22 marzo 2011

Biblioteca Vila-Matas en Debolsillo




Un amplio, irónico y divertido prólogo de Enrique Vila-Matas abre el volumen En un lugar solitario, la recopilación de cinco libros de narrativa breve escritos entre 1973 y 1984, inmediatamente antes de que su Historia abreviada de la literatura portátil lo convirtiese en un autor con abundantes lectores.

Escrito en su habitual tono narrativo, No hay que hacer nada luego es casi un relato en seis capítulos en el que Vila-Matas rememora su iniciación literaria. Con su sintaxis peculiar y su tono inconfundible, así explica Vila-Matas en ese prólogo el nacimiento de su vocación:

Del ya muy remoto año de 1971, que pasé en Melilla como soldado del ejército español, recuerdo muy especialmente los veinte días que estuve internado en el manicomio militar de esa plaza fuerte. Todo habría transcurrido distinto, diría que hasta con cierta normalidad, de no haber sido porque un buen día, a muy primera hora de la mañana –no voy a negar que desesperado-, subí al palomar del cuartel y en pocos minutos me bebí una botella de coñac, fumé varios porros de kif y tomé cinco anfetaminas. Dos horas después, en plena instrucción militar, condicionado por los efectos de la feroz mezcla, lanzaba con potente ímpetu mi fusil a las nubes. Después, farfullé cuatro palabras confusas que el capitán del pelotón intentó descifrar preguntándome, con notable insistencia, qué sucedía. Sí, qué pasaba, parecían estar diciendo también mis compañeros, entre asombrados y aterrados. El fusil había volado muy alto, como si anduviera yo escandalosamente sobrado de fuerzas. Siguieron cinco segundos interminables.

Dicen que hacerse pasar por inglés es una de las representaciones más difíciles de poner en escena. Pues bien, simular que uno está loco (sin estarlo) también es muy complicado, pero desde luego no lo es tanto si uno –como me ocurría a mí en aquel momento- está loco perdido, loco de verdad.

-Sucede que tengo demencia –terminé diciendo.

La cosa terminó con un ingreso en la sección de psiquiatría del hospital militar. Y Vila-Matas convirtió aquella experiencia de frenopático en materia narrativa de un relato, Todos conocemos Hong Kong, que se convirtió luego en el más extenso El hijo del columpio.

Esa bajada a los infiernos significó en buena medida el despertar de la vocación literaria de Vila-Matas. Por eso empezó a escribir. Por eso y porque a un comandante del ejército le dio por robar tres cajas de whisky a la semana en el economato de aquel cuartel africano y puso a investigar a aquel soldado recién salido del hospital.

Fue entonces, en aquella soledad inteligente de la trastienda del colmado militar, cuando Vila-Matas escribió su primera obra, En un lugar solitario, una novela corta, un monólogo lírico según los modelos de la escritura automática.

Quizá porque le habían prohibido el uso de armas, el soldado Vila-Matas construyó con ese texto –un largo monólogo sin ningún punto- un arma asesina para asfixiar sin contemplaciones y acabar con el lector más bondadoso.

Así empezó una larga trayectoria que le llevó de la escritura secreta a las ediciones minoritarias, y de ahí al éxito y a un amplio reconocimiento de la crítica y de los lectores. Los cinco libros que se recogen en este volumen contienen las claves de la escritura de Vila-Matas y permiten apreciar cómo se va configurando su mundo literario y una tonalidad cada vez más segura de su potencia narrativa.

En un lugar solitario es uno de los tres volúmenes con los que Debolsillo acaba de inaugurar la Biblioteca Vila-Matas con lo primero y lo último de su obra. Porque los otros dos títulos son la muy reciente y celebrada Dublinesca y una antología de relatos que recoge los textos esenciales de su narrativa breve entre 1988 y 2010 y toma su título del inédito Chet Baker piensa en su arte.

Ficción crítica es el subtítulo de ese espléndido relato, una novela breve que explora el territorio intermedio entre la narrativa y el ensayo, entre la ficción y el pensamiento en el que se instala buena parte de la literatura de Vila-Matas.

Una literatura que indaga en las fronteras inestables que delimitan no sólo los géneros, sino también las zonas de coexistencia de la literatura más radicalmente minoritaria con la narrativa más tradicional o comercial. Ese es justamente el eje de Chet Baker piensa en su arte, en el que -con el fondo musical de Bela Lugosi’s Dead en distintas versiones- un crítico busca la compatibilidad entre el Finnegans de Joyce y el señor Hire de Simenon, entre el hermetismo del arte en sí y la discursividad del relato asequible que no renuncia a la calidad.

Desde los dramáticos balbuceos iniciales de quien era todavía -en palabras del propio Vila-Matas- un escritor demasiado incipiente, demasiado humano, y flojo a la incursión en la bruma y en la metaliteratura del escritor maduro que crea un mundo literario potente e inconfundible en sus novelas, cuentos y ensayos, se irán sucediendo los dieciséis títulos que recogerá esta Biblioteca de autor, en la que en septiembre aparecerá Una vida absolutamente maravillosa, un tomo que reunirá una amplia antología de sus ensayos, y la novela Lejos de Veracruz.