23 marzo 2008

Pereira

Desde un Madrid ventoso y frío me llama el maestro Antonio Pereira, tan memorioso y vital como siempre, para hablar de Las sílabas del tiempo, de imágenes y de alejandrinos, y para contarme (le sigue gustando contar) cómo descubrió Alejo Carpentier ese ritmo en el aviso de un vagón del metro de París.

Pereira es -lo dice alguien tan poco dado al énfasis como Manuel Talens- el contador de historias más grande que ha dado este país en el último cuarto de siglo.

Pero a él le gusta decir que su verdadera vocación literaria es la poesía. Para confirmarlo, hace poco publicó en Calambur Meteoros, una antología poética en la que figuran estos versos que me sirven ahora para evocar aquella

bandera clara donde cuelga
la amistad sus corbatas de colores.