09 octubre 2018

Kafka. Cuadernos en octavo


Estamos -visto con los ojos impuros de este mundo- en la situación de unos viajeros de ferrocarril que han tenido un accidente en un largo túnel, y justamente en un punto en el que ya no se ve la luz del comienzo, y la del final sólo de modo tan escaso que la mirada la tiene que buscar de continuo, y la pierde de continuo, y además sin que ese comienzo y ese final sean siquiera seguros. Pero en torno a nosotros, en la confusión o en la hipersensibilidad de los sentidos, no tenemos sino monstruos y un juego de caleidoscopio, deleitable o fatigoso según el humor y las lesiones del individuo, escribía Kafka en uno de sus Cuadernos en octavo, el Cuaderno G, que inició a mediados de octubre de 1917 y cerró a finales de enero de 1918.
Lo publica en una edición actualizada El libro de bolsillo de Alianza Editorial con traducción, introducción y notas de Carmen Gauger, que escribe al final de su prólogo:
“Queda el lenguaje. Lo más bello, lo más asombroso de Kafka. Ese lenguaje preciso y burocrático, austero y riguroso, y al mismo tiempo milagrosamente claro, transparente y misterioso. De una musicalidad inalcanzable.”