Para disfrutarla adecuadamente, una caminata hay que emprenderla en soledad. Si uno va acompañado, o incluso en pareja, ya es una caminata solo en el nombre; es otra cosa, que se acerca más a una merienda campestre. Una caminata hay que emprenderla en soledad, porque la libertad es esencial; porque uno debería poder parar y seguir, recorrer un camino u otro, dejándose llevar por sus deseos; y porque uno debe seguir su propio paso, y no apretarlo junto al de un caminante consumado, ni pasear lánguidamente junto a una chica. Y además uno debe estar abierto a todas las impresiones y dejar que sus ideas se empapen de lo que ve. Uno debería ser como una flauta en la que toque cualquier viento.
Robert Louis Stevenson.
'Caminatas', en Memoria para el olvido.
Edición de Alberto Manguel.
Traducción de Ismael Attrache.
Siruela, Madrid 2005.