04 octubre 2017

Marcos Matacana.Silva de varia erección




FLORES NEGRAS 
Oh Sonia, negra flor de mi condena, 
su boca prometiendo un paraíso, 
el ron, el son, su culo, qué sé yo, 
o Cuba, todo el mar, tanto misterio. 

Y sé que la cagué siéndote infiel 
con ella, y que también iba fumado, 
y puedo comprender que te enfadases, 
pero me arrepentí justo al correrme. 

Lo dice en el Propéctico Aristóteles:
"Omne animal post coitum triste" y puede 
que actuase como un cerdo. Me arrastró

el canto irresistible de sirena 
de aquella Circe negra al arrecife 
donde me sigo hundiendo en tu desprecio.

Ese texto es uno de los que forman parte de la Silva de varia erección que Marcos Matacana Martín publica en el número dieciséis de los Cuadernos de humo que edita en Nueva York Hilario Barrero.
Textos que constituyen una elegía desenfadada, un recuento de pérdidas, oda y memoria de nombres y veranos, de pieles y de rostros, con ese tono coloquial y el toque culto que no es exhibición, sino ironía -presente en esta plaquette desde el título, que parodia la Silva de varia lección del también sevillano Pedro Mexía- que marca distancias con el pasado a través de los mitos antiguos y los cielos de Giorgione.
Nombres -Lidia, Covadonga, Cintia, Sonia...- y cuerpos sin nombre como el de "la gorda" -así se titula el texto- que "se sentó a horcajadas sobre mí, / y me besaba el cuello y me faltaba / el aire al respirar, y no sabía / si estaba dentro o fuera, y fue un momento. (...) Y vi que se alejaba impresionante, como una Virgen en Semana Santa, / un astro refulgente, toda culo, / bajo un palio de estrellas, un cometa." 
Astros fugaces que forman parte de esos recuerdos sin rencor, de ese "saberse un eslabón de la cadena / de nombres que son polvo y no ser más / que el monstruo con grilletes que la arrastra."
Y al fondo, hablando de lo fugaz, el tiempo y la muerte:
La muerte como un Argos de cien ojos, 
la muerte que conoce nuestros nombres, 
la muerte que nos sigue y es la muerte 
que a mí me la sudaba y me la suda.