12 abril 2016

Marea llena / Alta marea

Con mi agradecimiento a Marcela Filippi por su dedicación a mi poesía, dejo aquí su reciente traducción al italiano de mi Marea llena, de Las sílabas del tiempo. La Isla de Siltolá, Sevilla, 2013.(2ª edición)


MAREA LLENA, de Santos Domínguez 

Y también los días que creíamos 
que nunca nos llegarían, están aquí ya. 
(K. Rexroth) 

Un día, de repente, vemos subir el mar.

Vemos que la marea que habíamos olvidado
ha empezado a subir hacia nuestra precaria
consistencia de arena.

Estábamos dormidos y nos sobresaltaron
verdemente las olas
con su amenaza de algas, su furia de ceniza.

Pero el pánico blanco de la espuma imparable
ya no nos precipita.

Tras el primer temblor miramos a lo lejos
y hay una levadura de dulce mansedumbre
brillando en la tristeza corporal de las olas,
en la respiratoria cadencia del reflujo,
perdiéndose en el cielo como el pájaro tímido
que es entonces la tarde de las velas latinas.

Y ahora el verano ofrece carnal al sol del tiempo
su desolada sed esbelta de palmeras
en donde el quinto viento furtivo da la vuelta.

Mientras en una orilla oscura y cardinal
un corazón se pudre sin rencor ni esperanza
y va inventando un barco que vaya a ningún sitio
y flote sobre el tiempo mientras estemos vivos
con el temblor secreto de las cristalerías.

La muerte, poco a poco, se ha parado en la orilla.


ALTA MAREA, di Santos Domínguez 

E anche i giorni che credevamo 
non sarebbero a noi mai giunti, sono già qui. 
 (K. Rexroth) 

Un giorno, all’improvviso vediamo salire il mare.

Vediamo che la marea che avevamo dimenticato
ha iniziato a salire verso la nostra precaria
consistenza di sabbia.

Eravamo addormentati e ci fece sobbalzare
la verzura delle onde
con la loro minaccia di alghe, la loro furia di cenere.
Ma il panico bianco della schiuma inarrestabile
ormai non ci precipita.

Dopo la prima scossa guardiamo lontano
e c’è una lievitazione di dolce mansuetudine
che brilla nella tristezza corporale delle onde
nella respiratoria cadenza del riflusso,
che si perde nel cielo come l’uccello timido
che è dunque la sera delle vele latine.

E ora l’estate offre carnale al sole del tempo
la sua desolata sete sottile di palme
dove il quinto vento furtivo gira.

Mentre su una sponda buia e cardinale
un cuore marcisce senza rancore né speranza
e va inventando una nave che vada a nessun luogo
e galleggi sul tempo mentre siamo vivi
con il tremolio segreto delle cristallerie.

La morte, poco a poco, si è fermata sulla sponda.



(Traducción de Marcela Filippi)