16 marzo 2011

Refranero anticlerical


La dificultad y los riesgos de recoger e intentar racionalizar la actitud y el pensamiento de nuestros abuelos acerca de la gente de iglesia, no me eran ajenos. Primero, nuestras bibliotecas carecen de libros que pudiéramos llamar anticlericales. Segundo, en la propia Biblioteca Nacional existen las fichas de algunos de ellos, pero luego no aparecen, no están o están en consulta, escribe José Esteban en el prólogo de su Refranero anticlerical, un clásico que acaba de recuperar Paladares de Cordelia.

Una antología en edición ilustrada de refranes y poesía popular contra los clérigos lujuriosos y glotones. La variada fauna que habita este libro comparte, por encima de matices propios de las subespecies (frailes, curas, monjas, abades, sacristanes y beaterío),una misma condición dañina, una maldad epidémica para la que aún no se ha encontrado antídoto, aunque sí precauciones como esta:

Cuando veas un fraile de la Merced, arrima el culo a la pared.

Ningún tiempo litúrgico mejor que este de la cuaresma enjuta para dejar en evidencia a ese ángel vengador cuya piadosa mano negra y saqueadora ha ido retirando de las bibliotecas la literatura anticlerical, que nos ha dejado redondillas anónimas como esta, dedicada a otro fraile:

Vuestra dentadura poca
dice vuestra mucha edad,

y es la primera verdad
que se ha visto en vuestra boca.


O refranes como estos:

En el fraile y la mula, la coz es segura.


Clérigos, frailes y pardales, tres malas aves.

Y basta ya, que a puerta abierta no hay sermón largo.