03 julio 2015

Rilke por Rulfo


¿Quién, si gritara yo, me escucharía
en los celestes coros? Y si un ángel
inopinadamente me ciñera
contra su corazón, la fuerza de su ser
me borraría; porque la belleza no es
sino el nacimiento de lo terrible; un algo
que nosotros podemos admirar y soportar
tan sólo en la medida en que se aviene,
desdeñoso, a existir sin destruirnos.
Todo ángel es terrible. Así yo, ahora
sepulto, como oscuros sollozos en mi pecho
mi grito de socorro. ¿A quién podremos recurrir?
Ni a los hombres ni a los ángeles.
¡Ay! Incluso las bestias, astutas, se percatan
de que es torpe, inseguro, nuestro paso
que yerra por un mundo interpretado.

Así empieza la primera de las Elegías de Duino, de Rainer María Rilke, en la traducción de Juan Rulfo. Sexto Piso incorpora a su creciente colección de poesía ese poema imprescindible del siglo XX en la versión de uno de los autores fundamentales de la lengua española.

Un lujo.