Treinta y cinco episodios trágicos, divertidos y grotescos de la historia grecorromana es el subtítulo de los Momentos singulares de la Antigüedad, de Marianne y Pedro Barceló, que publica Alianza Editorial con traducción de Alejandro Cadenas González y Lena Maria Hein y prólogo de David Hernández de la Fuente.
Así explican los autores su propósito y el sentido global que defienden para esta obra:
Los relatos recogidos en esta obra no tienen una intención didáctica premeditada ni siguen un orden histórico preconcebido; tampoco pretenden sistematizar la desbordante cantidad de material relativo a la Antigüedad. No es nuestra intención plantear un marco de interpretación semántico que se ajuste a una serie de puntos de vista determinados. La selección del material expuesto tiene como principal objetivo entretener al lector y, a través de su contenido, invitarle a profundizar en la comprensión de algunos de los acontecimientos más peculiares y relevantes de la Antigüedad clásica, cuyas constantes antropológicas eran tan válidas entonces como lo son hoy.
La provocación de Agamenón con Briseida y la primera cólera de Aquiles en la Ilíada; Circe y Calipso y las tentaciones de Odiseo; la ambigüedad del oráculo de Delfos y la ceguera de Creso; la ascensión de Darío al trono imperial a través del episodio del relincho de un caballo; el poder mágico de la música con el rapsoda Arión; la entrada de Pitea en Atenas como epifanía de la diosa Atenea; la Atenas de Pericles y los entresijos del poder; Lisístrata o el vano intento de hacer entrar en razón a los hombres; un dilema en torno a Sócrates en el juicio que lo declaró culpable; Alejandro Magno y la resolución del problema del nudo gordiano; Dido y Eneas y el desastre provocado entre Roma y Cartago por su amor frustrado; el ritual oracular de los pollos sagrados que deciden la batalla naval de Drépana; Arquímedes de Siracusa y la maldición de la ciencia; Sofonisba como víctima de la pasión amorosa y la razón de Estado; el destino trágico de Catón el Joven, moralista extravagante y estadista ejemplar enfrentado a César; las aventuras amorosas de la ambiciosa Mesalina, hija de la desmesura de su tiempo; la paródica «calabacificación» de Claudio por parte de un Séneca resentido como venganza tardía en forma de libelo; la mesa de Trimalción como alarde de nuevo rico y el mundo imaginario del Satiricón de Petronio; la propensión teatral de Nerón, el joven dios emperador que acabaría suicidándose por el pánico; Agripina, hija de Germánico y hermana de Calígula, esposa y sobrina de Claudio y madre de Nerón, tres emperadores consecutivos, maestra de la intriga, regente y nadadora excepcional que fue ejecutada tras sobrevivir a un naufragio; Heliogábalo, el emperador que se veía a sí mismo más como artista y sacerdote solar que como un gobernante; Zenobia, emperatriz de las provincias orientales desde Palmira; Diocleciano, el emperador reformista y la figura del tetrarca; César Galo, el alborotador que causó estragos en Antioquía; Juliano, la voz que clamaba desde Antioquía en el desierto contra los galileos; las mujeres que convierten a sus maridos al cristianismo o las enormes consecuencias de la caída mortal de un caballo, que “cambió repentinamente el equilibrio de poder en el episcopado. […] Quién sabe cómo habría evolucionado el cristianismo si Teodosio II hubiera sido mejor jinete.”
Son algunos de los capítulos que recorren treinta y cinco episodios singulares de la historia grecorromana. Treinta y cinco episodios que, en orden cronológico, trazan un conjunto representativo del mundo antiguo. Así lo resumen los autores en su entusiasta introducción:
No queremos privar a otros -con sensibilidades y necesidades parecidas a las nuestras- de la viva emoción que hemos experimentado al seleccionar y elaborar los siguientes capítulos, sino permitirles que participen de esta conmovedora y a veces divertida reflexión sobre una amplia gama de temas cruciales de unas sociedades remotas en el tiempo, pero también muy cercanas a nosotros. Se trata de consignar sucesos que, más allá del horizonte de la experiencia histórica, contienen una profunda dimensión humana, revelan giros sorprendentes y, por último -pero no menos importante-, irradian un componente cómico o trágico, según el punto de vista que se adopte. Por decirlo de manera más informal, los temas expuestos pueden servir como una suerte de tapas previas al banquete, es decir, como una tabla de aperitivos que despierte el apetito del lector y le lleve a indagar más sobre la relevancia histórica y humana de los episodios elegidos. Sin renunciar tampoco al rigor científico, aspiramos principalmente a desarrollar una narrativa novedosa sobre algunos aspectos del mundo antiguo capaz de inspirar y estimular al lector y ayudarle a sumergirse en una de las etapas más apasionantes de la historia de la humanidad. En ningún caso se pretende aleccionar, sino más bien despertar la curiosidad hacia las actitudes, los comportamientos, los valores y la sabiduría de un mundo ya desaparecido y, con suerte, provocar alguna sonrisa sobre aquellos temas que podemos considerar eternamente humanos.
Como señala David Hernández de la Fuente en el prólogo, este es un libro que evoca, “frente a la gran historia, la incidencia de estas escenas emblemáticas, estelares, como diría Zweig, o singulares, como apuntan Marianne y Pedro Barceló, de la «pequeña historia» en la reminiscencia colectiva, esa suerte de gran memoria cultural de la humanidad.”
Memoria, presente y futuro se conjugan en las páginas de este mosaico de piezas que reflejan la fascinante pluralidad del mundo clásico, porque el objetivo de esta selección significativa de relatos sobre el mundo clásico es -afirman Marianne y Pedro Barceló- “aproximar al lector a contextos insólitos que le inciten a sorprenderse, asombrarse o incluso horrorizarse, situaciones que le hagan sacudir la cabeza o sonreír y que, en definitiva, pueda abordar con una buena dosis de imparcialidad y sosiego. Gran parte de los temas tratados pueden relacionarse con acontecimientos de nuestro mundo contemporáneo. En este sentido, esperamos que los lectores experimenten el mismo placer que nosotros al acercarse a la Antigüedad y que consideren la mirada hacia el pasado como un paso hacia delante, capaz de iluminar quizás una senda hacia el futuro.”