Un clásico del terror
Exterior e interior. Son, además de la portada, dos de las espléndidas ilustraciones de Sebastián Cabrol para La casa en los confines de la tierra, la novela de terror cósmico de William Hope Hodgson que apareció en 1908 y que, con traducción de José Luis Piquero, acaba de publicar Hermida Editores en una cuidada edición ilustrada que rescata uno de los títulos fundamentales del género.
Una obra con una potencia visionaria que influyó decisivamente en Lovecraft, que escribió estas líneas sobre ella en El horror sobrenatural en la literatura:
Quizá la mejor de todas las obras de Hodgson, nos habla de
una casa solariega y tenebrosa en Irlanda, centro de una encrucijada de
horribles fuerzas cósmicas y acosada por blasfemas monstruosidades que surgen
del abismo. El peregrinaje del espíritu del protagonista a través de
ilimitados años-luz de espacio cósmico y kalpas de eternidad, y su visión de
la muerte del sistema solar, constituyen algo casi único en la literatura popular.
Y en todas partes se manifiesta el poder del autor para sugerir vagos horrores
acechantes en escenarios naturales.
Un viaje que se remonta desde el horror de los siniestros seres ocultos que acechan al protagonista hasta los confines del tiempo y el espacio en un trayecto que anticipa la ciencia ficción contemporánea y la experiencia interestelar del astronauta de Kubrick y Arthur C. Clarke en 2001. Una odisea del espacio.
Un viaje que se remonta desde el horror de los siniestros seres ocultos que acechan al protagonista hasta los confines del tiempo y el espacio en un trayecto que anticipa la ciencia ficción contemporánea y la experiencia interestelar del astronauta de Kubrick y Arthur C. Clarke en 2001. Una odisea del espacio.
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