Lea usted a Pereira
Eso ponía la pancarta reivindicativa con la que en el aeropuerto de Tenerife recibieron hace algún tiempo a Antonio Pereira.
Lo cuenta el maestro en Aquí no tenemos plátanos, uno de los casi sesenta cuentos inéditos que acaba de publicar Alianza Literaria en La divisa en la torre, un volumen que toma título del primero de los relatos.
Un memorioso y espléndido Pereira, que ha extraído estos cuentos del fondo narrativo de unos diarios que debería decidirse a publicar. Porque como señala en una terminante declaración inicial, todo lo que el cuentista vive o imagina tiene vocación de cuento.
Lo cuenta el maestro en Aquí no tenemos plátanos, uno de los casi sesenta cuentos inéditos que acaba de publicar Alianza Literaria en La divisa en la torre, un volumen que toma título del primero de los relatos.
Un memorioso y espléndido Pereira, que ha extraído estos cuentos del fondo narrativo de unos diarios que debería decidirse a publicar. Porque como señala en una terminante declaración inicial, todo lo que el cuentista vive o imagina tiene vocación de cuento.
Con una destreza técnica y una variedad de enfoques y tonos que le mantienen a la altura de su acreditada maestría en el cuento español contemporáneo, con la ironía inteligente y benévola que orea muchos de esos textos, con esa cercanía tan suya de narrador oral al que le gusta contar, el de La divisa en la torre es un Pereira en estado puro, entero y tan sorprendentemente joven como siempre con una destreza especial para organizar el relato en función de la impresión única y del final.
Un final que igual puede contener la indignación de Meliano Peraile ante un anacoluto, que referirse a cierto aliño indumentario de Serrano Súñer o evocar a un presidente de gobierno de España que lleva una noche en su automóvil a Antonio Pereira y a Ú. a su casa de Argüelles.
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