18 julio 2016

Ewan Clayton La historia de la escritura



Que se pudieran usar menos de treinta signos para representar una palabra en cualquier lengua le parecería algo muy tosco a un escriba egipcio, acostumbrado a emplear centenares. Pero este primer alfabeto era utilitario y tenia que serlo. Este método alfabético tenía a su favor que era relativamente fácil de aprender, que se podía adaptar a la mayoría de las lenguas y que liberaba al comerciante del poder del escriba, ya fuese este del templo, real o militar. Uno podía llevar sus propios registros, podía dirigir sus propios negocios. Se sabe con seguridad que alrededor del 1700 a. C. los trabajadores semitas de las minas de Serabit el-Khadem (Sinaí) empleaban un sistema similar al de la inscripción de Wadi el-Hol; a partir del 1600 esta escritura protosinaítica aparece más al norte, en la zona sirio-palestina; y hacia el 1000 a. C. se uso en su forma fenicia para esculpir un verso protector alrededor de la tumba de Ahiram, rey de Biblos, una ciudad famosa por su comercio exportador de papiros, y de donde procede la palabra griega para designar el libro, biblios. 
Mi objetivo principal es contar la historia de la escritura en letras latinas, y es cierto que no todos los detalles de las idas y venidas de las escrituras alfabéticas y silábicas por el Mediterráneo oriental guardan relación con el avance del alfabeto hacia Grecia y después hacia Roma. Pero debemos tener en cuenta que es de esta escritura semicursiva de los fenicios –los cananeos que habitaban en la costa, en ciudades como Biblos, Tiro, Sidón, Beirut y Ascalón– de la que descienden todas las posteriores ramas de la escritura alfabética. La más importante fue la aramea, de la cual a su vez vinieron las familias hebrea, árabe e india. 
En contraste con la proliferación de formas a medida que el alfabeto se trasladaba hacia el sudeste, en su viaje hacia el noroeste había mayor convergencia. Al final, una sola versión del alfabeto llego a dominar la zonas que se extienden desde Escandinavia hasta el Mediterráneo. Fue el alfabeto que se difundió desde la ciudad de Roma. 

Ewan Clayton.
La historia de la escritura.
Traducción de María Condor. 
Siruela. El Ojo del Tiempo. Madrid, 2016