Qassabín, Beirut
El poeta sirio nacionalizado en Líbano Alí Ahmad Said Esber (Qassabin, 1930) que utiliza el seudónimo Adonis (“Al cambiar un nombre muy musulmán –Ali– por otro sin relación con el Islam –Adonis–, asumía y reivindicaba una trayectoria hacia lo universal. Al firmar así, salía de una tradición petrificada y accedía a una libertad más amplia.”) sonó mucho y muy fuerte como aspirante al Nobel. No era la primera vez y ya casi nos vamos acostumbrando quienes admiramos su poesía y su persona. En el fondo tampoco importa mucho.
Clara Janés, que es quizá quien más ha divulgado su obra en España, lo retrata con estas palabras:
"Un muchacho de catorce años, nacido en Qassabín (aldea situada en la Laodicea clásica) en 1930, se aproxima un día a la comitiva que acompaña al jefe del Estado en visita por la localidad, con la pretensión de hablar. Rechazado por la guardia, ante su insistencia el dirigente da orden de que le dejen decir lo que desea. El joven recita un poema suyo que admira a todos los presentes, y el jefe del Estado le ofrece el regalo que él solicite. El joven expresa su deseo de estudiar. Así será. Y pasa a hacerlo en el colegio francés de Tartouse y luego en Latakía donde llevará a cabo el bachillerato y, aunque se llama Alí Ahmad Said Esber, adoptará el nombre de Adonis. Estudia luego en la universidad de Damasco y en 1954, cuando se licencia en Letras, ha descubierto ya a Rilke y a Baudelaire.
Acabada la carrera se dedica al periodismo, primero en Damasco y después en Beirut, donde se traslada en 1956. Al año siguiente funda con el poeta y crítico libanés Yusuf al-Jal la revista Si'r (Poesía), que será de gran importancia para la evolución de la poesía árabe pues es una puerta abierta al mundo. En ella se traducen desde Juan Ramón Jiménez, Ezra Pound, Eliot, Saint-John Perse, Yves Bonnefoy, Edith Sithwell, René Char, Paul Claudel, Prevert, Yeats, Lorca o Michaux a Octavio Paz, Cummings, Frost y Juarroz.
En 1961 Adonis parte a Francia como becario. A su regreso al Líbano obtiene la nacionalidad libanesa y es redactor literario del diario más importante del país Lisán al-Hal. Por estos años ha publicado ya algunos libros de verso: Primeros poemas (1957), Hojas al viento (1958) y Canciones de Mihyar el de Damasco (1961), etapa inicial de su creación que culmina con el Libro de las huidas y las mudanzas por los climas del día y de la noche (1965)."
La problemática realidad libanesa le llevaba a evocar en 1982 Qassabin, su patria chica siria, desde un Beirut desolado:
“Abrazo a la espiga del tiempo,
mi cabeza es una torre de fuego.
Los árboles del amor en Qassabin
son hermanos de los árboles de la muerte en Beirut.
El bosque de mirto consuela al bosque del exilio.
Qassabin penetra en el mapa de la hierba
y destila las entrañas de las llanuras.
Beirut penetra en el mapa de la muerte:
las tumbas son jardines, despojos, campos.
¿Qué fuerza vierte a Qassabin en Tiro y Sidón
y es Beirut quien se derrama?
¿Qué es eso que alejándose se aproxima?
¿Quién mezcla en mi mapa esta sangre?”
Parte de su obra, más minoritaria de lo que merece su alta calidad, está traducida en Hiperión y en Ediciones del Oriente y del Mediterráneo.
Y una declaración ejemplar para terminar:
“Reivindico toda la herencia mediterránea, pero además formo parte integrante de la cultura universal, de Oriente hasta Occidente. La única especificidad que me reconozco es mi lengua y mi subjetividad. Pero, por medio de ellas, trato de abrirme a lo universal.”
Clara Janés, que es quizá quien más ha divulgado su obra en España, lo retrata con estas palabras:
"Un muchacho de catorce años, nacido en Qassabín (aldea situada en la Laodicea clásica) en 1930, se aproxima un día a la comitiva que acompaña al jefe del Estado en visita por la localidad, con la pretensión de hablar. Rechazado por la guardia, ante su insistencia el dirigente da orden de que le dejen decir lo que desea. El joven recita un poema suyo que admira a todos los presentes, y el jefe del Estado le ofrece el regalo que él solicite. El joven expresa su deseo de estudiar. Así será. Y pasa a hacerlo en el colegio francés de Tartouse y luego en Latakía donde llevará a cabo el bachillerato y, aunque se llama Alí Ahmad Said Esber, adoptará el nombre de Adonis. Estudia luego en la universidad de Damasco y en 1954, cuando se licencia en Letras, ha descubierto ya a Rilke y a Baudelaire.
Acabada la carrera se dedica al periodismo, primero en Damasco y después en Beirut, donde se traslada en 1956. Al año siguiente funda con el poeta y crítico libanés Yusuf al-Jal la revista Si'r (Poesía), que será de gran importancia para la evolución de la poesía árabe pues es una puerta abierta al mundo. En ella se traducen desde Juan Ramón Jiménez, Ezra Pound, Eliot, Saint-John Perse, Yves Bonnefoy, Edith Sithwell, René Char, Paul Claudel, Prevert, Yeats, Lorca o Michaux a Octavio Paz, Cummings, Frost y Juarroz.
En 1961 Adonis parte a Francia como becario. A su regreso al Líbano obtiene la nacionalidad libanesa y es redactor literario del diario más importante del país Lisán al-Hal. Por estos años ha publicado ya algunos libros de verso: Primeros poemas (1957), Hojas al viento (1958) y Canciones de Mihyar el de Damasco (1961), etapa inicial de su creación que culmina con el Libro de las huidas y las mudanzas por los climas del día y de la noche (1965)."
La problemática realidad libanesa le llevaba a evocar en 1982 Qassabin, su patria chica siria, desde un Beirut desolado:
“Abrazo a la espiga del tiempo,
mi cabeza es una torre de fuego.
Los árboles del amor en Qassabin
son hermanos de los árboles de la muerte en Beirut.
El bosque de mirto consuela al bosque del exilio.
Qassabin penetra en el mapa de la hierba
y destila las entrañas de las llanuras.
Beirut penetra en el mapa de la muerte:
las tumbas son jardines, despojos, campos.
¿Qué fuerza vierte a Qassabin en Tiro y Sidón
y es Beirut quien se derrama?
¿Qué es eso que alejándose se aproxima?
¿Quién mezcla en mi mapa esta sangre?”
Parte de su obra, más minoritaria de lo que merece su alta calidad, está traducida en Hiperión y en Ediciones del Oriente y del Mediterráneo.
Y una declaración ejemplar para terminar:
“Reivindico toda la herencia mediterránea, pero además formo parte integrante de la cultura universal, de Oriente hasta Occidente. La única especificidad que me reconozco es mi lengua y mi subjetividad. Pero, por medio de ellas, trato de abrirme a lo universal.”
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