02 septiembre 2008

Elytis

Como un “poeta del amor, que concibe la vida como alegría, eternamente joven, guiado por la lógica de la naturaleza y una desbordante fantasía lírica, que es música, que es pintura, que es danza”, define a Odysseas Elytis (1911-1996) Cristián Carandell en el prólogo a la edición bilingüe que ha preparado para Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores.

Dignum est (1959), el largo poema-libro que abre la amplia selección de la poesía de Elytis, no es sólo su obra más importante. Es también –como La tierra baldía, Anábasis o Espacio- uno de los grandes poemas del siglo XX. Como ellos, extenso, salmódico y exigente, clausura una manera de escribir poesía y propone una lectura del mundo bajo una nueva luz. Monumental y sorprendente como esos poemas mayores, Dignum est marca un antes y un después, un camino sin retorno en la obra de Elytis y en la poesía griega contemporánea.

La integración de imagen y ritmo, de la nostalgia elegíaca y la exaltación hímnica, la armonización de forma y sentido, de espíritu y materia, de ética y belleza, de lo épico y lo lírico, de lo apolíneo y lo dionisiaco, son algunos de los ejes de una síntesis de tradiciones cultas y populares que recuerda a algunos de los poetas del 27 que más admiró Elytis. Y el resultado es una poesía que tiene como centro o como fondo la naturaleza mediterránea, la exaltación de la luz, el mar y el viento, las olas del Egeo, los olivos, el verano, el mediodía y las muchachas. En suma, la revelación del mundo a través de lo que el propio Elytis definió como una "metafísica de la luz".

A propósito de Eluard, Elytis escribió estas líneas, que pueden resumir su propia obra:

Lo que escribe llega enseguida a nuestro corazón, nos golpea en medio del pecho como una ola de otra vida sacada de la suma de nuestros más mágicos sueños.