10 diciembre 2022

Pozo pródigo




No hacen falta puñales para matar por dentro
e ir resucitando como hibernada fiera.
Un ave carroñera quisiera arrebatarle
la hija de la luz gestada en su caverna.
Señoras y señores de los espacios puros
que al cordero envilecen y al matarife aúpan.
Laberinto del mundo atrapado en la tela,
dolor indiferente al hambre de la araña.

Llevaos hacia el monte su corazón de piedra
y dejadle ese hilo de su cálido aliento
que pudiera inspirar un meloso tesoro
donde abreven sus males y brillen las abejas.
Llevaos los recuerdos que llueven piedras negras
y dejadle mecer la cuna de la amiga, la barca del amigo
que ahuyentarán las sombras,
albergar el hogar con su llama constante que quema
la piel de la serpiente en busca de otredad.

Llevaos sus incendios, sus huesos calcinados
y dejadle sembrar la rosa del desierto
al fondo de las dunas junto a la húmeda arena,
la paz en los insomnios y el verbo de amatista.

Llevaos sus heridas, su escudo, espada y yelmo,
dejadle aguja e hilo con que regenerar
el fiero desmembrar, uniendo los contrarios,
dejadle esos ensueños, lo que late en la noche,
dejadle las candentes brasas de su memoria.

Es uno de los poemas de Pozo pródigo, el libro de Goya Gutiérrez que publica Olifante Ediciones en una muy cuidada edición.

Coexisten en él, en una tensión de contrarios sostenida en la intensidad de la palabra, el amor y el olvido, la noche y el sueño, el misterio y el deseo, la soledad y el tiempo, las derrotas y la resistencia, la memoria y las cicatrices en busca de la identidad que dibujan estos poemas en los que la palabra salvífica cumple una función sanadora como la de la poesía:

Cómo podría vivir sin tu presencia, palabra, 
que conjugas dulzura de las aguas, furia de los océanos, 
amor de prados verdes donde pace la dicha de los mansos, 
calles de pasos ágiles que al relente de las madrugadas, 
          con el último ensueño prendido de los párpados, 
se dirigen inquietos hacia su sustento, 
ávidos picos que aterrizan succionando 
      el esfuerzo de otros, 
humildes vencejos siempre en los círculos del aire.

Organizado en dos partes, Pozo pródigo es un itinerario de la sombra hacia la luz, desde lo interior hacia lo exterior, que culmina en el presente abierto a la esperanza de un ‘Epílogo’ en el que “un crujir de hojas otoñales y brunas nos hablan al oído / mas vive aún la esperanza de un tibio despertar.”