04 septiembre 2013

De este a oeste, dos parques

El paseante puede ir de un extremo a otro de la ciudad, desde el este al oeste, mientras visita dos parques.

El Parque del Rodeo, renovado en la transición del siglo XX al siglo XXI, guarda la memoria popular del Cáceres agrario de las antiguas eras que en él separaban el grano de la paja, y de la ciudad que celebraba en ese ejido el mercado de ganados y las ferias de San Fernando y San Miguel.

Lugar de esparcimiento y descubiertas infantiles durante muchas generaciones, hoy es un tranquilo espacio verde cuya amplitud está rodeada de centros de enseñanza y complejos polideportivos.


Bordeando uno de los límites naturales de la ciudad, el que marcan hacia el noroeste la Sierrilla y algún modesto arroyuelo, el del Príncipe es otro de los principales parques urbanos de Cáceres. A lo largo de sus más de veinte hectáreas, discurre un largo paseo con un canal central que corre entre árboles de hoja caduca. En la altura de sus chopos y de sus olmos se reflejan los cambiantes colores de las estaciones y los ciclos vegetales: desde el verde primaveral al amarillo agostado del estiaje y de los ocres rojizos del otoño a la parda desnudez del invierno en los esqueletos de los árboles. En sus ramas esquemáticas vibra el recuerdo de las hojas y los frutos y duerme el proyecto de yemas y germinaciones del final de los fríos. 

A esto une el Parque del Príncipe otros atractivos como una Estufa fría, un Jardín botánico y un Museo de escultura al aire libre organizado alrededor del paseo, que es también un observatorio privilegiado de la riqueza ornitológica de la ciudad.

 (Santos Domínguez. Nueve variaciones sobre fondo azul. En Patrimonio natural. Ciudades Patrimonio de la Humanidad. Ed. Alvarellos, Santiago de Compostela, 2010)