11 noviembre 2011

Manifiesto de derechos humanos


Este manifiesto va dirigido a todo el mundo. No se trata de una declaración más ni de otra lista de derechos humanos. Su tesis es que los derechos humanos pertenecen a la esfera de la economía política; que tienen que formar parte de los cimientos de toda sociedad que funciona correctamente. Cualquiera sabe que los seres humanos necesitan vivir en sociedad y que esta condición social fundamental requiere que esté cubierto el derecho básico de la existencia material de sus miembros. Todos los demás derechos, junto con el de la dignidad humana, derivan de éste. Este manifiesto es una reclamación legítima de los derechos humanos que ya están consagrados en tantas declaraciones, escribe Julie Wark en la introducción de su Manifiesto de derechos humanos, que acaba de publicar Barataria en su colección Documentos con traducción de Claudia Apablaza.

A lo largo de sus cuatro capítulos se denuncia el incumplimiento de la Declaración Universal de Derechos Humanos, las desigualdades extremas y las brechas que provocan el neoliberalismo global y el capitalismo salvaje, desregulado y brutal, no sometido a ningún tipo de control democrático.

La clave para remediar esta brutal injusticia, esta cruel situación, está en la reclamación, en la exigencia radical de esos derechos que ya están jurídicamente reconocidos como herencia natural de todo ser humano; esos derechos que son inherentes a la dignidad humana, la libertad y la igualdad que ésta conlleva, y la fraternidad, que no puede existir sin ellos. Los derechos humanos son una expresión de la arraigada y profunda noción humana de la justicia, y «humano» es una categoría universal que abarca a todos los hombres y mujeres.

El propósito de Julie Wark es hacer un llamamiento a las gentes de todas las condiciones sociales para que reclamen los derechos que constituyen la esencia de una existencia verdaderamente humana.

Una denuncia de las desigualdades que ha provocado la era global, un alegato y una llamada a la rebelión, porque
los derechos humanos no son divisibles porque todos proceden de un derecho básico, aplicable a todos los seres humanos: el derecho a una existencia digna, porque no son un regalo ni se otorgan por caridad, como pretende su actual forma tergiversada de humanitarismo, sino que son un requisito humano básico, porque no son ajenos a las instituciones sociales, sino que deben constituir su base, y la base de la república democrática es la libertad de todos sus ciudadanos en el verdadero sentido humano de la palabra. Privado de los medios de una existencia digna, ningún ser humano puede ser libre. Los derechos son la base de la dignidad, la libertad y la justicia, nada menos que a escala universal. Los derechos humanos son radicales.