13 mayo 2019

La flor de Californía





Con esta explicación se dio el juez por satisfecho y yo para librarme de los curiosos me zambullí por la primera puerta que vi abierta.
Esta primera puerta fue la de una iglesia toda blanqueada y con los altares totalmente cubiertos por flores de papel de colores chillones. 
El órgano tocaba un schottisch muy castizo que nunca más he vuelto a oír y que me ha sido imposible recordar su melodía.
Entré de puntillas sobre las baldosas gibadas dando saltos de pelota de goma por la nave central y en dirección al altar mayor. 
Aún no iba a mediados de la nave cuando comenzaron las columnas a mover sus brazos para indicarme que abandonara aquella direc- ción y me apartara a una nave lateral. 
Sin pedir explicación alguna me fui a la nave izquierda, donde me encontré con una capilla de zinc, y en ella una mujer. La mujer morena de pechos de aluminio y vestida con maillot de cera. Me enredó en un lazo de siseos con el cual tiró de mí hasta atraerme junto a la verja y poder cuchillear a mi oído: 
—Coge la flor de Californía.
La mujer morena salió de la capilla de zinc y fue saltando con velocidad vertiginosa de una lámpara a otra, de un altar a otro, de una nave a otra.
Y yo no cesaba de oír por todas partes con euritmia de péndulo exhausto de cuerda: 
—José María, José María,
Coge la flor de Californía.
—José María, José María,
Coge la flor de Californía.
—Coge la flor de Californía.
—Coge la flor de Californía.
Fornía, Fornía, Fornía, Fornía, nía, nía, nía, nía, nía, nía, nía, nía, nía. 
La mujer morena del maillot de cera y de los pechos de aluminio comenzó a arder por los cabellos. Nía, nía, nía, nía.
La mujer morena ardió por completo y solo quedaron sus dos pechos que convertidos en globos se los llevó un niño vestido de primera comunión. 
Momentáneamente me quedé solo en la iglesia, oliendo a cera quemada, oliendo a flores contrahechas yo solo.
Mis pasos retumbaban y fui el centro de aquel ruido sin límites y solo en aquella cárcel de ruido blando pugnaba por salir de ella, en vano, por forjar radios que me condujeran a la tangente. Me encaré con las columnas y las columnas no me dijeron nada, me hacían señas equívocas y empecé a creer que eran verdaderas columnas de piedra. 
Partió en dos mi éxtasis una frase ya olvidada pero rediviva: «Coge la flor de Californía».

Es uno de los fragmentos más significativos de La flor de Californía, el conjunto de prosas superrealistas que José María Hinojosa escribió entre 1926 y 1928 en Madrid, Málaga y París.

Organizado en dos partes, la primera parte, con una leve trama argumental, es la más cercana al relato y en ella aparecen siete textos: La flor de Californía, Por qué no fui Singapore, Los guantes del paisaje, Diez palomas, Viaje a Oriente, La mujer de arcilla y Ella y yo solos.

La segunda parte (Textos oníricos) contiene otros siete poemas en prosa en los que Hinojosa se acerca a la escritura automática del superrealismo. Así termina el último:

Cuando el aire, después de dar la vuelta al mundo, vuelva a encontrarse con nosotros, vendrá cargado de interrogaciones y entonces nuestros cuerpos se cubrirán de llagas por donde alcanzará su libertad la sangre y el aire meterá sus dedos hasta tocar nuestras entrañas.

Con una mezcla vanguardista de imágenes visionarias, chispazos expresivos y revelaciones poéticas, humor y juego, La flor de Californía, más próxima a Los Cantos de Maldoror que a Breton o Aragon, participa también de la influencia de las greguerías ramonianas.

Con este título que llega hoy a las librerías inaugura Demipage su nueva colección Arranca Thelma, que explica así la editorial:

"Con La Flor de Californía, del escritor malagueño José María Hinojosa, se inicia una colección que recupera figuras literarias perdidas, fruto de la colaboración de una editorial, Demipage, y de un librero, Luis Lázaro, de Librería Arranca Thelma.

Este primer libro de la colección está acompañado por las ilustraciones de dos jovencísimos artistas, Claudia Villanueva y Rodrigo Lapuerta, que reinterpretan en clave siglo XXI los importantes textos surrealistas de José María Hinojosa."