25 mayo 2011

José Ángel Barrueco. Asco

José Ángel Barrueco.
Asco.
Eutelequia. Madrid, 2011.

La sombra ciega y sabia que llamamos Homero nos dejó claro que hay dos formas de entender la vida, dos formas de presentarla narrativamente: o la vida como lucha o la vida como viaje. Sobre ese punto de partida, Cervantes, que desconocía los poemas homéricos -a Homero se le tradujo mucho después-, dio otra vuelta de tuerca y unió en el Quijote esos dos modelos.

Asco, la última novela de José Ángel Barrueco, recién publicada por Eutelequia, asume en su subtítulo su condición de relato de un viaje: el relato de un crucero adriático durante ocho días de julio con escalas en Grecia, Croacia e Italia.

El narrador-viajero que cuenta y protagoniza Asco escribe un diario de a bordo en el que recoge no sólo los apuntes del turista que llega a Brindisi, Dubrovnik o Venecia, sino también sus malas impresiones de la mayoría de los pasajeros.

Además Asco es un viaje por la literatura y por el cine que interesan a su autor, un homenaje constante a quienes desde los libros o las películas han configurado la educación sentimental de José Ángel Barrueco, que no disimula la evidente base autobiográfica del libro, que se anuncia como la primera parte de una trilogía a la que seguirán Angustia y Alumbramiento.

Pero por encima de todo y por debajo del viaje físico, Asco es el relato de un viaje interior, de una transformación del personaje. Porque el viajero que toma el avión Madrid-Atenas deja atrás su pasado cuando sube al Zenith y cuando abandona el camarote una semana después, ya es otro.

Aunque sólo sea porque, como Ulises, no sólo ha hecho una travesía por aquel mar antiguo. Como Ulises, ha bajado también a los infiernos, que a menudo –ya lo dijo Sartre- son los otros.