Pienso en el Ganges, en las barcas al amanecer: son como madres llevando flores y velas para orar por sus hijos.
Antes de que entre el alba, en la orilla, junto al humo sobrado de la noche, los elegidos se purifican, se sumergen y hacen ofrendas.
Luego, mientras pasa el amanecer, el silencio está clavado en los ojos del Ganges.
Presentadas por esa ofrenda inicial, Pilar Aranda reúne en sus Flores en el Ganges un ramillete de meditaciones, lanzadas como flores rituales al agua sagrada del río de la vida y de la muerte en una nueva entrega de Cuadernos de Humo.
Cercanos a la estética del silencio, los sesenta textos breves de Flores en el Ganges abordan con su serena mirada interior las claves de una reflexión existencial ante la que discurren las pasiones y los sentimientos, el pasado y la soledad, las luces y las sombras, la nostalgia, el amor y la belleza, la busca del sentido y la tristeza, el tiempo y el espíritu, lo visible y lo invisible, lo fugaz y lo perecedero.
Frente a la quietud de su palabra en la orilla, fluye el transcurso del río, “servidor de la vida y de la muerte”, flota la levedad del humo y huye la vida, al paso del tiempo y del agua, bajo el calor del fuego que destruye y purifica, como en el texto final, que cierra el círculo:
Velas y flores, gozo y llanto sobre el Ganges. Lleva la muerte el peso de su significado.