17 marzo 2024

En Tierra de toros

 







Fue el 22 de abril de 1990 cuando tuve de vecino en el tendido 3 de la plaza de toros de Cáceres (él justo una fila por encima de mí, como se ve en las capturas de vídeo) al novelista mexicano Carlos Fuentes, que había venido para grabar con una televisión mexicana el segundo capítulo (La virgen y el toro) de la serie El espejo enterrado. Fue una novillada de Peñajara para Finito, Jesulín y Fernando Cámara. Y, como es natural, intercambiamos algunos comentarios sobre lo que sucedía en el ruedo. Comentarios que dejaban ver que el autor de La muerte de Artemio Cruz o La región más transparente era, si no un aficionado en sentido estricto, alguien que entendía el rito y la cadencia de lo que estaba viendo.

Ese episodio será uno de los que evocaré en el programa de televisión Tierra de toros, de Canal Extremadura, donde hablaré de la relación de la cultura con la tauromaquia, sin la que no se entiende gran parte del arte y la literatura del siglo XX. 

Pérez Galdós, Ortega y Gasset, Savater, Lorca, Bergamin, García Márquez, Vargas Llosa, Chaves Nogales o Picasso serán algunos de los nombres que sacaré a colación en el programa, junto con el de Rilke, que el 3 de agosto de 1907 firmaba en París el que quizá sea el mejor poema taurino de la historia de la literatura. Un poema que titula Corrida -él, que nunca estuvo en ninguna. Lo subtituló In memoriam Montes, 1830 (por el chiclanero Francisco Montes, ‘Paquiro’) y lo cierra con esta evocación de la estocada (la traducción es de Jaime Ferreiro Alemparte):

Así, imperturbable, sin odio, 
reclinado en sí mismo, sereno, sosegado, 
hunde su estoque casi dulcemente 
en la gran ola que rueda de nuevo 
impetuosa a estrellarse en el vacío.                                       
                                                                                                    
De eso hablaré. Y de los tiempos cambiantes y de aquellos años en que entre los progres se puso de moda decir que les gustaban los toros. Una época en que muchos de ellos decían haber estado en la plaza de Las Ventas el 28 de septiembre de 1987, la tarde de Rafael de Paula con un toro de Martínez Benavides.

Son los mismos que unos años después pedían la prohibición de las corridas y te llamaban asesino por torear de salón en un hotel de Triana. Las modas móviles y los principios firmes.