01 junio 2008

De feria en feria, con José Tomás


En el momento más oportuno, cuando se cierra una feria, la de San Isidro, y se abre otra, la del Libro, recién inaugurada, Alianza publica José Tomás. Un torero de leyenda, un libro de Carlos Abella en el que se unen la tauromaquia y la literatura en la exploración de la actualidad del mito.

José Tomás posee en grado de excelencia todos los rasgos que distinguen a un mito (misterio, distancia, altura o grandeza dramática). Además pisa en los ruedos un terreno que nadie hasta ahora había podido pisar, con la consiguiente revisión de los cánones que estaban pensados para otra forma de estar delante de la cara de un toro.

En esa rectificación de terrenos y cánones, José Tomás da un paso más sobre lo que había hecho Juan Belmonte, con quien el toreo se hizo quietud, o sobre la tauromaquia de Manolete, vertical pero carente de hondura. José Tomás une lo esencial de uno y de otro, renuncia a las ventajas y torea como hubiera toreado Manolete de haber conocido a Antonio Ordóñez o a Curro Romero.

No son los únicos esquemas que ha roto este torero. La distinción tópica que hacía incompatibles el toreo de pellizco y el de valor, no sirve ya y a partir de él no es más que una disculpa de carencias técnicas o artísticas.

A José Tomás ya sólo le falta -como le decía Valle-Inclán a Belmonte- que un toro lo mate en la plaza.

- Se hará lo que se pueda, don Ramón -contestaba zumbón el torero, que acabó inmolándose por su propia mano, sin haber alcanzado la altura de dios joven de Joselito el Gallo.

El problema es que José Tomás está haciendo últimamente todo lo que puede para que se cumpla en él el sino sacrificial del héroe. No lo permitan los dioses manes de Minos.