06 junio 2011

Centenario de Milosz


Si Dios no existe

Si Dios no existe,
Significa que somos dioses.

Dijimos «No» al principio del mundo
Que es el principio del paso del tiempo y la muerte,
Y también el principio de la inconsciencia,
Ideamos el bien y el mal.
Construimos catedrales.
Erigimos altares en honor del Ausente.
Creíamos poder recuperar el Paraíso perdido.


Son los versos de
Si, un poema fechado en 2002, dos años antes de su muerte en Cracovia, es el último texto que incluye Tierra inalcanzable, la amplia antología poética de Czesław Miłosz que acaba de publicar Galaxia Gutenberg /Círculo de Lectores con traducción, selección y prólogo de Xavier Farré Vidal.

Este libro será uno de los referentes de la celebración del año Milosz con motivo del centenario de su nacimiento en Vilna en 1911. Milosz evocaría Lituania como un país de leyendas mitológicas y de poesía, con una naturaleza a la medida del hombre. Y aunque siempre se consideró un poeta polaco -pues esa era la lengua que hablaba y en la que escribía- y no lituano, los paisajes y el espíritu de Lituania nunca lo abandonaron, como recordaba el poeta en su discurso de recepción del Nobel en diciembre de 1980.

En la poesía de Milosz, que para poetas como Joseph Brodsky o Seamus Heaney es una de las cimas de la literatura del siglo XX, conviven la mirada reflexiva sobre la naturaleza con la ambición visionaria y la memoria personal con la convulsa historia política de la Europa contemporánea.

Entre dos formas extremas de concebir la poesía –las que representan Orfeo y Tiresias- sitúa Seamus Heaney una parte fundamental de la obra de Milosz. En esa mezcla de meditación y revelación que recorre muchos de sus poemas memorables está su mejor ejemplo, la raíz de su huella perdurable en la poesía contemporánea:

Convertido tan sólo en una mirada, seguiré absorbiendo las proporciones del cuerpo humano, el color de los lirios, una calle parisina en junio, al alba, toda esta incomprensible abundancia, la incomprensible abundancia de las cosas visibles.