Club La Sorbona
Antes del robo dicen que se contó sonriendo los dedos de su propia mano diestra.
Ya declinando 1791, en la última y más umbría vivienda de Wolfgang Amadeus Mozart sita en el 970 de la calle Rauhensteingasse, Viena, a pesar de que nada se podía hacer, el viejo Dielinzt acudió en ayuda del genio musical agonizante. Accedió al edificio. Primera planta. La puerta principal semiabierta. Se adentró a solas en el vestíbulo que también servía de cocina y, puesto que no existía un gran pasillo o corredor desde el que poder adentrarse en cualquier estancia sino que las habitaciones estaban unidas una a continuación de la otra de tal manera que, para ir a la última, se habían de atravesar todas las demás, el tabernero Dielinzt no dejó de husmear en cada una antes de llegar por fin: el genio malreposaba en un dormitorio- sala de billar. ¡Extraño lugar, sin duda!
Así comienza Club La Sorbona, la última novela de Luis Artigue que acaba de publicar Alianza Editorial. En busca de la flauta mágica se titula ese primer capítulo de una novela que ni es lo que parece -una novela histórica- ni transcurre en la Viena de fines del XVIII.
Es una parodia desatada de la novela negra ambientada en Violincia, a donde ha llegado Mr. Tatel, un detective inglés en busca de la flauta mágica de Mozart. Se hospeda en el Hostal El Tocino Vanguardista y se siente perdido lejos de Londres en ese pueblo famoso por sus burdeles con encanto, donde trabajan Assumpta “La Emperadora” o Amalia María, chamana peruana. Con ese planteamiento, el nombre del club que da título a la novela tampoco alude a lo que parece aludir en principio, la institución universitaria francesa.
Una novela divertida y escrita con tanto oficio como humor, con diálogos esperpénticos y chispeantes de excéntricos inolvidables como Lauro Arrabal, intelectual famoso que va a curarse sus desarreglos psíquicos en el hospital homeopático fundado en la localidad por un santo sanador que conoce las conversaciones al agüisquecer. Allí trabaja Silia, psicóloga experta en hipnoterapia que un día aparece muerta de muerte violenta. El principal sospechoso de haberla asesinado, un Sade rural y silicótico al que la voz de la calle llama El Gomas, también aparece asesinado.
Otros personajes como el chatarrero Ponciano, Amlio “El Atropacadáveres”, Lato “El Mazmorro,”doña Enriqueta, la maestra institucionista con Alzheimer o su hija Tulia, farmacéutica resentida de formación laica e igualitaria, completan el elenco de una novela en la que el pastiche, la parodia y los contrastes esperpénticos sientan las bases de un relato presentado por un prólogo con oferta de empleo púbico.
<< Home