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12 mayo 2021

Molière. El nacimiento de un autor




Pocos autores habrá en la literatura universal de biografía tan oculta e intimidad tan opaca como Molière, “un hombre del que han desaparecido todos los papeles personales. De Jean-Baptiste Poquelin, señor de Molière, no subsisten ni carta, ni borrador, ni nota, ni manuscrito. En aquella época, no se daba ninguna importancia a las huellas escritas de los grandes hombres y de los grandes creadores. Una vez publicada su obra, el propio autor prendía fuego a borradores y manuscritos. En cuanto a la correspondencia, a las notas y a los esquemas, su supervivencia dependía de la familia o de los amigos cercanos. Molière no tuvo la suerte de Racine, cuyos dos hijos, atormentados por la obsesión de recoger todo de un padre idolatrado, consiguieron salvar del naufragio cerca de doscientas cartas y algunos esquemas y poesías manuscritos. Tres de los cuatro hijos de Molière y de Armande Béjart murieron en edad temprana, y la cuarta, Esprit-Madeleine Poquelin, que tenía siete años en el momento de la muerte de su padre, solo dejó el convento donde había crecido para expiar, con una vida cristiana y austera, el oficio «infame» de sus padres, de los que no quería conocer nada. El hijastro póstumo de Molière, Nicolas Guérin, salido del nuevo matrimonio de Armande Béjart, tuvo «sus papeles» entre las manos, pero murió en 1708 a la edad de treinta años y todo desapareció con él.”

Con esas palabras lo subraya Georges Forestier, catedrático de La Sorbona, en el Prefacio, Contar Molière, con el que abre su espléndida biografía Molière. El nacimiento de un autor, que publica Cátedra Biografías con traducción de Mauro Armiño.

Publicada en su versión original por Gallimard hace tres años, esta biografía descarta los distintos estereotipos, no siempre agradables, que se han ido acumulando sobre la personalidad del dramaturgo francés desde la aparición temprana de la Vida de Molière, de Jean Grimarest, para intentar reconstruir su vida y su figura sobre los abundantes testimonios que sus contemporáneos dejaron por escrito.

Una imagen puramente exterior y con notables insuficiencias y falsedades, aunque -añade Forestier- “en la actualidad disponemos de suficiente material para dibujar a grandes rasgos el recorrido de Molière en medio de su familia y de su troupe, frente al público, con el rey y los grandes, en su rivalidad con los teatros de la competencia, en sus negociaciones con los libreros que publicaban sus libros. Podemos asimismo seguir el estreno de las obras y, de esta forma, como espejo, medir el extraordinario ingenio creador de Molière, contemplarlo en su trabajo, recuperando y volviendo a trabajar temas cuyo enfoque revolucionó, como alquimista que transforma los metales en oro. Pero si cada vez conocemos mejor al autor, al artista y al hombre social, seguimos privados de todo elemento tangible para revelar su intimidad, sea familiar, amorosa, amistosa, intelectual o artística.”

Asumiendo la dificultad del reto, Forestier emprende en este ambicioso libro la tarea de elaborar un relato verosímil de la biografía de Molière a partir de los datos documentales y de la imagen que sus contemporáneos tuvieron de él. Y en esa tarea es fundamental también un examen de sus obras para intentar reconstruir su formación intelectual y la germinación de las ideas que sustentan su mundo ideológico y su creatividad artística hasta descubrir que “bajo unos géneros y unos registros diferentes [...], sale a la luz una coherencia intelectual y artística sorprendente. Molière no cesa de innovar y de explorar permaneciendo siempre el mismo -él mismo.”

En esa ardua tarea de minuciosa recreación biográfica, Forestier reconstruye su formación artística y revela su proceso creativo y sus múltiples registros, evoca su entorno social y familiar, su público y sus rivales, sin perder nunca de vista lo fundamental en la biografía de un escritor o un artista: la iluminación que proyecta sobre su obra.

Y así lo hacen los veinticinco capítulos que proponen un recorrido por su trayectoria como director y autor de obras como La escuela de las mujeres, Tartufo, El enfermo imaginario, El misántropo, El burgués gentilhombre o El avaro; por su conocimiento de las elites que apoyaban el teatro, por su consagración como autor, por su caída temprana con una muerte brutal.

“En resumen, he querido sorprender al escritor en el momento de crear y me he esforzado por contemplarlo trabajando, a fin de llegar mejor al hombre bajo las ropas del artista.
Si, acabado este libro, sigo ignorando los sentimientos de Molière, espero haber podido dejar que se vislumbre una parte de su intimidad creadora. Quien sigue siendo el mayor autor cómico occidental y uno de los mayores artistas franceses, que continúa haciendo reír al mundo y que no cesa de hablarnos, es también un individuo apasionante para la observación. Molière sigue siendo un hombre fascinante, incluso a cuatro siglos de distancia.”

Y concluye Forestier su epílogo  -Cómo una gloria se volvió un clásico- con estas palabras sobre Molière:

De generación en generación hasta nosotros, lectores y espectadores se declaran conmovidos hasta lo más profundo de su alma por este autor de comedia, que consiguió transfigurar un género considerado ligero, y por el hombre fascinante, misterioso, que fue capaz de esta alquimia.
Es el secreto de este asombroso éxito lo que me he esforzado por sacar a la luz dando vida al extraordinario itinerario de este hombre excepcional.