Francisco Caro. Claustro
Exigente en su estilo y contenida en el ritmo de su dicción
clásica, potente en su tono emocional y ambiciosa en su lenguaje y en sus imágenes,
la poesía meditativa e intimista de Francisco Caro en Cuerpo, casa partida (XXXII Premio Leonor de
Poesía) busca un lugar de encuentro entre el sentido existencial del tiempo
y el tempo del poema para habitar un espacio donde se cruzan la mirada hecha
palabra del poeta y el mundo.
CLAUSTRO
SANTA MARÍA DE NIEVA
Sentir lo prescindible,
callar los dos en gótico,
ver sin verse en
las bóvedas
que forman la
armonía de un cuadrado
geminadas también,
las columnas
soportan la razón
extraña que nos
turba,
un dictado de
siglos.
¿Por qué venida
–pregunté-
desde los graves
pulsos
de los picapedreros
toda esta fronda
medieval de recios
capiteles nos
siguen intrigando?
¿Tan sólo porque
cuentan
deseos de
iniciados,
angustias y delirios,
angustias y delirios,
riberas de lo
oscuro y del enigma?
Ni herméticos
ni explícitos
mensajes
–dijiste- tienen
esa
compleja sencillez
que vive en el
idioma amanuense
del que está en el
secreto, son poemas
signos con que
vencer, junto a los otros,
el tedio de la
vida, lo vano de los arcos.
Después
continuaste:
Ni púlpitos ni
tumbas, no son tinta
ni piedra
traicionada los poemas,
qué sino presos
cadáveres en jaulas
que pacientes
aguardan
su hermenéutica.
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