19 mayo 2010

Edoardo Sanguineti


Ayer murió Edoardo Sanguineti. Había nacido en Génova en 1930 y era uno de los mejores poetas italianos de los últimos años y un espléndido traductor de Shakespeare. Hizo compatible la experimentación poética con un compromiso radical con la izquierda, la política con la cátedra y el juego verbal con una insobornable conciencia cívica. Sin sus obras no se entendería el Grupo 63, del que formó parte también Pasolini, y el catálogo de Feltrinelli sería menos interesante.

En sus Apuntes de didáctica literaria dejó escrito:

A1
Enseñar es imposible. Aprender, en cambio, no. Desde el punto de vista exquisitamente (y genéricamente) didáctico, no se puede dar, y en efecto no se ha dado, un paso más allá de Sócrates. El docente es mayeuta, partero, obstetra. Estéril, no fecunda nada ni a nadie.

A2
Enseñar es posible. Esta actividad pertenece, Sócrates es testigo, al arte erótico, capítulo de la seducción. (...) El docente que vale reúne en sí mismo las virtudes del corruptor y del partero. El docente que basta posee una de las dos virtudes. Los demás docentes no sirven.