07 marzo 2015

Las cartas de los muertos


 
    Leemos las cartas de los muertos como dioses indefensos

    pero, al fin y al cabo, dioses, ya que conocemos la continuación.

    Sabemos qué deudas no se pagaron.

    Con quiénes se precipitaron a casarse las viudas.

    Pobres muertos, muertos cegados,

    engañados, falibles, previsores en vano.

    Vemos muecas y guiños a sus espaldas.

    Al oído nos llega el rasgar de testamentos rotos.

    Ridículos, como sentados en tostadas de mantequilla,

    echan a correr en pos de sombreros al viento.

    Su mal gusto, Napoleón, el vapor y la electricidad,

    sus curas mortíferas a enfermedades curables,

    su bobo Apocalipsis según San Juan,

    su falso paraíso terrenal según Jean-Jacques…

    En silencio contemplamos sus peones en el tablero de ajedrez,

    pero cuando ya han avanzado tres casillas.

    Cuanto habían previsto sucedió diferente,

    o un poco diferente, es decir, absolutamente diferente.

    Los más vehementes nos miran confiados a los ojos

    para por fin ver, según sus cálculos, la perfección.

 
    Wislawa Szymborska.Acaso. 
Traducción de Jerzy Skvomirsky y Ana María Moix. 
Lumen, 1997