18 marzo 2016

Guía del lector del Quijote




La editorial Stella Maris, que acaba de publicar tres espléndidos estudios sobre Shakespeare, se suma al año cervantino con la recuperación de un libro esencial en la bibliografía del Quijote: la Guía del lector del Quijote, de Salvador de Madariaga, que apareció en 1926, muy poco después de ese otro hito ineludible que es El pensamiento de Cervantes, de Américo Castro.
Dos títulos de dos novecentistas que miraban al horizonte europeo y abrieron con sus ensayos decisivos el camino a la lectura contemporánea del Quijote y de Cervantes como dueño de su escritura frente a la tradición del genio inconsciente desbordado por su creación.
La aportación fundamental de Madariaga en este libro es la fundación del concepto de quijotización de Sancho en un movimiento de ascensión progresiva hacia la configuración moral de Don Quijote y la inversa sanchificación de Don Quijote en un proceso dialéctico de ósmosis en el que es fundamental el valor humano del diálogo.
Pero además de esa contribución a los estudios sobre el Quijote, Madariaga ofrece en este libro un análisis luminoso de la figura de Dorotea –o la listeza-, de  la cobardía de Cardenio o del episodio de la Cueva de Montesinos, que ocupa un lugar central en ese proceso de quijotización de Sancho y de sanchificación de Don Quijote:
Deshelados de la rigidez simplista que los presenta como dos figuras de antitética simetría, don Quijote y Sancho adquieren a los ojos del observador atento la movilidad vital y humana que heredaron de su humanísimo padre y creador. Circula por todos sus actos la misma jugosa savia cervantina que los hermana. Y así, interpenetrados por un mismo espíritu, se van aproximando gradualmente, mutuamente atrayendo, por virtud de una interinfluencia lenta y segura que es, en su inspiración como en su desarrollo, el mayor encanto y el más hondo acierto del libro.