21 abril 2009

Vampiros en el Reino de Goneril


Los editores de Rey Lear, con Jesús Egido a la cabeza, inauguran un nuevo sello, emparentado con el anterior. Toma el nombre de una de las hijas de Lear, que en principio iba a ser Cordelia -la mejor de las tres, claro-, aunque algún problema burocrático ha obligado a elegir a Goneril.

Reino de Goneril parece que será el nombre definitivo de una editorial que quiere especializarse en libros de viajes y gastronomía, una línea apuntada ya en algunos de los títulos que ha venido publicando Rey Lear en estos años.

Contagiado sin duda por la materia macabra de su primer título, Jesús Egido me cuenta que no hay alimento más básico que la sangre. Y por tanto nada mejor para empezar el banquete que este magnífico Tratado sobre los vampiros que publicó un monje benedictino en pleno siglo de la razón.

Esto del menú es cuestión de gustos. Lo indiscutible es que el Tratado sobre los vampiros, que escribió Augustin Calmet a mediados del siglo XVIII, es una inmejorable carta de presentación de la nueva editorial.

Espléndidamente ilustrado, lleva un amplio prólogo de Luis Alberto de Cuenca en el que relaciona este primer libro sobre los vampiros con la obra de otro ilustre benedictino, el padre Feijoo, un contemporáneo de Calmet, al que leyó y sobre el que escribió unas reflexiones críticas en una de sus Cartas eruditas y curiosas.

El Tratado, que arranca de un capítulo inicial con la idea de que la resurrección de un muerto es obra exclusivamente de Dios, concluye en la imposibilidad moral de que los revinientes salgan de las tumbas. Eso sí, después de analizar resurrecciones y peregrinaciones de cadáveres y de plantearse cuestiones tales como si un hombre realmente muerto puede aparecerse con su propio cuerpo o si se descomponen los excomulgados en la tierra.

Como próximos títulos se anuncian ya un libro sobre la pesca en León y un Breviario del cocido de José Esteban.