Unos colores gloriosos y humildes
... unos colores gloriosos y humildes con una afición de Primera, campeona, y sobre todo campeona en las lides del humor, tan imaginativo como para pedir a coro la hora a los cinco minutos de comenzar el partido porque ya había marcado el Cádiz y sólo el Cádiz.
-¡Árbitro, la hora!
Había sido un gol mío de cabeza y de cabeza traía la afición al árbitro, que no entendía nada. Tanto lo despistó un grito tan unánime, sonoro y decidido que llegó a pensar cómo no todos podían estar equivocados salvo él, y se fue a la banda mirando el reloj, a consultar con el línea. Aquel trencilla salió en las letras de carnaval, por tonto, pero nunca nos perdonó la chanza y se vengó de nosotros en tres o cuatro estadios. El Cádiz lo recusó, mas fue peor el pretendido remedio que la enfermedad porque sus compañeros hicieron causa común con él y nos mandaron a Segunda. Por lo visto hay gente que prefiere que le griten hijoputa antes que borrico.
Antonio Hernández.
Gol Sur.
Relatos del Cádiz.
Algaida. Sevilla, 2008.
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