Vergüenza
Eso es lo que siente uno al oír que Rodríguez Ibarra ha ordenado que el voto de un concejal del PSOE en el ayuntamiento de Cáceres sirva para aprobar el proyecto del Corte Inglés. Y eso después de reconocer que es una operación especulativa que ha provocado que algún concejal del PP dimitiera hace unos días para no verse enredado en esta trama.
No sabía uno cuando votaba esta candidatura en 2003 que ese voto se gestionaba en Mérida a golpe de aquí mando yo, de ordeno y mando y de consignas inexplicables. Quizá tampoco lo sabía ayer Carmen Heras cuando se negaba a apoyar la operación para quedar hoy desautorizada y en ridículo. No sé cómo reaccionará ante el desaire y la situación en que la ha dejado el presidente, pero es como para dar un portazo e irse a casa y que traigan un cunero de cabeza de lista.
Ibarra se va y le deja este regalo a la derecha, a los votantes del PSOE una humillación que no nos merecemos y a la próxima candidatura la losa de la vergüenza de este voto injustificable para remediar el entuerto de un tránsfuga que no lo es en sentido estricto porque no se ha ido a ningún otro grupo.
Ya nos explicarán desde Mérida qué hemos hecho los que votamos esta candidatura para tener que sufrir esta afrenta bochornosa que nos quitará para siempre la tentación de votarles.
Hoy Bono e Ibarra compiten otra vez en revolcarse en ese terreno de juego embarrado que debería ser de la derecha. Se equivocan si creen que diciendo esas barbaridades de los 900 suicidas les van a arañar algún voto. No parece que les importe mucho eso ni la imagen lamentable que están dando. No pasarán de recibir invitaciones para hacer un master en Georgetown o de ocupar incalificables titulares de segundo nivel en El mundo.
Con semejante izquierda, la derecha es un mal menor. Por lo menos se sabe lo que quiere y no engaña a sus votantes.
¿Para cuándo la figura penal de la malversación de votos? Prietas las filas.
No sabía uno cuando votaba esta candidatura en 2003 que ese voto se gestionaba en Mérida a golpe de aquí mando yo, de ordeno y mando y de consignas inexplicables. Quizá tampoco lo sabía ayer Carmen Heras cuando se negaba a apoyar la operación para quedar hoy desautorizada y en ridículo. No sé cómo reaccionará ante el desaire y la situación en que la ha dejado el presidente, pero es como para dar un portazo e irse a casa y que traigan un cunero de cabeza de lista.
Ibarra se va y le deja este regalo a la derecha, a los votantes del PSOE una humillación que no nos merecemos y a la próxima candidatura la losa de la vergüenza de este voto injustificable para remediar el entuerto de un tránsfuga que no lo es en sentido estricto porque no se ha ido a ningún otro grupo.
Ya nos explicarán desde Mérida qué hemos hecho los que votamos esta candidatura para tener que sufrir esta afrenta bochornosa que nos quitará para siempre la tentación de votarles.
Hoy Bono e Ibarra compiten otra vez en revolcarse en ese terreno de juego embarrado que debería ser de la derecha. Se equivocan si creen que diciendo esas barbaridades de los 900 suicidas les van a arañar algún voto. No parece que les importe mucho eso ni la imagen lamentable que están dando. No pasarán de recibir invitaciones para hacer un master en Georgetown o de ocupar incalificables titulares de segundo nivel en El mundo.
Con semejante izquierda, la derecha es un mal menor. Por lo menos se sabe lo que quiere y no engaña a sus votantes.
¿Para cuándo la figura penal de la malversación de votos? Prietas las filas.
<< Home