclara suficientemente en la confusa nebulosa de la solapa del libro. Revelación doble, por tanto, que tenemos que celebrar como lectores.
Porque este es un libro magníficamente escrito, un derroche estilístico espectacular e inusual. Un libro bien documentado en la literatura, en la poesía, en los bestiarios medievales, en los tratados de emblemática y de historia natural. Un libro con una enorme capacidad de profundizar en la realidad y en el conocimiento a través de la interrelación de unos saberes con otros, de unas palabras con otras en pasajes tan brillantes como este:
“Cuando llega la primavera, la abubilla abre el abanico de su cresta, despliega sus alas relucientes, dalmática de siete colores, ondula el vuelo rítmico, y reposa luego sobre la oquedad del árbol la rosada suavidad de su cuello. (...) Como sucede al hombre –el animal indirecto de E.M. Cioran- la multiplicidad de sus atributos convierte a la abubilla en un ser híbrido y aberrante; sin un fin definido, mal dispuesto de paréntesis, puntos de interrogación y signos de admiración; con la duda permanente entre la villanía y la nobleza, entre la ruindad y el éxtasis.”
Y por si todo eso no fuera bastante para hacer muy recomendable la lectura de este libro de profundidad reflexiva, hay en él un uso sabio e inteligente de la ironía y del humor, como en este fragmento a propósito del abejaruco:
“Los científicos no se dejan engañar y repiten la definición habitual de los diccionarios: Ave trepadora, perjudicial para los colmenares, porque se come las abejas.
Grosería cruel –farfulla el pájaro-, impropia de un intelectual que se sentiría agraviado si el abejaruco replicara definiendo al hombre: mamífero bípedo, perjudicial para los establos, porque se come a los rumiantes.”
Apoyado en todo tipo de citas literarias, en diversas tradiciones y en un ilustrativo material gráfico, este Retablo es más que un bestiario, más que un tratado de ornitología, de emblemática o de zoología fantástica, más que un ensayo.
Con una fuerza desatada que desborda los límites de cualquier género, adentrándose muchas veces en la pura creatividad visionaria de la poesía o en el universo mágico del mito y la leyenda, este retablo de 101 pájaros literarios y morales es un recorrido alucinado por el territorio de la fábula, de la literatura, de la forma y la palabra.
Un recorrido literario, iconográfico y sentimental que arranca del abejaruco “que vuela hacia atrás, porque no le importa adónde va, sino dónde estuvo” y termina en el zorzal que lleva sobre sus alas “la melancólica tristeza de la tierra y de la hierba.”
En el inconsciente colectivo y en muchas tradiciones culturales, los pájaros figuran como seres que están por encima de los hombres. Incluso por encima de los dioses. Y no sólo espacialmente. También desde un punto de vista moral y simbólico los pájaros son la quintaesencia de los seres sobrenaturales, el símbolo de la perfección ideal de la humanidad cifrada en las alas y el vuelo.
Confieso que mientras leía este libro abandonaba la lectura de vez en cuando para comprobar que no sufría una alucinación. Y cuando volvía a sus páginas me reafirmaba en la realidad gozosa de su estilo, de su imaginación, de su inteligencia. Una realidad por la que hay que felicitar a su misterioso autor, a su editor y sobre todo, una realidad por la que debemos felicitarnos sus lectores que hemos tenido el privilegio de degustarla con la lentitud que exige la mejor literatura.
Es este un libro comparable por su enfoque y su calidad al Manual de zoología fantástica y al Libro de los seres imaginarios de Jorge Luis Borges o al Libro de los venenos de Antonio Gamoneda, altísimos ejemplos literarios, esperables de quienes los escribían. Este doblemente inesperado. Pero no importa que lo desconozcamos todo de su autor(¿qué había escrito hasta ahora?, ¿es esta su primera obra?, ¿cuál es su educación lectora?). Conocemos lo más importante: su inusual inteligencia y su talento literario.
Un libro este Retablo que es muchos libros, que abarca y sobrepasa el estrecho campo de los géneros literarios para desbordar con su expresión cualquier molde y envolver al lector en una complicidad constante, exigente y deslumbrada.

Créanme que no exagero nada si digo que la publicación de este magnífico texto es uno de los acontecimientos literarios de los últimos tiempos en Extremadura, un libro que se deja leer con agrado en cualquier momento y por cualquier página. Añado que no leer este asombroso Retablo de pájaros literarios y morales es una limitación. Quedan avisados.