08 mayo 2009

En Budapest




Si la pandemia y las turbulencias alpinas no lo impiden, durante un par de días estaré en el Instituto Cervantes de Budapest participando con Moisés Pascual en el ciclo Verso y prosa de hoy: diálogo entre creadores, que inauguraron hace un par de meses Almudena Grandes y Luis García Montero.

Me llamaba la semana pasada el novelista Eugenio Fuentes para contarme que acababa de llegar de la Feria del libro de Budapest, de donde traía saludos de Javier Pérez Bazo, director del Cervantes, y buenos recuerdos de gente hospitalaria, danubiana y culta.

Se lo agradecí mucho, claro, pero no le dejé dar detalles del vuelo sobre los Alpes.

Puesto ya un pie en el estribo, me llega el archivo en pdf de La memoria frágil, el libro de José María Jurado que está a punto de aparecer y que me llevo en el ordenador.


Y allí, como un buen presagio, este poema que lo abre:



BUDAPEST


La noche, calle a calle,

habita o deshabita las mansiones

de fachadas ruinosas,

de puertas como grutas,

de luces amarillas

de gas

con el mal de la piedra en la mirada.

Chalecos de moaré, en los jardines,

un cuarteto de cuerda solicita

las últimas monedas del Imperio

a tanta soledad,

a tanta arquitectura de penumbra.


Aquí, entre el arco y la bóveda escondidos,

acaricio tus rizos. Todavía

hay brillo de metralla, fuego rojo,

los bigotes de Stalin en el cielo

constelado de aviones

y Hitler espiando en las ventanas.

Cuando la noche acabe

me perderé llorando hacia los montes de Buda.

¡Dame el último beso, amor, el último Danubio!

Aquí, entre el arco y la bóveda:

más allá de tus ojos han volado los puentes

y no hay más que ruinas.