20 noviembre 2012

Seferis. Poesía completa


Dondequiera que viajo Grecia me hiere, escribía en 1936 Yorgos Seferis, uno de los poetas fundamentales del siglo XX.

Nacido en Esmirna, la trimilenaria ciudad griega, poco antes de que fuera conquistada por los turcos, en Seferis se cumple como en pocos autores el destino del poeta como un extranjero.

Por eso su obra está escrita desde la noción del exilio y hay en ella una presencia constante del tema del viaje y del eterno retorno que iguala al poeta con Ulises.

Y esa es la razón por la que Selma Ancira y Francisco Segovia sitúan entre el mito y la historia a Yorgos Seferis (1900-1971)  en el prólogo a la edición bilingüe de su poesía completa que acaba de aparecer en la indispensable colección de poesía de Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores.

El que posiblemente sea el libro central en toda su trayectoria -Mythistórima- es el que se ha utilizado como título para reunir toda la poesía de Seferis. Ese libro se abría con este espléndido poema:
   
Al mensajero
tres años lo esperamos a porfía
pegada la mirada
a los pinos la playa y las estrellas.
Fundidos a la reja del arado o a la quilla del barco
buscábamos hallar de nueva cuenta la semilla primigenia
de la que germinase una vez más el más antiguo drama.

Hemos tornado a nuestras casas rotos
extenuados los miembros, las bocas agrietadas
por el sabor de la salmuera y de la herrumbre.
Al despertar viajamos hacia el Norte, extranjeros
sumidos en la bruma de prístinas plumas de cisnes que nos herían.
En las noches de invierno el impetuoso viento del Este nos volvía locos 
en el verano errábamos en la agonía del día que no sabía entregar el alma.

 A nuestra vuelta hemos traído
estos bajorrelieves de un arte humilde.

"Todo en los poemas de Seferis es regreso –escriben los editores en el prólogo-. Regreso imposible, si se quiere, pero siempre en curso, como el de Ulises en la Odisea. Quizá por eso para él no hay nada más griego que el viaje de vuelta, que carga a las espaldas la nostalgia de una tierra a la que hay que regresar, siempre regresar, pues acaso sea verdad que una patria no es nunca el lugar del que se parte sino siempre el lugar al que se vuelve. Esto es lo que le enseñan Ulises y Jasón."

La peregrinación, la búsqueda, el viaje por mar y las preguntas se convierten en claves poéticas que cifran la imagen de la vida para Seferis sobre un paisaje de olivos y rocas, de islas con estatuas y caballos y viento en los cipreses. Y al fondo, siempre, la temporalidad, la conciencia de la pérdida:

Lamento haber dejado correr un ancho río entre mis dedos
sin beber una sola gota.
Ahora me hundo en la piedra.
Un minúsculo pino sobre la tierra roja,
mi sola compañía.
Cuanto amé se ha perdido con las casas
que eran nuevas el último verano
y se desmoronaron con el viento del otoño.

Un viento que sigue soplando en los poemas de sus últimos libros, como en este Solsticio de verano:

El viento del mar y la brisa del alba
existen sin que lo pida nadie.