31 diciembre 2005

Lugar del pájaro

Como un regalo de Reyes anticipado me llega esta mañana Por aprender del aire, un libro con poemas de Ángel Campos y dibujos de Javier Fernández de Molina. Lo edita Libros del Oeste con motivo de la exposición del pintor en la galería Rayuela.

Un libro delicado y cuidado en todos los sentidos, un libro escrito con la levedad del aire o del pájaro magníficamente pintado con el trazo sutil del colibrí, la línea firme de la grulla o la resuelta determinación de la gaviota.

Así también el pájaro y la memoria del pájaro en la voz del poeta, que no siempre mira hacia arriba, hacia el pájaro que flota. Porque hay también un pájaro siniestro que deja en el suelo el presagio de la nieve o el vacío.

Y el pintor subraya el canto o el silencio con el color o su ausencia, el desamparo de la luz, o del pájaro o del hombre.

Un libro imprescindible en el que canta y calla el pájaro y se dibuja la transparencia del silencio, la forma de la huida, la sombra y la luz derrotada.





30 diciembre 2005

Heterodoxos y exiliados

Aún reciente la publicación en Cátedra de Cornelia Bororquia o la víctima de la inquisición, Lengua de trapo publica en su colección Rescatados otro libro raro y heterodoxo. Se titula Memorias de la insigne Academia Asnal y es una curiosa parodia de la pedantería académica que publicó en 1788 un aún más curioso personaje.
Un exjesuita instalado en Bayona, que se sumó al año siguiente a la Revolución Francesa, como el abate Marchena, y que fue, entre otras cosas, coronel del ejército francés, estafador de fumadores (con tabaco falso) y de peregrinos (en una abadía desacralizada), conspirador contra Fernando VII y mujeriego. En fin, un prenda de la anti-España, que como se ve es tan antigua como la misma España cañí.
Me olvidaba de dar su nombre: se llamaba Primo Feliciano Martínez de Ballesteros y vivió hasta 1830. Como ocurre con Cornelia Bororquia, este es un libro que ha permanecido mucho tiempo oculto en la sección de raros y curiosos de la Biblioteca Nacional.
No acaban ahí las relaciones entre una obra y otra. Sus autores son exclérigos y se instalan en Bayona, muy cerca de la frontera. Allí estuvo luego Goya, que en algunos de sus caprichos pinta asnos impartiendo doctrina.

29 diciembre 2005

Ernesto Giménez Caballero o la inoportunidad

Desde hoy se puede leer y descargar en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes la versión digital de Casticismo, nacionalismo y vanguardia, una antología de artículos de Ernesto Giménez Caballero que ha preparado José Carlos Mainer, que se ocupó de Giménez Caballero y otros en su antología Falange y Literatura, que publicó Labor hace 35 años ya en una colección que dirigía Francisco Rico.

La antología de Giménez Caballero recoge textos aparecidos entre 1927 y 1935 y la editó hace pocos meses la Fundación Santander Central Hispano en su colección Obra Fundamental, una serie en la que se han ido rescatando textos de Ramón Gaya, Antonio Marichalar y la obra poética y ensayística de Gastón Baquero, un excelente poeta cubano que acabó sus días en Madrid y ejerció una influencia determinante en la trayectoria de muchos poetas españoles.

Ernesto Giménez Caballero o la inoportunidad titula su enjundioso prólogo Mainer como pórtico de unos textos en los que conviven la vanguardia y el puro disparate infantiloide. Y es que hay en este Giménez Caballero, menos prefascista que desorientado, demasiado experimento con gaseosa, demasiada imagen de cartón piedra, demasiada palabrería inconsistente.
Por eso lo mejor de su literatura de creación son los títulos: Julepe de menta o Yo, inspector de alcantarillas. Detrás de esa fachada apenas hay algo digno de recuerdo.

Un tuno que elogiaba el Estat catalá de Macià, reivindicaba para La Gaceta Literaria el mérito de esa solución federal y llamaba a Ortega "gran vidente."
Acabó concibiendo la peregrina idea de casar a Hitler con Pilar Primo de Rivera. Le contestaron, creo, en alemán con un monosílabo: Ja.


28 diciembre 2005

La mano dormida

Hablaba Cansinos Assens en La novela de un literato de cierto autor que parecía escribir sus obras con la mano dormida. De esa gráfica manera se refería a la literatura que aplica clichés y suple la creatividad con el oficio.
Recuerdo la expresión (que Dios me perdone el atrevimiento) mientras escucho la Rondeña de Albéniz interpretada por Alicia de Larrocha. Oigo luego la traducción (como dicen los entendidos) de Esteban Sánchez y percibo la diferencia que en ese terreno hay también entre lo que tiene alma y pellizco y lo que se hace con frialdad mecánica y virtuosa aplicación.
Porque también el piano puede tocarse con la mano dormida, pero el compás, la cadencia y la fuerza que tiene la interpretación de Esteban Sánchez no están escritos en la partitura de Albéniz. Los pone una potencia que se llamará duende o alma o sentimiento.

Una hija del capricho

En la tesis sobre Félix Urabayen que leyó Hilario Barrero en la Universidad de Nueva York y que puede consultarse en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, leo esta perla que se publicó en una revista en 1943, el año de la muerte de Urabayen:

"Cabalmente son por eso, entre todos los libros, peligrosas las novelas. La novela es, como sabes, una obra de imaginación; una historia inventada a placer, sin eco en la realidad de la vida; o si se funda en algún hecho cierto, de tal manera se pinta y se relata, se le añaden tales cintas, arreos y vestidos, que en conclusión viene a resultar una hija del capricho. No te extrañe, pues, que las personas profundamente religiosas, al hablar de las novelas, digan que la mejor es buena para echarla al fuego."

El estilo, blando, de mano resudosa, desmiente que el texto en cuestión sea del donoso escrutinio de la biblioteca quijotesca.
El párrafo está tomado de un artículo que se titula "Formación católica de la joven", de un tal padre Riaño, que seguramente ha olvidado al padre Coloma para frecuentar ardientes novelas sicalípticas que le dejan luego ese turbio poso de arrepentimiento.
Observe el lector esa hija del capricho que parece título de un folletón barato.
Y qué manía con el fuego purificador. ¡Qué falleros se perdió la historia!


27 diciembre 2005

Otro canon

El que propone la Bibliotheca Avrea, que hace convivir en una misma colección a Esquilo con Miguel Mihura, a Flaubert con Conan Doyle, a Dumas con Montaigne. Tal vez dentro de unos años habremos superado los prejuicios que nos llevan a sentir cierta extrañeza ante esos mestizajes de alta y baja literatura. Tal vez. En cualquier caso, no es para escandalizarse, sino para saludar propuestas que nos remueven los cánones y que tienen un punto de descaro que siempre hay que agradecer.

26 diciembre 2005

Nihil obstat

Ahora que, con hipocresía congénita o adquirida, pero anexa a su pastoreo, tanto defiende la libertad, se hará cruces (nunca mejor dicho) nuestro gloriosus corpus episcopalis si lee lo que cuenta José María Guelbenzu en su artículo Con censura eclesiástica.

Sancta inverecundia. Ora pro nobis.

Solapas

De las de los libros, ¿de cuáles si no?, hablo.
Suelen ser insustanciales, suelen aplicar fórmulas prefabricadas, casi plantillas que hacen trivial su contenido, leve su estilo y evitable su lectura.
Esa es la costumbre, como la de las contraportadas. Pero hay excepciones.
La más llamativa, una bien reciente: la de las solapas de la Bibliotheca Avrea de Cátedra. Sin excepción, son un auténtico cebo (en el mejor sentido) para la lectura y para que se compre el libro, que de eso finalmente se trata. Invito al lector a probar a leer una de esas solapas. Verá la brillantez y el ejercicio de estilo que hay en esos textos aparentemente menores. Verá cómo se le abre el apetito de la lectura, cómo se contagia de esa enfermedad pegadiza de la que hablaba Cervantes.
Ignoro quién redacta anónimamente esas solapas, aunque sospecho que puede ser el director de la editorial, que ya ha dado sobradas muestras de estilo en textos como Apócrifos del libro.

25 diciembre 2005

La llamada de Dios

Supongamos (en el solsticio todo es posible) que alguien, desde la COPE por ejemplo, llama al Vaticano y, como en El club de los poetas muertos, dice que es Dios.
¿Por qué no se lo creería nadie en aquellos negociados de la curia?
¿Será porque saben que los teléfonos no existen?

24 diciembre 2005

Bendito sea Dios

En día tan señalado, en estas celebraciones del solsticio que solía explicar con puntualidad solar Fernando Savater, me entero por una nota de la Conferencia Episcopal de que los estatutos de la COPE "exigen el debido respeto a las personas y a las instituciones legítimas."
En otra nota, Ratzinger dice que cuando lo eligieron Dios en la tierra sufrió mucho. Las maniobras orquestales en la oscuridad (tuvo a los cardenales encerrados) las debió de hacer la providencia.

Pues eso. Sea por siempre bendito y alabado.

23 diciembre 2005

Don Merlín en Mondoñedo

En Mondoñedo, ciudad episcopal y sin gobernador civil, como le gustan a Antonio Pereira, nació y está enterrado el excelente escritor que se llamó en el siglo Álvaro Cunqueiro, tan celta, tan bretón, tan aqueo.
Uno de los grandes prosistas de la literatura española y un delicadísimo y demasiado olvidado poeta en gallego.

A él le gustaba tutear a Merlín y a Orestes y a Simbad como si fueran primos venidos de una aldea del otro lado de las montañas, pero no les apeaba el don que los humanizaba y les daba un aire de paisanos venidos a comerciar a la feria de Mondoñedo.

Además de sus divertidas y algo pesadas novelas, prodigio de estilo pero no muestras acabadas de narrativa, nos dejó varios tomos de artículos que escribió para El Faro de Vigo. Quiero destacar ahora dos que publicó Tusquets : El pasajero en Galicia, que es casi un libro de viajes, y sobre todo Fábulas y leyendas de la mar, en donde yo creo que se compendia el mejor Cunqueiro, también el gastrónomo que lo mismo habla de percebes (de los de la Costa de la Muerte, no de estos) que de la Atlántida o de la epístola del Señor Santiago a los salmones del Ulla.
Hoy, 23 de diciembre de 2005, por eso hablo de él, hubiera cumplido 94 años, que para Merlín, si bien se mira, no son nada.

22 diciembre 2005

La lectura y otras turas

“Es inaudita la cantidad de metáforas que, a lo largo del tiempo, han prosperado en torno al acontecimiento de la lectura. Vemos cómo sin un parpadeo se la compara con una aventura, una conversación con los muertos —ahí es nada—, un viaje fabuloso, una casa confortable o tétrica, una ventana abierta al mundo, una llave capaz de desvelar los misterios más insondables... Por otra parte, su defensa se ha sustentado también en una colección soporífera de afirmaciones tan falsas como contundentes: «Quien no lee no piensa», «Quien no lee no puede ser libre», «Quien no lee no alcanza a comprender el mundo», «Quien no lee lleva una vida triste»...
Y es así como se ha ido conformando una deplorable mitificación del acto de leer. De hecho, sospechamos que cuantas más metáforas se utilicen para hablar de la lectura, menos se dirá de ella. ¿Queremos decir con ello que el discurso elaborado sobre la lectura durante estas décadas constituye un inmenso mar de palabras en un desierto de ideas? Sin duda, pero no sólo.”

La cita es de Metáforas de la lectura, un nuevo libro de Víctor Moreno, tan fresco, tan agudo y provocador como la mayoría de sus textos agitadores. Lo acaba de publicar Lengua de trapo en su colección de ensayo Desórdenes. Para leer despacio mientras uno se replantea la función del lector y de la lectura desde una óptica múltiple y siempre problemática:

“Preguntarme por los motivos que me inducen a leer es una cuestión bastante complicada e incómoda, mucho más que hacer crítica literaria o animación lectora. Muchos alcohólicos aducen, como causa de su inclinación etílica, algún fracaso, de naturaleza económica, emocional o profesional. Algunos médicos explican la adicción al tabaco aludiendo al aburrimiento en que viven ciertos fumadores. La teoría del fracaso, de la carencia y, en última instancia, de la insatisfacción vital es muy recurrida para explicarlo casi todo.
Sin embargo, ciertos lectores compulsivos se sienten molestos si su afición lectora se explica en esa línea del fracaso, de la incapacidad de vivir, de la insatisfacción y de la impotencia. A la gente no le gusta que se le recuerde que en la práctica su comportamiento da la razón a quienes, materialistas ellos, sostienen que en esta vida hay cuatro cosas fundamentales —comer, dormir, defecar y hacer el amor— y que, cuando falla alguna de estas actividades, las personas se dedican al coleccionismo, a la metafísica, a una ONG, a la escritura, a la lectura y a todas las turas imaginables de la existencia.”

21 diciembre 2005

Escribir por la tarde

La tarde, una ventana, el mundo y alguien que lo mira desde una ventana.
Alguien que escribe una Enciclopedia del crepúsculo con las tardes de veinticinco años.
Veinticinco años de artículos que componen la autobiografía intelectual, ética y estética de Rafael Argullol, narrador, ensayista y poeta.
La filosofía y la política, el arte y la literatura son algunos de los centros de interés de estos artículos abordados con la lucidez subjetiva que piden el artículo, la narración, el ensayo, la poesía.

Uno de los hilos fundamentales de ese tapiz es la reflexión sobre la escritura, un archipiélago: “La escritura, al igual que el pensamiento probablemente, es un archipiélago en el que sus islas, a pesar del vacío que las rodea—o, tal vez, gracias a este vacío—, guardan siempre una relación entre sí.”

Escritura que es también (ya lo sabían los clásicos griegos) el lugar del naufragio: “La escritura debe dejar constancia de nuestra deriva, aunque asimismo de nuestro afán por orientarnos en el mar de errores como si la búsqueda de una verdad fuera posible. Es, al mismo tiempo, testimonio de la pérdida de uno mismo y ficción de su rescate. Visión del naufragio desde la ilusión de la supervivencia.”

Los artículos que forman esta Enciclopedia del crepúsculo están organizados, no de forma cronológica, sino alfabética. Por eso son una enciclopedia y no una antología o un almanaque. La subjetividad con la que se eligen y abordan las entradas de esa enciclopedia traza un mapa en el que el autor se reencuentra consigo mismo, con el pasado y con el que fue. Y con los lectores que, también ellos, se ven reflejados en ese espejo personal de la memoria, en esa zona de confluencia entre el mundo y nosotros que es siempre una ventana, una artículo, la literatura, la historia. La personal y la otra, la de los otros.

Entre la alegría de vivir y la sensación de vivir bajo el volcán, entre una novela de Balzac y otra de Lowry, a través de la playa deshabitada del Tasso o la tierra baldía de Eliot, asistimos al deslumbramiento y a la barbarie, vamos del infierno a la utopía, del mito a las heridas en este retrato agudo de un fin de siglo en el que conviven el sueño y los naufragios, iluminados por la luz de la tarde, una luz que viene de fuera y entra por la ventana y que luego, en la hora de la sombra sale de quien escribe para iluminar el mundo.

Y es que esta escritura refleja, como la tarde, los cambios de luz, del mundo y del que mira el mundo desde la ventana de la literatura y la filosofía, la sensibilidad y la inteligencia.

Lo publica Acantilado, con su limpieza habitual, en esos tomos de lectura tan agradable por la calidad de los textos y por lo cuidado de la tipografía.

Una lectura para volver, para ver volver. Un regalo para la inteligencia y la sensibilidad.

La literatura, en suma.



20 diciembre 2005

Un canalla falsario

No se trata de un personaje real, al menos de la realidad actual. Ni de cualquier canalla, sino de "un canalla falsario y celestinesco."
Así define Manuel Simón Viola a Javier Fajardo, Javierito Fajardo de Quiñones, uno de los personajes de La última cigüeña, en el prólogo a esa novela de Félix Urabayen que acaba de publicar la Editora Regional de Extremadura en su colección Rescate.
Un completo trapisondista ese Javierito, republicano en política, troglodita en casa y de proverbial falta de higiene. Con lo que debía de ser la higiene en aquel 1921 en que se publicó aquella novela.
Curioso personaje, agudamente trazado. Tan agudamente que (estoy seguro) sólo pudo ser sacado de la realidad que conoció Urabayen de primera mano.
Y a mí que me suena de algo este Javierito, no sé ya si de verlo por San Francisco o en una obra de Martínez Mediero, tan atento siempre a la intrahistoria pacense...

19 diciembre 2005

Guía de Mozart

Si alguno alguna vez te preguntase:
“La música, ¿qué es?” “Mozart, dirías,
es la música misma.”

Así comenzaba Luis Cernuda el primer poema de su último libro, Desolación de la Quimera. El texto se titula Mozart y está escrito en 1956, cuando se cumplían doscientos años del nacimiento del músico en Salzburgo.

Ahora, cincuenta años después, como un anticipo de las abundantes publicaciones conmemorativas que recordarán el 250 aniversario, Alianza Editorial publica una completa Guía de Mozart escrita por Erich Valentin.

No se trata solo de un análisis histórico o técnico. Lejos de la frialdad de ese tipo de enfoques, Erich Valentin hace también un acercamiento a la realidad humana de Mozart, que siempre ha suscitado mucho interés. No hay más que recordar el enorme éxito de Amadeus, la película de Milos Forman, en la que, como aquí, se interrelacionaban, como en la realidad, la vida y la obra del artista.
En 1841 Franz Grillparzer en un poema que titulaba, con la misma sencillez que Cernuda, Mozart, escribía:

Aunque no se conozca la tumba
en la que halló descanso,
¿a quién le preocupa, amigos?
Él no ha muerto.


18 diciembre 2005

Barcarrota digital



Este mes se cumple el décimo aniversario de la adquisición de la Biblioteca de Barcarrota por la Junta de Extremadura. En junio de 1996 se publicaba (¡cuántos recuerdos se agolpan ahora!) la pieza más relevante de aquel conjunto de libros, el Lazarillo de Medina del Campo, cuyo papel se había conservado asombrosamente blanco.

Justo Vila me hace llegar ahora el DVD que recoge la edición digital e iluminada de aquellos libros que estuvieron ocultos más de cuatrocientos años.
Esa publicación de la Biblioteca de Extremadura, donde están depositados los originales, incluye un excelente folleto en el que Miguel Ángel Lama da cuenta del hallazgo en agosto del 92, y del secreto en que se mantuvo hasta que se dio a conocer en diciembre del 95, cuando se tuvo amarrada aquella biblioteca heterodoxa que ya tenía otros pretendientes.
El folleto incluye una catalogación rigurosa del profesor Lama, que constituye la primera ordenación cronológica de las obras.
Una magnífica iniciativa la de este DVD, que lamentablemente Fernando Pérez, a quien Miguel Ángel dedica su estudio, tampoco pudo ver.
Me llama mucho la atención el uso del término alijo para referirse al hallazgo. Significativa palabra para designar una biblioteca clandestina en cuya recuperación hubo el mismo secreto imprescindible que la policía emplea en la incautación de droga.
Lo comento con Miguel Ángel Lama, que cree recordar que la intuición léxica es de Elisa Ruiz, que preparó la traducción de La cazzaria, uno de los textos más curiosos de aquella curiosa biblioteca.


17 diciembre 2005

La diosa blanca

Publicado por Alianza Editorial en su colección de bolsillo y subtitulado Gramática histórica del mito poético, el propio Graves anunciaba en el prólogo que es un libro difícil, que “se lee con suma extrañeza” y que “deben evitarlo quienes posean una mente aturullada, cansada o rígidamente científica.”
Curiosa captatio benevolentiae, aunque si se piensa bien, ningún lector que se precie se reconocerá en tan negativa lista.
En la línea de La rama dorada de Frazer, La diosa blanca, que apareció primera vez en 1946, es un análisis del mito y del lenguaje mágico vinculado a los antiguos ritos paganos que tenían como referente y objeto de adoración a la divinidad lunar.
Luna y Musa, en esos ritos y en ese pensamiento mágico encuentra Graves algunas claves de la verdadera lengua de la poesía.
Un libro tan brillante como esa Diosa, fría y blanca, que lo abarca y lo ilumina.


16 diciembre 2005

Lecturas de la memoria

Ayer colgaba como lema del blog una frase de Primo Levi: “Escribo aquello que no sabría decir a nadie.”
Hoy me llega un avance de Lecturas de la memoria. Encuentros con escritores, que ha publicado Horacio Salas en el Fondo de Cultura Económica. Y en el prefacio de ese libro, un texto titulado Borges y los libros en el que se insiste en la misma idea desde otra perspectiva:

“El arte/el libro se constituye en un disparo contra la muerte: una permanente resurrección. Y así es posible entablar un diálogo con autores (y personajes) con los que quizá, en la práctica, no podríamos compartir una sola palabra. De qué hablaríamos, en caso de poder hacerlo, con Anaxágoras, con Catulo o con Quevedo. Sin embargo, al abrir un libro escrito hace varios siglos, hace apenas cien años o el invierno pasado, el reflejo retorna y uno vuelve a sumergirse en ese mundo: autor y personajes se transforman en nuestros interlocutores. Nos acompañan, nos rodean. Les preguntamos y nos contestan; nos interrogan y les respondemos.
Borges lo sintió desde sus primeras lecturas, y con los años hizo que su vida y sus libros se confundieran, se identificaran. Con el tiempo, sus problemas físicos (la debilidad de sus ojos que lo conduciría paulatinamente a la ceguera) sumados a su grave timidez de la que sólo se libró cuando ya era un escritor consagrado, lo impulsaron aún más al mundo de los libros. Con la llegada de las tinieblas definitivas, esa penumbra que él llamaría la noche, sólo le quedaría el recuerdo de los libros o la escritura de otros nuevos (“con el verso / debo poblar mi insípido universo”, escribió. Con el verso y con la obstinada recurrencia a la literatura.)”


15 diciembre 2005

Julián Marías por Javier Marías

Siempre es recomendable leer a Javier Marías. Hoy, quizá, haya una razón más, una oscura razón. En este enlace, Javier Marías escribe sobre su padre, un liberal civilizado que ha muerto hoy.

Inevitablemente, recuerdo ahora la agria polémica en El País con los herederos de José Luis López Aranguren a propósito de las relaciones de uno y otro con el franquismo.

Una sucia historia de vetos, colaboraciones y blanqueo de fachadas en la que Javier sacó la cara por su padre con una valentía admirable.

Ribeyro, el solitario

“El hombre es un animal solitario, si cree en algo se engaña, si procura algo fracasa, la vida es un proceso irremediablemente destructivo; la historia de la humanidad un melancólico disparate.”

Era uno de los más sombríos de nuestros contemporáneos. Era, además, un magnífico autor de relatos. No sé dónde oí hablar el otro día de su mala suerte, de su mala muerte. Julio Ramón Ribeyro, peruano, murió poco antes de recibir el premio Juan Rulfo. Cátedra publicó hace unos años una edición, hoy agotada, que habría que reeditar con urgencia, de algunos de sus cuentos.

Como en todos los pesimistas, en el fondo de su inteligencia hay un brillo de esperanza exaltada, más convincente, más convencida que en el optimista de oficio:
“El más insignificante de los hombres deja una reliquia – su pantalón, su medalla…- pero son pocos los que dejan una obra. Por ello las reliquias me deprimen y las obras me exaltan.”

14 diciembre 2005

Corazón doble

“El corazón del hombre es doble; el egoísmo es en él la contrapartida de la caridad; el individuo es la contrapartida de las masas; para su conservación, el ser cuenta con el sacrificio de los demás; los polos del corazón se hallan en el fondo del yo y en el fondo de la humanidad.”

Así comienza el prefacio de Corazón doble, una de las obras menos conocidas, aunque no menores, de Marcel Schwob, el admirable autor de Vidas imaginarias y La cruzada de los niños.
Editado en España por Ediciones Siruela, que ha recuperado también esas dos joyas que se titulan Mimos y Espicilegio en una cuidada y asequible edición de bolsillo, Corazón doble es un conjunto de 34 relatos, entre lo histórico y lo fantástico, que llevan al lector a través de los siglos en un viaje por el horror y la piedad, por la caridad y el terror.
Entre esos dos polos sitúa Schwob el objetivo del libro: "llevar, por los caminos del corazón y de la historia, del terror a la piedad; mostrar que los acontecimientos del mundo exterior pueden ser paralelos a las emociones del mundo interior; hacer presentir que en un segundo de vida intensa revivimos virtual y actualmente el universo."

Como en el resto de la obra de Schwob, la fantasía y la calidad estilística llevan prendido al lector en cada una de sus páginas.
La traducción de Elena del Amo, como las que hizo de Mimos y Espicilegio es intachable y consigue lo que debe pedírsele siempre a un buen traductor, que no se note que es una traducción y que mantenga la tonalidad y la fuerza del original.

13 diciembre 2005

El síndrome de Estocolmo

Hablo esta noche con Antonio Pereira, con quien me unen vínculos no solo literarios, sino afectivos y telefónicos. Tan lúcido como siempre, con su característico buen humor, me cuenta que está terminando un nuevo libro de cuentos, del que cree llevar escrito el 70% y que está a punto de salir en el libro de bolsillo de Alianza una reedición de El síndrome de Estocolmo, uno de sus mejores libros, que publicó en el 88 Mondadori. Una buena noticia que se une a la muy buena que fue la recopilación que publicó en Cátedra el año pasado, Recuento de invenciones, con un prólogo quizá demasiado espeso pero con una muy buena selección de relatos.
La mejor noticia, con todo, es que Pereira, uno de los maestros del relato corto en los últimos treinta años, siga con esas ganas de trabajar pese a este invierno que todavía no ha llegado y ya está deseando echar afuera. Ya sueña con el verano, me confiesa, que templa los huesos y las carnes.
Salud, maestro.

12 diciembre 2005

Simplemente Marías

Lectio Theologica

Seguramente harto de tanta propaganda sobre el otro mundo y aburrido de sus representantes en este, un alumno del Instituto en el que trabajo escribió al pie de uno de aquellos carteles con vigilias de la Inmaculada:

No te creas nada. Dios son los padres.

Desde la Summa Theologica no se ha escrito nada tan profundo sobre la sustancia de la divinidad.

Hombres de ficción

"Quizás ya no queden hombres como los de antes, como aquellos que han estado presentes en el imaginario creador y que nos van a acompañar a lo largo de estas páginas. Estos hombres de ficción ¿siguen siendo actuales?"

Esa pregunta de Rosa de Diego y Lydia Vázquez, que ya habían publicado Figuras de mujer, es el punto de partida de Hombres de ficción, un volumen que acaba de editar Alianza.
Su subtítulo, La figura masculina en la historia y en la cultura, delimita el campo de este ensayo, complementario del dedicado a las figuras femeninas.
Arquetipos contemporáneos como el Señor K., clásicos como Narciso, Don Juan o Fausto y por tanto intemporales como Tartufo o Don Quijote, pasean por estas páginas agudas y llenas de sugerencias que van de la literatura al cine, de la vida real al imaginario colectivo.

Una lectura amena que demuestra que la inteligencia es compatible siempre con el humor, con el buen humor, y con reflexiones más profundas, como esta :

"La tragedia de K. es la tragedia de la propia escritura que deja al lector solo frente a su propio compromiso, obligado a asumir su responsabilidad de interpretación y lectura. Condenado, como K., a no saber nunca la verdad, incluso a no saber si existe una verdad. Ka punto es la figura emblemática de una época."

11 diciembre 2005

Escribir después de Guantánamo

Dos de los textos imprescindibles del siglo XX, La muerte de Virgilio y Si esto es un hombre, son el resultado de las experiencias de Hermann Broch y Primo Levi en campos de concentración. Paul Celan y antes Dostoievski en Siberia y Cervantes en Argel y Sevilla son otros ejemplos de cómo escribir después de Auschwitz.
Cuando pasen los años y Bush y sus amigos estén en la misma vitrina del museo de los horrores que Hitler o el zar Alejandro II, probablemente los lectores tendrán la ocasión de leer la novela, las memorias o el libro de poemas de un escritor que alimentó su talento con el rencor o la desesperación que están en el fondo de esos otros ejemplos.

10 diciembre 2005

¡No me toque usted la rústica!

La orden, tan contundente, tan redonda, iba dirigida a César González Ruano, que en su juventud alimentó su malditismo labrándose fama de invertido.
Pero no iban por ahí los tiros. La frase se la dirigía a Ruano el librero de viejo Bataller, escarmentado de la cleptomanía del jovencito.
Lo cuenta Cansinos Assens en el tercer tomo de La novela de un literato, como muchas otras maldades que completan la imagen de un petardista petulante y bajuno, reverencial y pringoso.
Por cierto, en sus Memorias, Ruano le devuelve la gracia a Cansinos y alude a la desconfianza que provocaba en los libreros el amplio gabán del viejo maestro.
Subtituladas Mi medio siglo se confiesa a medias, esas memorias de González Ruano son eso: una obra bien articulada y cínica hecha de medias verdades.
Cansinos, que lo catalogaba como un Buscarini encuadernado en piel de señorito, reconoció su talento, pero pronosticó que le faltaba ímpetu para escribir un buen libro. No se equivocó.
Lástima que los imitadores de Ruano, y alguno hay por estas tierras, sólo hayan aprendido de él esa media parte de sombra, de la mala sombra del vendedor de humo que en París colaboró con la Gestapo.

09 diciembre 2005

La cruz y la espada

“En las inmediaciones de Madrid se ha efectuado esta mañana el duelo entre el eminente crítico y novelista D. Leopoldo Alas (Clarín) y D. Emilio Bobadilla (Fray Candil).
El duelo ha sido a sable, y hubo dos asaltos, de los cuales resultó el Sr. Alas con una contusión en el brazo izquierdo y otra en la boca. El Sr. Bobadilla también fue alcanzado en el segundo asalto, produciéndole un ligero rasguño en uno de los brazos. Fueron testigos del primero de aquéllos el distinguido novelista Sr. Palacio Valdés y el redactor de El Liberal señor Tuero.
¿Será éste el drama a cuyo estreno fue Clarín, según nos dijo El Carbayón?
¡Tal vez!
De todas suertes, no ha salido tan mal librado el Sr. Alas.
El duelo ha servido para demostrarle que debe tener cuidado con la boca, ¡porque el crítico, como el pez, por la boca muere!
Tres asturianos se reunieron en el acto salvaje a que se refiere la noticia transcrita.
Fabes, tocín y morciella.
Suponemos que a esto habrá quedado reducido el lance, después que Clarín se puso el tafetán en el brazo y en la boca.
Y puede dar gracias a Garnier por no haber salido peor librado.
¡Pobre Clarín!
Andar por esos mundos ganando unas miserables pesetas con la pluma, para esto.
Para que le den sablazos en la boca.”


El recorte, lleno de mala baba, pertenece al periódico tradicionalista de Oviedo La victoria de la Cruz del 22 de marzo de 1892. Como el obispo de aquella Vetusta, le tenía ganas al novelista y se le nota. Casi parece lamentar el gacetillero que la cosa no hubiera ido a más.

Lo reproduce José Mª Martínez Cachero en su artículo “Leopoldo Alas «Clarín»: sobre tres episodios de su vida.”

Lo utilizo para dar una muy buena noticia: la apertura en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes de un portal dedicado a recoger los ensayos y artículos de Martínez Cachero, que, como Clarín, fue catedrático de la Universidad de Oviedo.

Máquina


No sé si lo de la foto es un máquina o una máquina. Lo que parece claro es su utilidad.
Aparece, como imagen de marca, en el blog de mi exalumno José Tato. Dudé de que se tratase de él cuando vi la foto, que no era más que una muestra de ingenio. Recuerdo cuando me lo presentaron como alumno problemático, "un caso perdido", me dijeron. Fue, a la vista está, uno de mis mejores alumnos, y luego hizo el CAP conmigo.

El nombre del blog, Activando la disidencia, me recuerda a un documental sobre Noam Chomsky que se titulaba así: Activating Dissent. Supongo que no es una casualidad, porque el responsable del blog y del título confiesa su debilidad chomkista.

Ah, la máquina de matar fascistas es de bajo consumo y da buenos resultados.

08 diciembre 2005

Recuerdo de Riego en la A-4

Entre Sevilla y Cádiz, a medio camino, cerca del Cerro del fantasma, persiste aún el peaje de la salida a Lebrija y Las Cabezas de San Juan.
Parada obligatoria por ahora. Ni la costumbre ni la velocidad impiden contemplar a lo lejos las casas que se descuelgan del imponente monte coronado por una iglesia desproporcionada para el pueblo. Y recuerda uno, mientras recoge la tarjeta de crédito, que aquí se sublevó el comandante Riego. En un siglo de espadones y asonadas, esa fue una de las más sonadas. De aquí salió Riego con dos batallones hacia Arcos de la Frontera por Villamartín, después de restaurar en 1820 la constitución de Cádiz. Fue poco más de un paréntesis, el trienio liberal.
Lo contó con soltura Baroja en Con la pluma y con el sable, la cuarta entrega de Las memorias de un hombre de acción, y antes Galdós en La segunda casaca.

He conocido y tratado por diversos motivos y en distintas ocasiones a los descendientes de otro famoso espadón del XIX, el general Espartero. No sé si por sus ideas liberales o por los atributos genitales que hicieron famoso a su caballo, estoy seguro de que no les hacía mucha gracia que les recordase a su antepasado.

07 diciembre 2005

La enciclopedia del crepúsculo

Bajo ese título ha elaborado Rafael Argullol una enciclopedia personal constituida por textos escritos durante el cuarto creciente de un siglo menguante. Textos que por encima de los géneros nos dan la imagen completa de una obra rigurosa en el fondo y en la forma. Uno de los hilos fundamentales de ese tapiz es la reflexión sobre la escritura, un archipiélago:

“La escritura, al igual que el pensamiento probablemente, es un archipiélago en el que sus islas, a pesar del vacío que las rodea—o, tal vez, gracias a este vacío—, guardan siempre una relación entre sí.”

El lugar del naufragio:
“La escritura debe dejar constancia de nuestra deriva, aunque asimismo de nuestro afán por orientarnos en el mar de errores como si la búsqueda de una verdad fuera posible. Es, al mismo tiempo, testimonio de la pérdida de uno mismo y ficción de su rescate. Visión del naufragio desde la ilusión de la supervivencia.”

Lo acaba de publicar Acantilado, con su limpieza habitual, en esos tomos de lectura tan agradable por la calidad de los textos y de la tipografía.
Merece un comentario detenido que aparecerá en el colectivo Encuentros. Revista de literatura.

06 diciembre 2005

Proust, los placeres y los días

A propósito de la muerte del autor de Sodoma y Gomorra, decía Jacques Rivière: "Marcel Proust ha muerto de la misma inexperiencia que le ha permitido escribir su obra. Ha muerto por ser extraño al mundo y porque no supo modificar las condiciones de su vida que terminaron por destruirle. Ha muerto por no saber cómo se enciende el fuego, cómo se abre una ventana."
Alianza publica ahora en edición de bolsillo Los placeres y los días, un libro editado en 1894 del que Proust se seguía sintiendo orgulloso veinticinco años después.
Con la recomendación de un autor tan exigente consigo mismo y con su obra debería bastar para acercarse a esas páginas en las que está esbozada la prehistoria humana y ambiental de En busca del tiempo perdido.

02 diciembre 2005

Por aprender del aire

Voyeur

En La tentación de lo imposible, su libro sobre Los miserables, Vargas Llosa escribe acerca de Victor Hugo:

“Llegó virgen a su matrimonio con Adèle Foucher, a los veinte años, pero desde la misma noche de bodas comenzó a recuperar el tiempo perdido. En los muchos años que le quedaban perpetró innumerables proezas amorosas con imparcialidad democrática, pues se acostaba con damas de toda condición —de marquesas a sirvientas, con una cierta preferencia por estas últimas en sus años provectos— y sus biógrafos, esos voyeurs, han descubierto que pocas semanas antes de morir, a sus 83 años, escapó de su casa para hacer el amor con una antigua camarera de su amante perenne, Juliette Drouet.”

Como se ve, Vargas Llosa, se desmarca de esa tendencia crítica del mirón y no es de los que frecuentan el ojo de la cerradura.
No, ni ná, como diría un personaje de Ramírez Lozano.

01 diciembre 2005

Lirios de Felipe Checa para Manuel Monterrey

A punto de cumplirse el centenario de su muerte, se inaugura hoy en el Museo de Bellas Artes de Badajoz una exposición dedicada a Felipe Checa, quizá el más destacado de los pintores decimonónicos pacenses. Un pintor con oficio, no siempre acompañado de talento. Pero hay un óleo de 1904, Lirios, que debería ser suficiente para reivindicarle como pintor.

Más joven que él, Manuel Monterrey, poeta modernista, le profesó admiración y le dedicó un soneto.
En la cuidada y esforzada selección poética que publicó Manuel Simón Viola en la colección Clásicos extremeños de la Diputación de Badajoz, hay de vez en cuando, como en Felipe Checa, destellos discontinuos. El soneto al que aludo empieza así: "Espacio, luz, color, aire, relieve". A partir de ahí empieza a decaer, pero los cinco sustantivos apresan la virtud plástica de esos lirios de Felipe Checa.

Desdichado poeta aquel Manuel Monterrey, hombre humilde que pasó su vida entre la relojería de Buiza y la revista Gévora.
Poeta desvalido al que siempre veo en zapatillas de orillo diciendo "no me se ocurre nada", como en una carta a Reyes Huertas escrita tal día como hoy, un 1 de diciembre de 1950.
Siento por ese triste poeta triste un inexplicable afecto, que no es (estoy seguro) hijo de la lástima, sino de algo más hondo y más humano.

30 noviembre 2005

Sor Patrocinio, la de las llagas

Me la recordaba el otro día Fernando Savater, con un agudo comentario sobre la AVT y su patético representante, que ahora quiere que nos expulsen del mundo.
A Savater le trae reminiscencias de aquella monja histérica y poco higiénica, tan amigaza de Isabel II.
El personaje que inmortalizó Valle en El ruedo ibérico ha suscitado una extensa bibliografía y no poca curiosidad. Hace ya casi veinticinco años que Arturo González y Miguel Diéguez publicaron en la Biblioteca de Visionarios, Heterodoxos y Marginados de la Editora Nacional un tomo de casi mil páginas sobre la vida y la obra de Sor Patrocinio. Claro que eso ocurría cuando España era una nación y estaba al frente de su Editora mi amigo Luis Alberto de Cuenca oteando el horizonte desde las almenas como el guerrero del antifaz.

Lo repaso y me encuentro con párrafos intemporales como estos:
"Las áreas de gozo de los integristas se encuentran en los arcanos pasados, construidos con leyes inmutables e intocables, porque el más leve tacto puede despertar el tabú y quedar todos envueltos en una oleada de desgracias."
"El pensamiento reaccionario, tan catastrofista, suele detectar las ruinas con fino olfato, pero nunca advierte desde su fosilismo las puertas que abren las ruinas."

¡Qué gusto da pensar que no pasa el tiempo por las esencias patrias!

29 noviembre 2005

A Daniel, del león

No acabo de imaginarme a Unamuno admitiendo con Eliot que la poesía es "diversión para gente superior."
O compartiendo con él la refutación de Wordsworth (ignoro si lo conocía Unamuno) y su definición de poesía en las Baladas líricas: "la emoción recordada con tranquilidad."
O afirmando con el autor de los Cuatro cuartetos que la poesía "no es la expresión de la personalidad, sino una huida de la personalidad." ¿Hay algo menos unamuniano que esa declaración de Eliot en el prefacio de 1928 a El bosque sagrado?
O corroborando que solo conoce, como en El entierro de los muertos, "un manojo de imágenes rotas en las que el sol golpea."
La ruptura de la realidad y del sentido que hay en La tierra baldía, en las Elegías de Duino, en Anabasis o en Pound, ¿tienen que ver ni remotamente con la subjetividad exacerbada, desbocada, tardorromántica, de Unamuno?
¿Con qué tradición rompe quien es el penúltimo (el último es Machado) poeta del XIX, más cercano a Espronceda o a Campoamor que a JRJ?
Quien, incapaz de oír y entender al otro, despreció como él a los poetas jóvenes, y sólo se oyó a sí mismo dando voces, ¿qué papel ocupa en la poesía española contemporánea?

Por lo demás, Daniel, me alegro de tu buena salud. Se ve que, como al otro Daniel, los leones no te han devorado, aunque tú te das por muerto y ves un túnel oscuro (¿o un foso?) y teas encendidas haciéndote guiños. Que no, que no te han devorado. Ni siquiera dialécticamente. Que sea por mucho tiempo.

Daniel y los leones

Nombrado ya por Darío de Persia el superior del reino, Daniel, que significa en hebreo Dios es mi juez, fue lanzado al foso de los leones. El resto de la historia es conocido. La sangre no llegó al río. Los leones, por lo visto, no gustaron de aquella carne profética. Es Daniel quien interpreta y cuenta desde su punto de vista aquel episodio en el libro del Antiguo Testamento que lleva su nombre. A los leones apenas se les dejaba hablar en el relato.

28 noviembre 2005

El otoño cotidiano

"La escarcha que abre el cielo de mañana es también memoria." Eso escribe Antonio Reseco, un joven y prometedor poeta extremeño, en El otoño cotidiano, un libro de poemas que ya había aparecido en edición digital en Alcancía y que ahora se publica en papel en la editorial villanovense Littera Libros.
Coincidí el sábado pasado con él en una mesa redonda sobre poesía en Trujillo y le agradezco ahora no sólo el libro, sino que tenga las ideas tan claras como demostró con la lectura de su poética.
Sin salir de esa página, correspondiente al 18 de octubre, doy esta otra muestra de la limpia solidez estilística de Antonio Reseco:
"Los vencejos ya no dicen nada. Han mudado sus costumbres. Sus peregrinaciones han sido obligadas a aceptar la lejanía de los cálidos inviernos. Los pájaros jóvenes ignoran las estaciones."

27 noviembre 2005

Genios

Ese es el título del último libro de Harold Bloom, tan brillante, tan polémico, tan valiente como todo lo suyo.

Copio debajo tres destellos de su lucidez:

"El talento no puede ser original, el genio debe serlo."

"El genio muerto está más vivo que nosotros, así como Falstaff y Hamlet son mucho más vitales que muchas personas que conozco. La vitalidad es la medida del genio literario. Leemos en busca de más vida y sólo el genio nos la puede proveer."

"Shakespeare creó a Rosalinda, a Falstaff, a Hamlet, a Yago, a Lear, a Macbeth, a Cleopatra –personajes que conocemos mejor que a nosotros mismos–, pero se niega a crearse a sí mismo en sus sonetos. Y aunque nos suministra una gama casi infinita de conjeturas, se retira incluso ante lo que parecen ser sus propias humillaciones y sufrimientos eróticos. Podría ser que su alejamiento de sí mismo sea una insinuación que nos hace para que podamos tolerar los sufrimientos formidables que son el don estético que nos hacen sus tragedias."

Una nueva incitación a la lectura, a la inteligencia y a la lectura inteligente.

26 noviembre 2005

Libros in fieri

Apenas llegado desde Renacimiento, antes de que le dé tiempo a perder el olor del almacén que tiene Abelardo Linares en Valencina, leo Miguel Espinosa, mi padre, el libro que Juan Espinosa publicó en Comares en 1996.

Me encuentro allí esta ocurrencia del autor de Escuela de mandarines:

"- Durante hora y media-contó un día- el catedrático fulano me ha hablado de sus libros.
- ¿Y son buenos?- pregunté.
- No tienen más defecto que no estar escritos.
Se ve ahora cómo y por qué Miguel Espinosa vino a ser un experto en entes irreales."

25 noviembre 2005

Camba según Cansinos

"Julio Camba era un feroz anarquista, odiaba a los burgueses, pero amaba la buena vida burguesa, los bistecs gordos y las mujeres finas, y como los burgueses son los que disponen de eso, los adulaba unas veces y otras los intimidaba para tener su parte en el festín. Era flexible y sinuoso." Un libro, entre paréntesis, imprescindible para quien quiera conocer unos años cruciales en la literatura española contemporánea, entre lo finisecular y la poesía del 27 que le descolocó, como a tantos. Me acojo a la autoridad de Juan Manuel de Prada, que le sacó todo su jugo en Las máscaras del héroe y en Desgarrados y excéntricos. Ese magnífico retrato de Julio Camba, además de su visible calidad literaria, tiene el don invisible de lo profético y revela que Cansinos era un excelente prosista y conocía el género humano con el que tuvo que tratar. Porque, en fin, ¿quién no ha tenido un Camba en su vida?

24 noviembre 2005

A punto de nieve

El anciano que posa perplejo bajo la nieve que finalmente le cubriría el 25 de diciembre del 56 es Robert Walser. Llevaba más de veinte años arrastrando su perplejidad ingresado en un siquiátrico. Llevaba mucho tiempo queriendo ser nadie, queriendo ser nada y andando compulsivamente hasta convertirse en dromómano. En el momento de la foto está a punto de iniciar uno de esos paseos, otra forma de perderse.
Admirado por Kafka (Calasso recuerda que a Kafka lo tomaban al principio por heterónimo de Walser) y por Benjamin, es uno de los autores más inquietantes y admirables que uno ha leído.
Estos días publica Siruela, como el resto de su obra, el primer tomo de los Microgramas que garabateó con lápiz y caligrafía minúscula y tedio de la pluma antes de ser ingresado. Han sido muchos los años de ardua labor de desciframiento que ahora empiezan a ver sus frutos y a regalarlos a los lectores de Walser. Hesse decía que si Walser tuviera cien mil lectores el mundo sería mejor. Se equivocaba. Seguro que hoy tiene más y el mundo no deja de empeorar.
Esta es una de sus últimas fotos. La nevada que cae en la fotografía empezaba ya a hacerle invisible. Es lo que siempre quiso.

23 noviembre 2005

Figuras de mujer

"Para Virginia Woolf, una mujer que escribe debe hacerlo como una mujer que ha olvidado que es mujer. Hay muchos ejemplos de hombres que supieron introducirse en el pensamiento femenino o de escritoras que se deslizaron en la piel de un hombre. De músicos disfrazados de mujer para poder sobrevivir con faldas y a lo loco, o de travestis y formas de mutación de roles, de conversión del yo en el otro, como ocurre en las películas de Blake Edwards Victor o Victoria o en la de Sidney Pollack Tootsie. (...) El andrógino es la metáfora del hombre -de la mujer- posmoderno, democratizado e igualitario. (...) Masculino y femenino. Puede llamarse Orlando. O incluso, por qué no, Emma. Aquella Madame Bovary, una de las figuras de mujer más emblemáticas creadas por el imaginario masculino, desde una perspectiva de hombre. Porque detrás de ella se esconde, travestido, su creador."

Con reflexiones tan sugerentes como la de ese párrafo, Rosa de Diego y Lydia Vázquez, dos profesoras de la Universidad del País Vasco, nos llevan en el ensayo Figuras de mujer (Alianza Editorial) a la reflexión sobre diez arquetipos femeninos forjados por el inconsciente colectivo y masculino a través de una tradición lastrada por la misoginia grecojudeocristiana en este libro abierto, desenfadado y multidisciplinar
De la madre a las lolitas, de la hermafrodita Orlando a la mujer por la que un hombre pierde la cabeza, la Salomé que inquietaba a Wilde. O Mme. Bovary, aburrida víctima en un mundo aburrido.
Semejante en enfoque y sugerencias a la imprescindible Guía de lugares imaginarios de Alberto Manguel y a La semilla inmortal que publicó Anagrama, desorientará a algunos lectores cercanos a la Conferencia episcopal, si los hubiere. A ellos, ya se sabe, que no los saquen de Eva o de (modernidad de modernidades) Sara o la mujer de Lot.
Cuando el sueño se hace forma, nace el mito. Eso es lo que ocurre, por ejemplo, con Lolita, ese sueño materializado en Nabokov y, sobre todo, en Kubrick.

22 noviembre 2005

Oráculo manual y arte de prudencia

Me llega hoy el Oráculo manual y arte de prudencia de Gracián en la reedición de Cátedra Letras hispánicas. No deja de asombrarme que un libro tan difícil como este haya conocido seis reediciones en menos de diez años. Creo que llegó a ponerse de moda entre los yuppies norteamericanos y luego de rebote entre los jóvenes emprendedores y brokers del viejo solar carpetano.
La edición de la que hablo fue preparada por Emilio Blanco, a quien se debe también el prólogo y el repertorio de notas que facilitan la lectura y la hacen tan lenta como el texto requiere.

Con el fondo de las Sonatas para viola de gamba de Corelli, releo algunos aforismos y me acuerdo de Miguel Ángel Lama:

"70. Saber negar. No todo se ha de conceder, ni a todos. Tanto importa como el saber conceder, y en los que mandan es atención urgente."

"138. Arte de dexar estar. Y más quando más rebuelta la común mar, o la familiar. Ai torbellinos en el humano trato, tempestades de voluntad; entonces es cordura retirarse al seguro puerto del dar vado."

"159. Saber sufrir necios. Los sabios siempre fueron mal sufridos."

Y así hasta trescientos aforismos en los que la sabiduría y el desengaño escriben a dos manos este manual de prudencia.

Otra lectura imprescindible, inimaginable, por universal, en dialecto.


21 noviembre 2005

Jabès, el extranjero

"El escritor es un extranjero porque él es el propio lugar de su palabra."
"¿Dónde está la frontera, Extranjero, sino al final de nosotros mismos?"

Sólo son dos muestras del libro de Edmond Jabès Un extranjero con, bajo el brazo, un libro de pequeño formato.

Un libro, pese a su título, de gran formato literario y humano, una sonda que pide eco en lo más profundo del lector.

20 noviembre 2005

Por mar con Don Quijote

El 19 de mayo de 1934, Thomas Mann zarpaba de Boulogne con rumbo a Nueva York. Ese sería el primero de un larga serie de viajes trasatlánticos. En el equipaje llevaba la traducción al alemán del Quijote en cuatro tomos y un cuaderno en el que compagina sus impresiones de viaje y sus impresiones de lectura.
Viaje por mar con don Quijote, que acaba de editar RqueR, recoge esos textos, que ya habían aparecido en Losada, junto con otros ensayos sobre Goethe y Freud, en un viejo tomo de penoso papel que el tiempo ha ido oxidando hasta hacerlo de lectura incómoda.
Es el Mann de siempre, que incluso recuerda en las descripciones de ambiente humano al de La muerte en Venecia, un Mann cuya hamaca de cubierta recuerda a menudo la de Hans Castorp.
Un Mann que se asombra de no cruzarse con otros trasatlánticos, hasta que cae en la cuenta de la inmensidad del océano y que a veces no duda en recriminarse sus ocurrencias de colegial.

Hay en el tomito, cuidadosamente editado, abundante material fotográfico de los periplos atlánticos de Mann, una buena traducción de Genoveva Dieterich y una afirmación chocante:
"También sabemos que Cervantes mismo escribió novelas de caballería de pura cepa después de Don Quijote."

La frase me deja perplejo y voy a comprobarla en la anónima traducción de Losada. Allí no figura nada semejante. Quizá porque aquel traductor, además de anónimo, era piadoso.

19 noviembre 2005

Milosz

Hace ahora 25 años que Czeslaw Milosz, un poeta polaco cuyo nombre no sé si es más difícil escribir que pronunciar, recibía el Nobel.
En el discurso de recepción del premio, hablaba de la condición de exiliado del poeta desde los lejanos tiempos de Dante y escribía estas palabras amargas y de una actualidad lamentable:

"El exilio del poeta es el resultado de un descubrimiento relativamente reciente: que quienquiera que detente el poder dispone también de los medios necesarios para controlar el lenguaje, y no sólo con las prohibiciones de la censura, sino, sobre todo, alterando el significado de las palabras."

La traducción, como se ve, no es demasiado buena y eso me hace recordar que en algún sitio leí que para conocer la mejor poesía del siglo XX habría que saber polaco. La primera vez me pareció una salida de tono. Ahora tampoco me parece una declaración seria, pero dudo un poco. Y sobre todo echo de menos una buena traducción de Milosz. Octavio Paz lo tradujo alguna vez desde el inglés en el que vertía algunos de sus textos el poeta polaco.
Hay una traducción directa del polaco de Barbara Stawicka en Tusquets, pero es una traducción hecha con acento, para que nos entendamos.

18 noviembre 2005

El lector anárquico

No sé si quienes reniegan del canon estarían dispuestos a asumir esta reivindicación de la lectura como acto anárquico que firmaba en 1983 Hans Magnus Enzensberger:

"El lector tiene siempre razón y nadie le puede arrebatar la libertad de hacer de un texto el uso que quiera. Forma parte de esta libertad hojear el libro por cualquier parte, saltarse pasajes completos, leer las frases al revés, alterarlas, reelaborarlas, continuar entrelazándolas y mejorándolas con todas las posibles asociaciones, extraer del texto conclusiones que el texto ignora, enfadarse y alegrarse con él, olvidarlo, plagiarlo y, en un momento dado, tirar el libro en cualquier rincón."

La cita forma parte de un artículo de título provocador: Una propuesta modesta para defender a la juventud de las obras de poesía.

Después de ver sus últimas opiniones, tengo muy serias dudas de que Enzensberger avalara hoy sus propias palabras.

17 noviembre 2005

El maestro Ciruela

Ese mismo, el que no sabía leer y puso escuela. Se ha reencarnado en la figura del jefe putativo de la oposición, para decir en carta a Zapatero: "Los informes nacionales e internacionales confirman esta impresión. Lo sabes también como yo". El que escribe esto es el que quiere recontrarreformar la enseñanza, por lo del nivel. Y para que los padres de magrebíes tengan derecho a exigir plaza para sus hijos en colegios de monjas.
Y este es el listo. Habrá que ver la ortografía del ángel innecesario. Y la de Menegilda, la de la Gran Vía.

Lástima que mi compañero y rival de oposiciones esté excedente en la enseñanza. A ver si -tan amigo de dar lecciones como es - le pega un repasito (de Miranda Podadera) al sibilante.

16 noviembre 2005

El libro en Extremadura

Coincidiendo con la apertura en Cáceres de la exposición Extremadura en sus páginas, a la que Fernando Pérez dedicó sus últimos esfuerzos, leo su artículo Coordenadas de la edición en Extremadura. Lo escribió en julio para el número 3 del Boletín del Observatorio del libro y la lectura en Extremadura, que se edita en el marco de un programa de colaboración entre la Consejería de Cultura y la Fundación Germán Sánchez Ruipérez.

Es una síntesis urgente, apretada y escueta, por eso mismo rigurosa y lúcida, de la realidad del libro y la edición en Extremadura, entre la aventura comercial y el mecenazgo público o privado.
El texto del artículo puede descargarse pinchando en este enlace.

15 noviembre 2005

El tiempo, gota a gota

"Bajamos, nos hacen entrar en una sala vasta y vacía, ligeramente templada. ¡Qué sed teníamos! El débil murmullo del agua en los radiadores nos enfurecía: hacía cuatro días que no bebíamos. Y hay un grifo: encima un cartel donde dice que está prohibido beber porque el agua está envenenada. Estupideces, a mí me parece evidente que el cartel es una burla, «ellos» saben que nos morimos de sed y nos meten en una sala, y hay allí un grifo, y Wassertrinken verbotten. Yo bebo, e incito a mis compañeros a hacerlo, pero tengo que escupir, el agua está tibia y dulzona, huele a ciénaga.
Esto es el infierno. Hoy, en nuestro tiempo, el infierno debe de ser así, una sala grande y vacía y nosotros cansados teniendo que estar en pie, y hay un grifo que gotea y el agua no se puede beber, y esperamos algo realmente terrible y no sucede nada y sigue sin suceder nada. ¿Cómo vamos a pensar? No se puede pensar ya, es como estar ya muertos. Algunos se sientan en el suelo. El tiempo transcurre gota a gota."
El fragmento, tan impresionante como el resto del libro, pertenece a Si esto es un hombre, el relato, la relación autobigráfica que hizo Primo Levi de su estancia en Auschwitz. Como una liberación interior y como aportación a un estudio sereno del alma humana lo explica su autor.
Manejo la obra (llamarla novela es una frivolidad incalificable) en la traducción que hizo Paloma Gómez Bedate en 1987 para Muchnik Editores. He ojeado otra edición más reciente de la misma traducción, en El aleph, con las otras dos piezas que completan la Trilogía de Auschwitz: La tregua y Los hundidos y los salvados.

Quien lea estas páginas estremecedoras sale tocado para siempre. No toca un hombre, sino lo que queda de dignidad en él para escribir esta elegía definitiva:
"De mi vida de entonces no me queda hoy más que lo necesario para sufrir el hambre y el frío; no estoy ya lo suficientemente vivo para poder suprimirme."

14 noviembre 2005

Zweig

Durante la juventud uno forma en gran medida sus gustos como lector, sus manías, sus atavismos. Uno de esos atavismos juveniles era el desprecio de la literatura de Stefan Zweig. Desprecio generalizado, por cierto, en los ambientes de los setenta, en donde era tenido por narrador anticuado y excesivamente comercial.

Cuesta trabajo quitarse esos prejuicios, aunque con Zweig quizá un poco menos. Recuerdo que lo empecé a valorar cuando leí Una partida de ajedrez. La lectura posterior de Veinticuatro horas en la vida de una mujer me sacó definitivamente del error.
Y por si quedaba alguna duda, la lectura de sus memorias en Acantilado, Un mundo de ayer, me lo acabó de revelar como un escritor admirable.

Y en medio, un libro al que vuelvo una y otra vez: Tres maestros (Balzac, Dickens, Dostoiewski). Un libro que encontré en una librería de viejo en una cuidada edición de 1953. Un libro seguramente menor, alimenticio, escrito por encargo, pero absolutamente recomendable. Hay una edición reciente en Acantilado, que está publicando muchas de esas recuperaciones de Zweig.

Hablando de librerías de segunda mano y de Dickens, recuerdo la preciosa edición inglesa del XIX que Jaime Naranjo trajo de una vieja biblioteca de bodegueros jerezanos.
La tiene en un altillo de Boxoyo, más inaccesible que inasequible, porque en realidad no la quiere vender.

13 noviembre 2005

Byron en La Albuera

Lo recuerda Manuel Vicente González, después de dejar Capela: por La Albuera pasó, antes de la batalla, Lord Byron. Iba a coger un barco en Gibraltar para ir a Grecia, después de dejar recuerdo imborrable de su persona en Cádiz.
Releo estos días Carretera y manta, el libro del viaje entre Badajoz y el Alentejo que escribió el cerebro González y publicó Libros del oeste en su serie Viajeros, con textos tan inolvidables como las fotografías de Antonio Covarsí que subrayan o resumen sus palabras.
Y en La Albuera cuenta el viajero que llamó, de parte de Bernardo Víctor Carande (a quien está dedicado el libro), a la propietaria del castillo de Salvatierra, que no pudo atenderle:
"- Pues mire, aunque no se lo crea, en estos momentos estoy ocupadísima, acaba de llegar a mi castillo un regimiento desde Inglaterra y tengo que hacerles los honores. Van a participar en la Batalla de la Albuera, no sé si usted habrá oído hablar de ella. Así que mejor lo dejamos para otro día, ¿le parece?"
Y, con esa contestación en la cabeza, el viajero siguió el cauce del Rivillas hasta Badajoz. Ahora ha hecho años de aquellos días de lodo y agua desbocada en el Cerro de Reyes.

12 noviembre 2005

Lección de zoología

"Una cebra no necesita correr más que una leona, sino más que otras cebras." (Jorge Wagensberg, director del Museo de la Ciencia de Barcelona)

¿Es el catolicismo compatible con la democracia?

Ese es el título de un artículo, elemental pero terminante, que Jesús Tapia Corral publicaba hace un par de años en La bocina del apóstol. Terminaba con estas palabras, que son ahora una invitación a leer el texto completo:

"Si el lector quiere identificar las opiniones de Paine y Franklin con las de Sartori y Fallacci, las insinuaciones sobre el magnicidio de Booth con la ubicuidad de Al-Qaeda, las predicaciones de Pio Nono con el integrismo wahabita, y las prevenciones contra la emigración irlandesa con los miedos ante la avalancha musulmana, puede hacerlo, porque vivimos en un país libre (aunque) de tradición católica. ¿Verdad?"

11 noviembre 2005

Poesía sin fronteras

Leyendo el monográfico de Ínsula sobre el estado editorial y crítico de la obra de JRJ (KQX, según Gerardo primero el suave), veo con asombro que Juan Ramón mantenía un "diálogo con los grandes poetas angloamericanos del momento (Pound, Perse, Sandburg)."
Esto de citar de lejos, de segunda o tercera mano, es lo que tiene. Llamar grande a un poeta industrial como Sandburg y ponerlo a la altura de Pound o de Perse sería de una generosidad beatífica si no procediera del puro desconocimiento.
Pero bueno, puede haber opiniones.
Menos opinable es la reubicación de Saint-John Perse como angloamericano. ¡Qué gracioso! Le habrá recordado a John Wayne.
El articulista es autor también de una tesis doctoral sobre Dios deseado y deseante presentada en la Universidad de Valladolid.
Inédita, añade él mismo, autorreferencial y previsible.

10 noviembre 2005

Cornelia Bororquia o La víctima de la Inquisición

Cuando la Iglesia española creía menos en la libertad que ahora, tenía establecido un Índice de libros prohibidos. Uno de esos libros apareció en París en 1801 y circuló clandestinamente en España. Era una novela epistolar que se titulaba Cornelia Bororquia o La víctima de la Inquisición. La he visto en catálogos de la época con el subtítulo Historia verdadera de la Judith española. La publica ahora Cátedra en su serie Letras hispánicas, en edición de Gerard Dufour.
Aunque anónimo, el alegato contra la intolerancia y el abuso de poder de una jerarquía depravada parece que lo escribió un trinitario exclaustrado y exiliado en Francia que se llamaba Luis Gutiérrez y al que ajustició en 1808 la Junta Central.
Era una época en la que la libertad de enseñanza debía de tener muy otro sentido, porque los papas la condenaban con contumacia en sus encíclicas.

09 noviembre 2005

Secta

Me asomo a un mundo numerado y veo
la secta envilecida de los hijos
de quienes ya eran hijos del oprobio.

Solapan sus linajes con cosméticos,
pero aun así no pueden
encubrir esa abyecta condición de gregarios
que sustenta su fe.
Se llaman
como sus gentes se llamaron,
nombres trucados de homicidas, nombres
hereditarios de secuaces
de soldadescas y de clerecías.
Son los mismos
que siguen solazándose
con las soflamas de los patriotas
y empuñan de continuo estandartes y cruces
con que emular a sus mayores,
mientras avanza por las avenidas
un cortejo triunfal de bienpensantes.

Líbrate, compañero,
de esas iglesias y esos mentecatos.

El texto es del último libro de Caballero Bonald. No es que CB sea un visionario, es que la historia se empeña a veces en ser circular ayudada por quienes ven en la vida el sendero redondo que dibuja a ciegas el asno alrededor de la noria.
A ese reguero le llaman tradición. Al área que queda dentro del reguero le llaman patria. Y los que tienen más alta vocación de estadistas, nación.

08 noviembre 2005

Un alfabeto personal

El que elabora Carlos Fuentes en un volumen titulado En esto creo, que publicó Seix Barral. Una invitación constante a la reflexión de quien se dedica a hacer las reflexiones más lúcidas de entre sus contemporáneos latinoamericanos. Organizado alfabéticamente en capítulos que van de Balzac al cine mudo, de Faulkner a los hijos, de la Odisea a la sociedad civil, de Silvia a a la xenofobia, es de lectura imprescindible y agradecida hacia una figura como la de Fuentes, que ha ido creciendo con el tiempo. Ese tiempo que dicen que pone (no se sabe cuándo, a algunos póstumamente) a cada uno en su sitio.

Como en algunos de los autores que más nos gustan a todos, aquí también sale Dios. Para anunciar, desde un sanatorio de Weimar, la muerte de Nietzsche. Por lo que se ve, es un Dios sentado, como un moro paciente y en cuclillas, a la puerta de su casa celestial para ver pasar el cadáver de su enemigo.


07 noviembre 2005

Kafka y sus precursores

Ese es el título de un artículo que Borges publicó en Otras inquisiciones. Harold Bloom lo destaca en el capítulo que le dedica al argentino en su último libro Genios.
Dice allí Borges estas palabras que tienen menos de paradoja de Zenón que de intuición genial:
"En el vocabulario crítico, la palabra precursor es indispensable, pero habría que tratar de purificarla de toda connotación de polémica o de rivalidad. El hecho es que cada escritor crea a sus precursores. Su labor modifica nuestra concepción del pasado, como ha de modificar el futuro."

06 noviembre 2005

Pensamiento y poesía en la vida española

“Un cuento popular, con visos de apólogo, narra el caso ejemplar de un buen hombre, de un pueblo de Extremadura, que acosado por la pobreza, lanzóse al camino junto con su hijo idéntico a él en condición moral, para convertirse en ladrón. A los primeros convecinos que pasaron corrieron a detenerles diciéndoles que iban a robarles y como los transeúntes tomaran a broma el suceso, aseguraron ellos muy seriamente: «ya no somos Fulano y Mengano, vecinos de nuestro pueblo, sino ladrones que os venimos a robar». No se amedrentaron los así interpelados, sino que viendo sin duda brillar íntegro el fondo de intacta honradez de los ojos de aquellas buenas gentes, les dijeron: «será así como decís», y les dieron un cigarrillo que juntos encendieron, poniéndose a continuación a hablar de algunos temas propios de sus preocupaciones: del tiempo, de la cosecha... y así anduvieron el camino y llegaron al pueblo, donde cada uno quedó en su casa, separándose con un honrado «buenas noches, que queden con Dios». Y así terminaron los improvisados ladrones.
Tal podría ser, extremando un poco las cosas como las extrema todo ejemplar apólogo, tal podría ser, la verdadera suerte que en España han corrido todos los intentos teóricos, todas las empresas de someter a sistema filosófico nuestro montaraz y generoso «realismo» indomeñado.”

El fragmento es de María Zambrano y pertenece a un texto titulado El realismo español como origen de una forma de conocimiento, texto de una de las conferencias pronunciadas en el exilio mejicano. Las editó en 1939 el Colegio de México (antigua Casa de España).

Están recogidas en un volumen titulado Pensamiento y poesía en la vida española que ha publicado Biblioteca Nueva.
Hay edición digital en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes de la Universidad de Alicante.

La última de las conferencias se titula La poesía y se cierra con esta frase, que desconoce algún gangoso agitador de ondas episcopo-matinales al que sufrí hace ya demasiados años como compañero de oposición en Cantoblanco:

“Confiemos, sí, en que mientras exista poesía, existirá España.”





05 noviembre 2005

La mala vida

Leo el Caravaggio que escribió en 1993 Eugenio Carmona, catedrático de Arte de la Universidad de Málaga. Es algo más que un libro divulgativo sobre el pintor que más bibliografía genera desde hace tiempo. Es una visita guiada por los cuadros y la vida turbulenta, corta y desordenada de aquel pendenciero genial que se llamó Michelangelo Merisi.
Exquisito y violento llamó Luis Antonio de Villena a Caravaggio en un ensayo que publicó Planeta hace poco. Y un Stendhal fascinado por aquellas pinturas se preguntaba en 1827: "¿Pudo ser este hombre un asesino?"
Hermético a veces, narrativo otras, con teatralidad barroca siempre, su pincelada robusta y terminante revela su temperamento y hasta su conformación física.
Algunos detalles de su vida, su creatividad y su carácter me recuerdan inevitablemente a Pasolini, de cuya muerte se cumplen estos días treinta años.
No se trata solo de ciertos y evidentes parecidos en sus temperamentos, en sus gustos sexuales, en el compartido fervor por San Mateo, en la mezcla de refinamiento y vulgaridad que comparten los dos artistas. Ni siquiera se trata de que Caravaggio sea un precursor de la técnica compositiva del cine con sus contrapicados, con sus primeros planos, con la luminotecnia avanzada que hay en sus cuadros.
Hay un parentesco más evidente y más secreto a la vez. En los rostros de los muchachos que con tanto gusto pintaba Caravaggio reconozco las caras de aquellos golfos de Roma que tanto gustaban al excelente poeta que fue también Pasolini y que como en el caso del pintor tanto tuvieron que ver con su muerte prematura y violenta.
Pasión mortal de dos italianos admirables, hermanados también en el gusto por el escándalo, en la mala vida y la mala fama.

04 noviembre 2005

Pepín Bello, inspector de carnuzos

Cuando escribo sobre los carnuzos me acuerdo inevitablemente de ese personaje ocioso e inexplicable que aún se llama Pepín Bello y al que no se le conoce otra dedicación que el consumo de cerveza y la concesión de entrevistas.
Crecido a la sombra del 27, como otros escritores de segunda fila que parasitaron lo mejor del grupo como los chupones del olivo, no es un bohemio, ni un golfo, ni un escritor, ni nada. Si acaso un detector de carnuzos.
Lo dicho, un personaje, al que suele calificarse como superviviente del 27. Será un superviviente, curioso, hasta simpático si se quiere, pero ¿del 27? Ni su adjunto. Ni de la tradición oral del 27.
La antítesis de Francisco Ayala.

Carnuzos

En la lengua secreta del 27 los carnuzos eran burros en putrefacción. Los burros podridos de la época en la que Azaña hablaba de los burgos podridos.
Un invento de los residentes en la colina de los chopos, la Resi de Lorca, Buñuel, Alberti, Dalí y sus problemáticas relaciones de nenazas y machotes.
Una metáfora degradante, claro. Aludían a los burgueses de gusto antiguo, aún más putrefactos que los putrefactos. La diferencia entre el carnuzo y el putrefacto es una diferencia de matiz: aquel rebuzna y este sufre su putrefacta condición con el silencio resignado de la oveja.
Aparecen los carnuzos en Dalí, en sus burros muertos rodeados de moscas, en los recuerdos de Alberti cuando tenía recuerdos, en los dibujos de Lorca, en esa gamberrada que Buñuel y Dalí perpetraron contra Lorca y titularon Un perro andaluz, una película en la que un carnuzo representaba al autor del Romancero gitano, tras una turbia historia de celos y despechos.
Viendo y oyendo el otro día al líder putativo de la oposición, se me venía a la cabeza, irresponsablemente, por rara asociación de ideas, el recuerdo del carnuzo. No entro en el concepto, aunque podría. Hablo de la estructura fónica del término y de su enorme fuerza expresiva. Y pienso en lo bien que lo pronunciaría ese personaje. No cuesta ningún trabajo imaginarle pronunciando despacio y sibilante, como suele, la palabrita. Mariano Maravilla.

03 noviembre 2005

Qassabín, Beirut

El poeta sirio nacionalizado en Líbano Alí Ahmad Said Esber (Qassabin, 1930) que utiliza el seudónimo Adonis (“Al cambiar un nombre muy musulmán –Ali– por otro sin relación con el Islam –Adonis–, asumía y reivindicaba una trayectoria hacia lo universal. Al firmar así, salía de una tradición petrificada y accedía a una libertad más amplia.”) sonó mucho y muy fuerte como aspirante al Nobel. No era la primera vez y ya casi nos vamos acostumbrando quienes admiramos su poesía y su persona. En el fondo tampoco importa mucho.

Clara Janés, que es quizá quien más ha divulgado su obra en España, lo retrata con estas palabras:
"Un muchacho de catorce años, nacido en Qassabín (aldea situada en la Laodicea clásica) en 1930, se aproxima un día a la comitiva que acompaña al jefe del Estado en visita por la localidad, con la pretensión de hablar. Rechazado por la guardia, ante su insistencia el dirigente da orden de que le dejen decir lo que desea. El joven recita un poema suyo que admira a todos los presentes, y el jefe del Estado le ofrece el regalo que él solicite. El joven expresa su deseo de estudiar. Así será. Y pasa a hacerlo en el colegio francés de Tartouse y luego en Latakía donde llevará a cabo el bachillerato y, aunque se llama Alí Ahmad Said Esber, adoptará el nombre de Adonis. Estudia luego en la universidad de Damasco y en 1954, cuando se licencia en Letras, ha descubierto ya a Rilke y a Baudelaire.
Acabada la carrera se dedica al periodismo, primero en Damasco y después en Beirut, donde se traslada en 1956. Al año siguiente funda con el poeta y crítico libanés Yusuf al-Jal la revista Si'r (Poesía), que será de gran importancia para la evolución de la poesía árabe pues es una puerta abierta al mundo. En ella se traducen desde Juan Ramón Jiménez, Ezra Pound, Eliot, Saint-John Perse, Yves Bonnefoy, Edith Sithwell, René Char, Paul Claudel, Prevert, Yeats, Lorca o Michaux a Octavio Paz, Cummings, Frost y Juarroz.
En 1961 Adonis parte a Francia como becario. A su regreso al Líbano obtiene la nacionalidad libanesa y es redactor literario del diario más importante del país Lisán al-Hal. Por estos años ha publicado ya algunos libros de verso: Primeros poemas (1957), Hojas al viento (1958) y Canciones de Mihyar el de Damasco (1961), etapa inicial de su creación que culmina con el Libro de las huidas y las mudanzas por los climas del día y de la noche (1965)."

La problemática realidad libanesa le llevaba a evocar en 1982 Qassabin, su patria chica siria, desde un Beirut desolado:

“Abrazo a la espiga del tiempo,
mi cabeza es una torre de fuego.
Los árboles del amor en Qassabin
son hermanos de los árboles de la muerte en Beirut.
El bosque de mirto consuela al bosque del exilio.
Qassabin penetra en el mapa de la hierba
y destila las entrañas de las llanuras.
Beirut penetra en el mapa de la muerte:
las tumbas son jardines, despojos, campos.
¿Qué fuerza vierte a Qassabin en Tiro y Sidón
y es Beirut quien se derrama?
¿Qué es eso que alejándose se aproxima?
¿Quién mezcla en mi mapa esta sangre?”

Parte de su obra, más minoritaria de lo que merece su alta calidad, está traducida en Hiperión y en Ediciones del Oriente y del Mediterráneo.

Y una declaración ejemplar para terminar:

“Reivindico toda la herencia mediterránea, pero además formo parte integrante de la cultura universal, de Oriente hasta Occidente. La única especificidad que me reconozco es mi lengua y mi subjetividad. Pero, por medio de ellas, trato de abrirme a lo universal.”



02 noviembre 2005

Celebración del Arte

Por una de esas agradables coincidencias que se producen de vez en cuando, me llegan a la vez Manual de infractores, el último libro de Caballero Bonald, y el bellísimo poema cuyo título utilizo ahora para titular esta entrada.
Un texto que escribió por encargo para inaugurar la exposición Celebración del Arte que estará abierta hasta enero en la Fundación Juan March.
Ese poema celebratorio nos trae al mejor Caballero Bonald, menos hermético quizá, asonante por excepción, pero igual de contundente con versos como estos que se van repitiendo intermitentes en el texto:
"Y allí pugna la vida y se resarce
de sus banalidades y carencias."

El texto completo se puede leer y escuchar en la voz del autor en este enlace.

01 noviembre 2005

El donoso escrutinio

Eso, un donoso escrutinio, es lo que realiza José Luis Gonzalo en los dos tomos de Regia Bibliotheca. El libro en la corte española de Carlos V. Un magnífico trabajo de erudición que obtuvo el premio de investigación bibliográfica Bartolomé José Gallardo en su quinta edición. Lo publica ahora la Editora Regional de Extremadura.
Además de un catálogo exhaustivo de más de quinientas obras que constituían las bibliotecas de Juana la Loca, de Isabel de Portugal, del Emperador y del entonces príncipe heredero Felipe, es un impagable ejercicio de investigación intrahistórica que aborda pormenorizadamente el estudio de las encuadernaciones, los espacios y los ritos de lectura pública y privada, silenciosa o colectiva.
Y llama mucho la atención que sea Erasmo de Roterdam, con mucha diferencia, el autor más y mejor representado en esa biblioteca real tan significativa de las actitudes y mentalidades del primer Renacimiento.

Se suma esta obra a otras dos que obtuvieron este premio en convocatorias anteriores que uno recuerda tan voluminosas como inolvidables, la de Pedro M. Cátedra sobre la difusión de la literatura popular impresa en el siglo XVI y otra de José Manuel Prieto Bernabé sobre lectura y lectores en el Madrid del Siglo de Oro.


31 octubre 2005

Brodsky en Turín

A Joseph Brodsky lo invitaron en 1988 a inaugurar la Feria del libro de Turín. Allí leyó un texto tan lúcido como casi todo lo que conozco de él. Se titulaba Cómo leer un libro. A él pertenecen estas líneas:
"El problema con el crítico es (como mínimo) triple: a) puede ser un escritorzuelo tan ignorante como nosotros; b) puede tener fuerte predilección por cierto tipo de escritura o sencillamente acomodarse a la industria editorial, y c) si es un escritor de talento convertirá sus críticas en una forma de arte independiente -Jorge Luis Borges viene a cuento-, y uno puede acabar leyendo los comentarios más que los propios libros.
En todo caso, nos encontramos a la deriva en medio del océano, con páginas y páginas flotando en todas las direcciones, aferrados a una balsa cuya capacidad de flotación no es segura. La alternativa, por consiguiente, sería desarrollar nuestro propio gusto, fabricar nuestra propia brújula, familiarizarnos, por así decirlo, con estrellas y constelaciones particulares: opacas o brillantes pero siempre remotas. Esto, sin embargo, requiere montones de tiempo, y bien podría uno encontrarse viejo y gris buscando la salida con un infecto volumen bajo el brazo."

30 octubre 2005

Gottfried Benn en la morgue

Hermosa juventud

La boca de una niña que había estado tendida largamente en la junquera,
parecía roída.
Cuando le abrieron el pecho, el esófago estaba agujereado.
Por fin, en una glorieta debajo del diafragma,
encontraron un nido de jóvenes ratas.
Una hermanita pequeña estaba muerta.
Las otras vivían del hígado y el riñón,
bebían la sangre fría y habían
pasado allí una hermosa juventud.
Y hermosa y rápida les vino también la muerte:
las echaron a todas al agua.
¡Ay, cómo chillaban sus pequeños hocicos!

A Morgue y otros poemas (1912) pertenece ese texto estremecedor de Benn, un texto que en bable no es más que una hilarante anécdota lastimosa.

29 octubre 2005

Gottfried Benn en un prao con vaques

GUAPA MOCEDÁ

La boca d’una moza que tuviere sumerguyada nun pantanu

taba mui roída.

Cuando–y abrieren el pechu, l’esófagu taba tou afuracáu.

A lo fondo, nuna placina embaxu’l diafragma

atoparen un nial de rates moces.

Una de les hermanines taba muerta.

Les otres alimentábense de fégado y reñones,

bebíen la sangre xelao y pasaren

ellí una guapa mocedá.

Y guapa y rápida foi tamién la muerte:

tiráronles toes al agua.

¡Ai, cómo glayaben los tienros fociquinos!



De esta atrabiliaria manera José Luis Piquero rebaja a Gottfried Benn, uno de los grandes de la poesía alemana, a la vulgaridad arcaica del asturleonés y lo deja a la altura de las madreñas. Es evidente que algunas variedades dialectales no sirven para la alta poesía.

Esto es a Benn lo que la sidra-champán El gaitero al Moët-Chandom.

28 octubre 2005

Semblanza de un humanista

La Diputación provincial de Badajoz ha publicado en su colección Montano una semblanza del Brocense escrita por Francisco Martínez Cuadrado. En la selva de publicaciones sobre la figura del humanista extremeño, este libro contiene muchas de las claves con las que el lector interesado puede ir construyendo su propio acercamiento a la figura del autor de la Minerva.
Heterodoxo, excesivo hasta la temeridad en la España tridentina, tuvo problemas con la Inquisición, y protectores y enemigos.
"Superior a su siglo, no todos supieron comprenderle; y arrebatado de genio, no siempre tuvo la prudencia necesaria para saber lo que debía callar en los calamitosos tiempos que alcanzó", decía el Marqués de Morante en la biografía que publicó en 1859, que se reprodujo en una excelente edición facsímil de la Diputación de Cáceres en 1985.
En una universidad como la salmantina, la más conservadora del XVI, se opuso al aberrante lema que defendían muchos de sus compañeros de claustro: "Oportet ad discentem credere."
Al alumno le convenía creer a pies juntillas las construcciones mnemotécnicas de aquellos dómines que enseñaban todavía en latín macarrónico la letanía vacua que habían memorizado. Aquella barbaridad duró todavía algunos siglos.
El Brocense fue uno de los primeros en oponerse a ese uso supersticioso que degradaba el latín. Para escándalo de muchos, daba las clases en castellano, lo que le procuró más de una admonición de la que no hizo caso.
Fue contumaz en eso y defendiendo que a Cristo no lo circuncidó San Simeón, contra lo que sostiene una antigua tradición hagiográfica y plástica, sino la Virgen. Y en su casa.
Ese fue uno de los cargos en el proceso inquisitorial que le confinó en casa de su hijo en Valladolid unas semanas antes de su muerte.

27 octubre 2005

La ciudad no es para mí

Una de las cimas del teatro universal, ese derroche de imaginación, finura intelectual y buen gusto, está esperando todavía una tesis que la ponga en el lugar de mérito que se le debe.
Su autor, Fernando Ángel Lozano, es también una inexplicable, una dolorosa ausencia en el selecto Hotel Parnaso.
Quieren las malas y nocivas lenguas que ese autor, utilizando como seudónimo el docto nombre de quien fue en el siglo un conocido asustamonjas, prodigase luego artículos de costumbres sobre errores lingüísticos de tribuletes y radiofonistas.
Pero yo no lo creo.

26 octubre 2005

Josep Pla y los adverbios

"Yo he nacido siempre en casa."

La increíble frase es de Josep Pla, que como es sabido fumaba tabaco africano para dar con el adjetivo exacto.
El tabaco no debía de tener esa virtud con los adverbios. Soy testigo de que estaba fumando cuando perpetró esa absurda modificación temporal iterativa del nacimiento.
Ni las cenizas del ave Fénix.

25 octubre 2005

Isaac Rosa en el Aula Valverde

-¿Se me permite opinar? Debo discrepar.

Eso dice un personaje de El vano ayer, un personaje lector que es parte del relato sobre el que se proyectan el autor-narrador, los personajes y todos los lectores para analizar una realidad abierta, la que se aborda en la novela.
Más que la discrepancia, la polémica ha acompañado a esta novela desde que en julio de este año obtuvo el Rómulo Gallegos en Venezuela. Un editor venezolano, un tal Gustavo Guerrero, ponía en tela de juicio el premio porque Isaac no parecía ser antichavista, no parecía militar en las filas neocon de Aznar o de los golpistas venezolanos y además había firmado un manifiesto contra ese crimen que no sé ya si se llama embargo o bloqueo, aunque sí sé que es un crimen contra Cuba y contra la humanidad.

Volvamos a lo que importa ahora. El vano ayer es más que una novela, es un ejercicio ético de memoria crítica en el que lo importante no es el mero relato de un episodio de represión universitaria en la dictadura de Franco, sino el problemático debate de sus interpretaciones.
En estos tiempos de novela insoportablemente leve y trivial, es sorprendente y plausible que Isaac Rosa afronte en El vano ayer esa época conflictiva con una mirada problemática que se cuestiona a sí misma, como un constante recurso del método.
Como la novela menos complaciente y más conmovedora de los últimos años ha definido El vano ayer Julio Ortega en un espléndido artículo titulado España intransitiva, un artículo que supongo que Isaac Rosa conoce y que debería figurar como prólogo, como epílogo o como encarte en las próximas ediciones de la novela.
Una novela, casi no hace falta decirlo, de extraordinaria calidad ética y estética, emparentada con esa España intransitiva de Antonio Machado, de quien la obra toma el título, de Américo Castro o de Juan Goytisolo, una novela que enlaza en algún lugar de la memoria secuestrada con Soldados de Salamina o con La voz dormida, aunque da un paso más hacia adelante y quién sabe si hacia el vacío. Porque, en constante apelación al lector, la pregunta sobre el método, sobre la memoria y la hermenéutica se convierte en el centro de gravedad, en la novela misma.
Por eso El vano ayer es una novela que seguramente le ha planteado más dificultades a su autor que al lector. Los personajes desconocidos por la represión, los ignorados por el silencio (recuerda Julio Ortega) acaban protagonizando esa tragedia indocumentada.
Así se abordan las conflictivas historias ambiguas del profesor Julio Denis (un guiño de homenaje a Cortázar, que utilizó ese seudónimo en sus primeros libros) y del dirigente estudiantil André Sánchez, dos personajes que se mueven en el incierto territorio de frontera que separa al delator de la víctima, al héroe del traidor.
La novela adquiere así una dimensión ética en lo que tiene de discurso crítico, aunque de esa dimensión moral del libro no parece haber sido consciente una parte de la apresurada crítica mundana, más atenta a las epanalepsis y a los usos vitandos que a la altura ética de la reflexión.
Y es que, confirmando los peores pronósticos de Machado, el ayer, a veces brutal, a veces sórdido del franquismo ha engendrado un hoy vacío.
Hay un mañana estomagante escrito/ en la tarde pragmática y dulzona...

Frente a ese presente, que esperemos que además de vacío sea pasajero, como quería Machado, la novela es una reflexión sobre un franquismo que no acabó con Franco, un franquismo que se prolongó en la transición, que lo dejó montado en un caballo frente a los Nuevos Ministerios, y del que hoy seguimos viendo estomagantes retornos en quienes falsifican a diario el presente y el pasado: los piomoas, los cesarvidales, los inverecundos, los etcéteras.

La autocrítica, el cuestionamiento moral no es de ellos. Eso se deja para la conciencia de escritores como Isaac Rosa.